Costa Rica se encuentra en un punto de inflexión en su historia. Por un lado, tenemos frente a nosotros un camino próspero, de estabilidad y progreso social y por el otro, un abismo con enormes impactos negativos para toda la población en términos de inestabilidad macroeconómica, desempleo y pobreza.
Hoy los Padres y Madres de la Patria tienen la responsabilidad, pero también el privilegio de ser recordados por darnos una solución definitiva a la difícil situación fiscal que enfrenta el país y a los problemas estructurales que vienen acarreándose desde hace ya muchos años. Para esto, es necesario que se aprueben con prontitud en la Asamblea Legislativa, los proyectos relacionados con reducción del gasto, reforma del Estado y especialmente la Ley de Empleo Público. Estos proyectos son la base fundamental del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y este acuerdo a su vez, es el paso urgente y fundamental en la solución del problema estructural que enfrenta Costa Rica.
No necesitamos más diagnósticos ni más pausas, pero sí mucha rigurosidad para que los proyectos que se aprueben en la Asamblea sean robustos y precisos en la solución del problema fiscal que tiene como causa raíz el crecimiento desproporcionado del gasto público. De lo contrario, corremos el riesgo de que las agencias calificadoras y los inversionistas reciban señales incorrectas y recomienden un deterioro en nuestra calificación país y en nuestro potencial para atraer inversión extranjera directa.
La solución no puede esperar. Necesitamos contar con estabilidad macroeconómica y social para progresar. Ojalá pronto consigamos esta estabilidad, pasemos la página y nos enfoquemos, de una vez por todas, en las tres prioridades que realmente nos harán despegar como país: 1) generar oportunidades para que todas las personas puedan desarrollarse hasta su máximo potencial, 2) promover innovación, inversión y crecimiento económico y 3) mejorar la calidad en armonía con el medio ambiente.