Opinión de Gisela Sánchez | “El complemento de innovación en modelos de negocio y estrategia, sí se puede alcanzar el impacto positivo que tanto esperamos”.
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PorGisela Sánchez
Es muy difícil creer que lo que ahora es un mantra para las empresas exitosas antes era una herejía y un delito. Durante el siglo XVII en Europa, los innovadores eran sentenciados a cadena perpetua o a una “vida sin orejas” porque literalmente se las cortaban. De hecho, bajo el reinado de Carlos I de Inglaterra, la innovación estuvo completamente prohibida y se consideraba que podía tener “consecuencias muy peligrosas en todas las cosas”.
De acuerdo con el historiador Benoît Godin, no es sino hasta el siglo XIX en que se marca el inicio de “la era de la innovación” (1870-1970) que en realidad inició como invención ya que no fue sino hasta 1939 en que se acuñó el término innovación gracias a Joseph Schumpeter (el profeta de la innovación). Su concepto “destrucción creativa” que explica el proceso de innovación, su teoría de que existe un espíritu emprendedor y el posicionamiento que dio al concepto de estrategia de negocios, hacen que los expertos señalen que Schumpeter es al estudio del capitalismo lo que Freud es al estudio de la mente.
A pesar del gran avance durante esta primera era de la innovación, considero que lo mejor está aún por venir. Como bien explica Vivek Wadhwa en su libro De lo Incremental a lo Exponencial, no solo estamos viendo actualmente una evolución acelerada de la tecnología (la nube, blockchain, inteligencia artificial, quatum computing), sino que estas tecnologías están interactuando entre sí para crear desarrollo exponencial. Si bien es cierto, la tecnología por sí sola no puede hacer la diferencia, con el complemento de innovación en modelos de negocio y estrategia, sí se puede alcanzar el impacto positivo que tanto esperamos.
El elemento interés por la innovación está cumplido. De hecho, la conversación global sobre innovación nunca ha sido mayor y todas las empresas tienen el tema como parte integral de su estrategia. El reto ahora es convertirla en “innovación con propósito” y que esto genere la verdadera era dorada de la innovación. Una era de “seres humanos innovando para crear valor positivo para otros seres humanos y para el medio ambiente”, es decir, una era de innovación neto positiva y que esté centrada en la vida de las personas y el planeta.
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