Creo que va siendo hora de que volvamos a tener una mujer como presidenta de la República. Hay que ver lo mal que lo hemos hecho los hombres, seamos honestos. Desde inútiles que prefirieron dejar un hueco en las finanzas, hasta los aprovechados que hicieron crecer el gasto público para evitar la catástrofe.
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A lo largo de décadas nos hemos dedicado a endeudar al país, o a dejar que la plata se vaya en privilegios. A viajar o a hacer que otros lo hagan a costa del pueblo. Hombre tras hombre en el poder han dejado demasiadas tareas pendientes para darles tanta oportunidad.
No hace falta ningún movimiento feminista, ni ninguna moda extranjera. Es cuestión de aceptar la realidad. Ya no se trata de que “por razones de igualdad”, es que simplemente la historia lo reclama. Me parece que el juicio que hemos hecho de la única Presidenta a la fecha es poco balanceado, muy desde la visión masculina. A todas luces lo realizado por los varones debiera ser suficiente para descartar el argumento de que son mejores que ellas.
Sin miedo
Y no me digan que no hay de dónde elegir. Casi para cualquier lado que miremos, podemos encontrar ejemplos de tenacidad, de perseverancia, de consistencia, de pasión. Desde mujeres que destacan en el futbol internacional hasta las bañadas de oro en una pista atlética. De las estudiosas que se pelea la NASA, a las afanadas de la economía que nos dicen cómo hacer más con menos.
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Las hay diputadas, exministras, entrenadoras, cabeza de familia. Algunas muy jóvenes y otras que acumulan varias juventudes. Plantadas y sin miedo a las decisiones difíciles, como un paquete fiscal o llevarnos a la OCDE. ¡Demasiado de dónde elegir!
Si queremos ser consecuentes, además las necesitamos en la gerencia de los bancos, más mujeres presidiendo juntas directivas de entidades públicas, en la gerencia y la presidencia de la Bolsa de Valores y en la gerencia de grandes corporaciones. No hay excusa.
Una mujer para el 2022. Esa debiera ser la consigna. De mujeres y de hombres.