“La incertidumbre es propia de la fragilidad humana”, expresa, en el contexto de la crisis por el COVID-19, el mexicano Antonio Casanueva Fernández, economista, director de empresas y profesor de Control e Información Directiva del IPADE Business School.
“Para la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, ser un buen ser humano implica la capacidad de confiar en cosas inciertas, en situaciones que van más allá de nuestro propio control”, explica en un blog que será publicado próximamente en el sitio web de EF.
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De acuerdo con Casanueva, ante un entorno incierto como el actual, podemos reaccionar con miedo o esperanza.
“La esperanza es lo inverso del miedo. La esperanza se expande y avanza, el miedo retrocede. La esperanza es vulnerable, el miedo es autoprotector”, explica quien considera que otras cualidades personales importantes hoy día son la confianza, paciencia, adaptabilidad, serenidad, fortaleza y la capacidad de volver a lo esencial.
Aguantar y acometer
Desde la perspectiva de este académico, es muy poco lo que los seres humanos podemos cambiar o controlar ante la pandemia, por lo que tenemos que echar mano a los valores ya mencionados.
“Pero hay temas en donde sí podemos influir y ahí necesitamos fortaleza. La virtud que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad; pues ante la complejidad actual, se requiere de la fortaleza (que define como aguantar y acometer) que nos permita afrontar con coraje y vigor los riesgos, moderando el ímpetu de la audacia”, comenta.
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Y en cuanto a retornar a lo esencial, para este economista significa poner a las personas en el centro de las organizaciones. “Los mejores recursos de un país son sus personas y las peores catástrofes vienen cuando la gente, en puestos de responsabilidad, olvida la importancia de la dignidad de los seres humanos”.
“Los valores son los que nos dan firmeza”, afirma.