Internet ha sido un factor significativo en definir el perfil de la época en que vivimos, en la que la información inmediata se vuelve un insumo cotidiano de nuestras vidas. El problema es que muchos asumen que información y conocimiento son sinónimos.
Así, nos encontramos rodeados de “expertos” que no lo son y confunden a los demás. Este fenómeno fue evidente durante la pandemia, cuando surgieron virólogos, epidemiólogos, y otros logos, hasta en el supermercado. Los pedacitos de datos que se van obteniendo de las consultas que hacemos en la red, son eso, pedacitos, y de no hacerse bien pueden incluso desinformarnos fácilmente.
Construir nuevos conocimientos es un proceso que se apoya en la información, pero esta debe venir de fuentes confiables, hacer una lectura crítica de cada fuente, contrastar varias fuentes, y ojalá tener una base conceptual sobre la cual se va integrando esa información. Toma mucho tiempo y trabajo llegar a dominar un tema con alguna profundidad, y entender los límites y alcances del conocimiento logrado. Recurrir a Internet para obtener un dato puntual, un nombre, una fecha, una definición básica, es sin duda una práctica útil, que contribuye a entender el mundo en que vivimos, no obstante, debemos reconocer sus límites.
Por eso, la inmediatez de nuestra época termina con frecuencia en superficialidad. Hay estudios que sugieren un preocupante nivel de ligereza en la cultura que va surgiendo, y la llegada de la Inteligencia artificial (IA) amplía los riesgos de continuar por ese camino. Se suma a esto los preocupantes resultados de la educación básica, particularmente las serias deficiencias en la capacidad de comprensión de lectura que se están observando. Todo esto podría contribuir al afianzamiento de una generación con limitadas capacidades de pensamiento lógico y crítico, y en general de hábitos de pensamiento, que funcione desde un nivel muy superficial de conocimientos, y que sea particularmente vulnerable a la manipulación.
Necesitamos un uso de Internet que realmente contribuya al desarrollo cognitivo de las personas, empezando por saber informarse bien, y que les permita construir un conocimiento amplio y sólido en los temas que son esenciales para funcionar adecuada y responsablemente en la vida, y distinguir los límites de lo que se sabe.
Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil.; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.