La obesidad es ya una epidemia nacional que golpea a muchísimas personas, incluyendo a las menores de edad. El conocimiento acumulado sobre sus amplias y graves repercusiones en la salud y el bienestar debe hacernos reaccionar.
Intervenir a tiempo significa hacerlo antes de que surjan los problemas en la salud, en este caso antes del desarrollo de la obesidad. Promover el acceso a una dieta de calidad e incentivar la actividad física son dos formas de prevenir la obesidad (y muchos otros problemas de salud de la sociedad).
Esta además no se experimenta de manera homogénea en la población, hay grupos más vulnerables de sufrirla, sin embargo, muchos de los factores que la favorecen se pueden modificar. La política pública (PP) trata precisamente de generar las condiciones que propicien el bienestar de toda la sociedad, y cuando los riesgos son disparejos la PP debe proteger a los más vulnerables y “emparejar la cancha”.
Tres ejemplos de cosas factibles de hacer desde la PP:
1. Garantizar la calidad nutricional de los alimentos disponibles en las sodas escolares. Hace algunos años se hizo un gran esfuerzo para que allí se priorizaran opciones saludables de alimentos, pero lamentablemente este programa está prácticamente en abandono por el MEP.
2. El etiquetado de los alimentos ultraprocesados, es decir la información nutricional que deberían tener las personas al comprar estos alimentos –¿no deberíamos saber exactamente qué nos venden? —. Muchos de los países más avanzados han legislado para que las etiquetas adviertan al ciudadano si un alimento en particular contiene una cantidad muy elevada de nutrientes que deben consumirse con moderación, como la sal, grasas saturadas o calorías. Un estudio reciente encontró que cerca del 36% de las calorías en la dieta de nuestros adolescentes son aportadas por este tipo de alimentos. Las bebidas consumidas con frecuencia por los estudiantes ni siquiera indican su contenido de azúcar agregada, que en la mayoría de los casos (54%) es excesivo. El etiquetado es una forma de educar a la ciudadanía, para que esta pueda escoger informadamente.
3- Los niveles de inseguridad en los barrios, y los procesos de desarrollo urbano desordenados y desconsiderados con las personas, hacen que las áreas verdes seguras y disponibles para el juego, el deporte y la socialización de los menores estén desapareciendo, en especial en los barrios más pobres, sustituyéndose por hábitos sedentarios como el uso excesivo de la tecnología. El Estado, las municipalidades y las comunidades pueden cambiar esto.
La PP para atender una epidemia como la obesidad, de serias repercusiones para las personas y la sociedad, está en franca deuda con la gente.
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Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.