Eso nos diría Pedro Navaja. Hace solo 4 años, el país atravesaba un peligroso trance electoral. Contra los pronósticos, un candidato que estaba en el margen de error se quedaba con la Presidencia, y daba continuidad a su partido.
Su predecesor le dejaba una economía muy debilitada y con un hueco fiscal maquillado, que le costó el puesto a la Ministra de Hacienda, que hacía milagros en ese contexto tan complejo. El país estaba demasiado cerca del precipicio, por culpa de un gobernante ausente, y un Ministro de Hacienda irresponsable. La crisis económica era inminente.
A la vuelta de 4 años, la economía resulta que no solo salió de su desesperada posición sino que casi se gradúa con honores del FMI. El panorama fiscal incluso terminó en niveles mejores que los propuestos, gracias esta vez a un Ministro de Hacienda que sí se comió la bronca. Ya no tenemos que hablar de crisis económica, todo sugiere que el Presidente, en eso, hizo la tarea.
Quien asumirá ahora la banda será alguien sin experiencia política, en un partido prestado y sin estructura, con una fracción legislativa disminuida y, en consecuencia, sujeto a lo que le presten los demás. Y como muestra de una habilidad política ausente, hasta se compromete a ir más lejos con el FMI, sin ninguna necesidad.
Tendremos así un entorno en que no es posible imaginar cómo le vamos a entrar a los grandes problemas del país: educación, seguridad ciudadana, salud de una población más vieja. Atacar las odiosas pensiones de lujo suenan bien, pero ahí no está el dilema. Contratar funcionarios como si fuera una empresa no es solución. Estamos frente a una cuestión por entero de carácter político.
Está lejos una eventual crisis económica. ¿Estaremos abordando el bus de una crisis política? ¿Estará el chofer a la altura, en este barrio hispano?