Con el inicio de la pandemia por el covid-19, el panorama de muchas empresas se llenó de incertidumbre y cambios constantes. Sin embargo, todos esos cambios repentinos resultaron en que las empresas descubrieran nuevos niveles de agilidad para responder de forma rápida a los imprevistos y desafíos del panorama. Así por ejemplo, a pesar de que muchas empresas no estaban preparadas, restructuraron su cadena de suministros, replantearon las formas de trabajo, diseñaron nuevos productos o incursionaron en nuevos mercados, adaptándose con ello a una nueva realidad.
Hoy en día, aún y cuando muchas empresas continúan aprendiendo a gestionar eventos externos que pueden traer incertidumbre y cambios súbitos, la agilidad sigue siendo un área clave, ya no solo como una herramienta para combatir los incendios, sino como una parte integral de las distintas áreas de la empresa, incluida la encargada de la gestión fiscal, que permita obtener mejores resultados y una mayor capacidad de respuesta a nuevos retos, muchas veces inesperados e impredecibles.
En el campo de los impuestos, la agilidad desde ya hace algunos años ha venido siendo un elemento clave, particularmente en lo que se refiere al cumplimiento fiscal. Inclusive antes de la pandemia, las empresas venían enfrentando constantes cambios en requisitos de información, con niveles de detalle cada vez más amplios, aplicación de nuevas normas y nuevos formatos para presentación y reporte de información.
Esto había creado cierta conciencia de la necesidad de que el equipo de impuestos y cumplimiento de la empresa pueda tener un ritmo de rápida y constante evolución, y pueda incorporar, en todos los niveles, los cambios necesarios para hacer frente a las nuevas necesidades, comunicar las acciones respectivas, reducir la exposición a los riesgos fiscales y permitir la continuidad de la operación y planes estratégicos con normalidad.
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No obstante, no se puede perder de vista que el concepto de normalidad ha cambiado en la era post-covid. Esta nueva normalidad implica que las empresas y encargados de impuestos continuarán enfrentándose constantemente a nuevos desafíos, ya sea crisis sanitarias, escenarios de alta inflación o tecnologías disruptivas, y esto requiere que tengan la mirada en el horizonte y lo que viene, inclusive cuando están gestionando los retos más inmediatos.
Justamente, este contexto es el que ha recordado a las empresas y los equipos de impuestos la importancia del concepto de la agilidad en sus operaciones y en su gestión fiscal. No sólo se requiere de agilidad para responder a los numerosos cambios actuales e inminentes, o a los requisitos de información por parte de las autoridades tributarias, sino que se debe incorporar dentro de la planificación, para garantizar una respuesta rápida y eficiente a futuros cambios rápidos y complejos.
Para dotar de agilidad a los equipos de impuestos de las empresas, podemos considerar los siguientes factores clave. Uno de ellos es conocer y comprender los riesgos fiscales a los que se encuentra expuesta la empresa. En un ambiente de constantes cambios, una de las mejores formas de poder responder con suficiente rapidez a los riesgos fiscales, es conocerlos cuando esto sea posible. De esta forma, se logrará también blindar en alguna medida a la empresa de posibles controversias con las autoridades fiscales.
Seguidamente, es importante que los equipos de impuestos tengan un conocimiento amplio de la estrategia de la organización y de cómo se ve afectada por el entorno tanto local como internacional. Esto significa que los equipos de impuestos deben de tener un acceso regular al cuerpo directivo, de forma tal que ambas partes puedan asegurarse, en el proceso de toma de decisiones, que se tiene claridad sobre el papel que juegan los impuestos, sus implicaciones y la potencial existencia de beneficios.
Es también trascendental revaluar los aspectos tecnológicos de la empresa. Concretamente, si los sistemas operativos e informáticos proporcionan la información pertinente y necesaria para reaccionar a los cambios que se puedan prever en un futuro. Invertir en el cumplimiento puede ofrecer ventajas a las empresas si los sistemas son sólidos y permiten que los equipos de impuestos puedan aplicar y comunicar rápidamente los cambios en las políticas de cumplimiento de la empresa.
Tener un equipo de cumplimiento adecuado y ágil es sin duda alguna uno de los desafíos más grandes en un entorno cambiante. El personal capacitado, experimentado y dinámico será fundamental para cumplir con este propósito. Esto incluye valorar la posibilidad de trabajar con aliados estratégicos externos a la empresa, de forma que se pueda liberar al equipo estratégico para los trabajos más desafiantes e importantes dentro de la empresa.
Por último, en un entorno cambiante y que demanda mayor agilidad por parte de las empresas en el área fiscal, es fundamental conversar con el sector sobre los desafíos existentes, los que se avecinan y los que aún no se han considerado y que pueden afectar a toda una industria. La participación de los líderes y equipos de impuestos en espacios de diálogo como cámaras empresariales, mesas redondas, entre otros eventos, en los que se compartan conocimientos sobre lo que está por venir, así como mejores prácticas, será fundamental para poder responder de forma ágil a los cambios en materia tributaria.
Debemos reconocer que el entorno tributario siempre ha demandado agilidad y los equipos de impuestos siempre han estado dispuestos a adaptarse y responder de la mejor forma a los cambios; la pandemia del covid-19 y sus numerosos desafíos para los encargados de impuestos es un ejemplo de ello.
Lo importante ahora es que las empresas y los líderes de impuestos puedan capitalizar las lecciones y agilidad aprendida durante este tiempo, a efectos de incorporarla dentro de la planificación a largo plazo.
El autor es senior manager de Impuestos y Política Fiscal de EY Centroamérica, Panamá y República Dominicana.