En una era en la que el liderazgo a menudo se equipara con poder, prestigio y beneficio personal, la esencia fundamental de lo que significa ser un verdadero líder tiende a pasarse por alto.
Dado que a los líderes se les confía la monumental tarea de guiar a individuos y organizaciones hacia el éxito, el enfoque del liderazgo necesita un cambio radical. La responsabilidad recae sobre los mismos líderes quienes son llamados a actuar más allá de sus propios intereses y priorizar el éxito de las organizaciones a su cargo.
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La psicología del liderazgo desinteresado
Un estudio publicado en la revista Harvard Business Review reveló que las organizaciones dirigidas por líderes altruistas (aquellos que realmente se preocupan por el bienestar de sus equipos, las partes interesadas y la organización en general) tienden a superar a sus contrapartes. Estos líderes a menudo renuncian a ganancias inmediatas y, a cambio, se centran en el crecimiento sostenible, el fomento del talento y la creación de entornos que impulsan la creatividad y la innovación.
Desde la perspectiva de la psicología, el liderazgo desinteresado también conlleva a una mayor satisfacción y motivación de los empleados. Ante este estilo de liderazgo, los colaboradores muestran mayores niveles de confianza, compromiso y responsabilidad con los objetivos organizacionales. Esto no es solo una casualidad; es la consecuencia directa de sentirse valorado, escuchado y respetado.
El atractivo del dinero y la notoriedad: el dilema del liderazgo
En mi opinión, hay una tendencia alarmante en el liderazgo moderno: el atractivo abrumador del dinero y la notoriedad. Muchos líderes contemporáneos están atrapados por el brillo de las recompensas financieras y el reconocimiento público y, a menudo, dejan de lado los verdaderos objetivos de su posición. Estos líderes, seducidos por estos placeres transitorios, cambian el enfoque de los objetivos estratégicos a largo plazo por victorias de corta duración.
Las repercusiones son graves. Las empresas, en lugar de prosperar como entidades colaborativas, se transforman en espacios de oportunismo. Los líderes se convierten en “mercenarios empresariales”, quienes impulsan tácticas agresivas y hasta inhumanas. Este enfoque podría generar impulsos temporales, pero su impacto a largo plazo será negativo, generando inestabilidad organizacional, insatisfacción de los empleados y, a menudo, desconfianza pública.
Mercenarios empresariales versus líderes visionarios
No suelo utilizar el término “mercenarios empresariales” como una simple frase para llamar la atención; para mí, este término describe de forma precisa a los líderes que ven a las organizaciones y a las personas simplemente como herramientas para lograr sus objetivos personales. En contraparte, los líderes visionarios son quienes entienden que la verdadera esencia del liderazgo radica en dar sin esperar nada a cambio.
Algunos artículos publicados en Harvard Business Review han señalado que las empresas dirigidas por líderes egocéntricos tienen una probabilidad significativamente mayor de experimentar importantes caídas en el mercado de valores, infracciones regulatorias y debacles éticas. Estas cifras subrayan los peligros tangibles de un liderazgo que prioriza el beneficio personal sobre el bienestar colectivo.
En conclusión, el liderazgo, en esencia, es una responsabilidad que exige integridad, visión y, sobre todo, una actitud desinteresada. El éxito a largo plazo de una organización y el bienestar de su gente dependen en gran medida del tipo de liderazgo que se implemente; “tone at the top”, como dicen los expertos.
Si bien el dinero y la fama pueden resultar tentadores, el verdadero liderazgo requiere una visión que trascienda el beneficio personal. A medida que navegamos por las complejidades de la sociedad y los negocios modernos, es imperativo que los líderes recuerden el viejo refrán: “los verdaderos líderes no crean seguidores, crean nuevos líderes”.
El autor es vicepresidente sénior de Scotiabank para Centroamérica.