El llamado para que los reservistas de la fuerza pública asuman un papel activo frente a la inseguridad es una mala propuesta.
La delincuencia es compleja, sus causas son múltiples. Pobreza, desigualdad, desempleo, adicciones, urbanización acelerada, cambios culturales, sociedad que ofrece sin dar los medios para satisfacer la sed del consumo, son las raíces del problema.
Son muchas las teorías explicativas de la delincuencia, desde aquellas que sólo ven la dimensión individual; hasta aquellas que buscan en sus causas sociales.
Actualmente se trata de revivir la reserva de la fuerza pública, con la ingenua idea que policías improvisados, represión y penas más duras eliminarán la inseguridad.
Es un error pensar que incorporar gente sin adecuada capacitación, suprimirá el problema. Es mejor invertir en más capacitación y tecnología para los cuerpos policiales.
No basta con la prevención policial de la delincuencia, es necesario refinar la política social preventiva. Rehabilitar los campos de deportes, mejorar el empleo, tomar medidas para el bienestar de las comunidades marginales, incentivar una cultura de vida y progreso, llevar educación, arte y entretenimiento.
Los remedios son complejos pero las consecuencias de tratar de resolver la inseguridad de esta manera, son negativas. Las manos duras generan violaciones de derechos humanos y terminan agravando los problemas.
Las soluciones no son más garrote y más cárcel, sino comprensión de la dinámica sociocultural, adecuada capacitación de los cuerpos policiales y política social que brinde oportunidades.