Un año antes de la firma del Acta de Independencia, Costa Rica ya había realizado su primera exportación de café y, con esta, creaba las bases de un movimiento económico que traería a la nueva república tanto desarrollo económico como progreso social.
Doscientos años más tarde, nuestra economía es tan diversificada como la de los países desarrollados y pasamos de comercializar café a exportar más de 4.000 productos a todo el mundo. Hoy tenemos más de 34.000 empresas y 9 de cada 10 empleos son generados en el sector privado. En materia ambiental y social, también somos líderes en Latinoamérica en temas claves y en algunos casos, somos referentes a nivel mundial.
Ahora bien, ante la celebración del bicentenario, también tenemos muchos desafíos. Casi la mitad de nuestra economía es informal, tenemos un ecosistema de emprendimiento aún incipiente y es difícil hacer negocios en Costa Rica. Nuestra frágil situación macroeconómica, el desempleo, la pobreza y la desigualdad, nos presentan un panorama muy retador.
En temas sociales, tenemos que mejorar la calidad educativa y reducir la exclusión estudiantil; nuestro sistema de pensiones está colapsado, sufrimos de inseguridad ciudadana y tenemos una brecha importante entre zonas urbanas y rurales.
En materia ambiental, tenemos muchos retos entre los cuales, a mi criterio, el más importante tiene que ver con el manejo integral de residuos.
Es una realidad que hace 200 años también estábamos llenos de retos y quizás aún más que hoy. Viendo hacia adelante, tenemos dos grandes ventajas como nación. La más importante es que nuestros valores ciudadanos siguen siendo sólidos. La segunda son 200 años de logros y un buen posicionamiento global.
¿Qué nos falta? Volver a definir un norte. Necesitamos crear una visión clara y ambiciosa, una visión que inspire y que permita que todos los sectores de la sociedad se muevan de manera coordinada para alcanzar esa visión.