La situación de la pobreza es en sí es un tema discriminatorio, en especial para las mujeres, quienes conforman la mayoría de las personas que sufren esta condición y enfrentan vulnerabilidades sociales y económicas.
Las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por prácticas laborales discriminatorias, lo que las empuja a buscar oportunidades en el sector informal de la sociedad, donde carecen de protecciones sociales.
La desigualdad de género es un problema lamentable que perjudica a un gran número de mujeres en todo el mundo, siendo más acentuado en ciertos países que en otros. Son ellas quienes sufren principalmente esta situación.
Costa Rica no escapa a esta realidad, ya que las mujeres en nuestro país representan la mayoría de las personas en situación de pobreza. A pesar de los esfuerzos, aún enfrentamos desafíos significativos en la resolución de la desigualdad de género en diversos ámbitos.
Según la Encuesta Continua de Empleo (ECE) 2020-2021 del Instituto Nacional de Estadística y Censos, la tasa de desempleo nacional fue de 10,1%, la tasa masculina se estimó en 8,1 % y la femenina en 13,4%.
La exclusión social y las situaciones de pobreza tienen mucho más riesgo en la población femenina. Si los gobiernos valoraran esta afectación podrían mejorar las crisis económicas.
Las mujeres emprendedoras que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad económica y social tienen un poderoso potencial para impulsar la economía de manera rápida y positiva. A pesar de los obstáculos que enfrentan, son capaces de superarlos con determinación y creatividad. Estas mujeres se reinventan con facilidad, gestionan sus finanzas con orden y responsabilidad y sienten una profunda motivación para sacar a sus familias de la pobreza.
Sin embargo, es preocupante la escasa atención que los gobiernos brindan a las mujeres discriminadas y vulnerables, a pesar de ser su deber fortalecerlas, capacitarlas y proporcionarles el capital semilla necesario para que puedan prosperar, tanto ellas como sus familias, considerando que muchas son jefas de hogar. Además, en el ámbito laboral, se evidencia la falta de políticas bien definidas para promover la igualdad de empleo.
Un ejemplo notable fue la pandemia del coronavirus, que afectó de manera desmedida a las mujeres en sectores como el comercio y la hostelería. Desafortunadamente, recibieron muy poco respaldo del estado y, en lugar de avanzar hacia una mayor inclusión social y mejor calidad de vida para ellas y sus familias, se experimentó un retroceso significativo. Además, la pandemia agravó la desigualdad de ingresos, y como resultado, se acentuó la brecha de género en términos de oportunidades y recursos.
Afortunadamente, existen organizaciones, en su mayoría no gubernamentales, que han brindado soporte a estas mujeres para que puedan salir adelante. Estas instituciones financian sus emprendimientos, les brindan capacitación y respaldo en sus negocios, promoviendo así el bienestar tanto de ellas como de sus familias.
Grameen Costa Rica es una organización sin fines de lucro que, durante 17 años, ha brindado apoyo a las mujeres más vulnerables de este país. Ha capacitado y respaldado a más de 27.000 mujeres en sus negocios, lo que ha generado un impacto positivo en miles de familias beneficiadas por su programa.
La organización ha asumido la responsabilidad que corresponde al gobierno, pero sería aún más efectivo si las entidades gubernamentales también se sumaran a este apoyo. De esta manera, podríamos llegar a un mayor número de mujeres que realmente lo necesitan.
Aún nos enfrentamos a un desafío significativo para alcanzar a todas aquellas personas que actualmente necesitan este amparo, pero nuestra meta es llegar a la mayoría de ellas.
El autor es el gerente general de Grameen Costa Rica.