Si la economía de Costa Rica se tiene que financiar en los mercados, es probable que la prima de riesgo (la prima de riesgo conocida como riesgo país, es el interés adicional que paga un país para poder financiarse en los mercados comparado con otro país) podría aumentar, lo que provocará un incremento del déficit estructural por los intereses de la deuda y esto podría provocar una falta de confianza de los inversores en nuestra capacidad para salir adelante.
Esto que estoy comentando, si es barato o caro emitir deuda en Costa Rica, lo podemos ver en los Credit Default Swaps (CDS). Hoy por hoy en Costa Rica es complicado obtener para sus emisiones soberanas una tasa libre de riesgo (rentabilidad obtenida por invertir en un activo que está considerado como libre de riesgo), por lo tanto tenemos que acudir al CDS, que es un derivado financiero que permite cubrir un impago en el supuesto de que la entidad emisora del activo no pueda pagarlo y se activaría el CDS. Por cierto, se tendría que profundizar un poco más, pero podríamos obtener una tasa libre de riesgo para Costa Rica restando el CDS a la rentabilidad del activo en el que invertimos, de esta forma obtendríamos la tasa libre de riesgo, ya que desaparecería, no del todo, el riesgo de la inversión.
A modo de ejemplo (datos de los CDS suministrados por ICE CMA)
Credit Default Swaps (CDS) en puntos básicos al 7 de junio del 2022. Periodicidad diaria
Compra CDS a 5 años | Venta CDS a 5 años | Compra CDS a 10 años | Venta CDS a 10 años | |
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Costa Rica | 199,481 | 250,048 | 281,316 | 335,386 |
Guatemala | 190,567 | 221,556 | 229, 294 | 267,962 |
Panamá | 109,137 | 112,602 | 159,031 | 163,673 |
El Salvador | 2.833,558 | 3.003,011 | 2.831,184 | 2.996,870 |
Según esta tabla, Costa Rica tiene más riesgo que Guatemala y Panamá y menos que El Salvador y serán competidores directos para los mercados internacionales y lógicamente si el Estado tiene más riesgo, el CDS tendrá un mayor precio. No importa como nos queramos vender, los mercados invertirán según criterios de rating, económicos y financieros.
Además de los impuestos y otros ingresos ordinarios, emitimos deuda para financiar las políticas públicas. En ocasiones, para financiar el déficit público, parece que el problema se resuelve emitiendo bonos en cantidad suficiente. Pero no es verdad. Casi ningún estado del mundo amortiza deuda: lo que hacen es refinanciar lo que vence cada año con nueva deuda. Con la mano derecha piden lo que necesitan pagar con la izquierda.
Por eso, los estados que quiebran no lo hacen por el déficit porque en un momento dado, podrían ajustarse lo necesario, sino por las refinanciaciones. ¿Y si no nos quieren prestar? ¿Nos tienen preparados para un escenario para el que no estamos preparados? Este es un asunto al que no nos gusta mirar de frente y en el que damos por descontado que las cosas seguirán tal y como están en estos momentos.
En la actualidad hay dudas sobre la deuda soberana a nivel mundial. Por ejemplo, la banca europea ha reducido su exposición a la deuda soberana en 774.000 millones de euros, un 19,6%, 139.000 millones en los últimos seis meses. La European Banking Authority (EBA) advertía de que “las exposiciones del sector bancario relacionadas con el riesgo soberano son importantes”. Cualquier modificación de los diferenciales “puede afectar significativamente a la rentabilidad y el capital de los bancos”, añadía.
Keynes se preguntaba ¿cómo las personas pueden tomar en el presente decisiones racionales basadas en creencias sobre el futuro cuando dichas creencias pueden verse o no refrendadas por los acontecimientos? En definitiva, en este contexto internacional complicado, las élites políticas tienen que acompañar sus propuestas de razones racionales. Los políticos tienen que declarar que sus actos son producto de una reflexión racional sobre los hechos; dicho de otra forma, esperamos que los gobiernos posean “una política”.