El cerebro está diseñado para distraerse fácilmente, esto porque evolutivamente ha sido ventajoso para nuestra sobrevivencia estar atentos a lo que pasa alrededor. Además, al cerebro le gusta la novedad, descubrir algo nos produce una sensación placentera.
James M. Land , en su nuevo libro Distraídos, revisa las dificultades de mantener la atención de los estudiantes, sea en el aula o digitalmente, y destaca que las nuevas tecnologías son particularmente hábiles en “robar nuestra atención” por largos periodos de tiempo, aprovechando esta arquitectura del cerebro.
Al navegar por internet, estoy moviéndome entre esos dos estados: algo atrae mi atención, luego me distraigo, busco algo nuevo o me lo brinda sin pedirlo internet que me va “conociendo” cada día mejor, eventualmente vuelvo a perder la atención, y empieza un nuevo ciclo.
Land plantea la importancia de construir estrategias de aprendizaje basadas en la comprensión de estas características del cerebro. Una educación apoyada en las tecnologías necesita diseñarse con un uso intencionado y especializado de las herramientas digitales como parte del modelo pedagógico. Sin este componente, las tecnologías logran incidir poco en los aprendizajes.
Hay investigaciones que muestran que un estudiante de secundaria no se concentra en un video más allá de 9 a 12 minutos. Estas son consideraciones clave para la educación virtual, la cual no es un cambio de formato que se pueda por ejemplo sobreponer a la estructura de lecciones de 45 minutos (que aún para el aula habría que revisar).
El docente del Siglo XXI debe poder integrar lo pedagógico, lo disciplinar, y las nuevas competencias digitales específicas para la educación, en forma innovadora y efectiva. Costa Rica tiene algunos buenos ejemplos que han ganado reconocimiento internacional, pero no son la norma.
Conectar a todos los estudiantes es necesario y urgente, con o sin pandemia. Las demandas de la sociedad del conocimiento así lo requieren, y responde a la aspiración de que esta sea una gran comunidad integrada. Pero la conectividad solita difícilmente generará lo logros educativos que esperamos.