Rediseñemos las estrategias de negocios para sostener el planeta hoy y tener un mejor futuro. La nueva normalidad debe ser mucho mejor que la anterior.
La forma en la que hemos hecho negocios, la manera en que se ha desarrollado política pública y nuestros hábitos de consumo han llevado al planeta a un punto de insostenibilidad que no nos está permitiendo operar. Es el momento de replantearnos nuestros modelos productivos.
El mundo se está transformando y el contexto en el que operan las empresas esta cambiando por diversos factores como el cambio climático, la pérdida de la naturaleza, el malestar social en torno a la inclusión y condiciones laborales y en particular sobre las expectativas de las partes interesadas cambiantes sobre el rol de las corporaciones.
Además, la pandemia mundial de COVID-19 ha exacerbado las fallas subyacentes y de larga data con respecto a la igualdad y el acceso a las oportunidades económicas. Para continuar prosperando, las empresas deben desarrollar su resiliencia y mejorar su licencia para operar, a través de un mayor compromiso con la creación de valor sostenible a largo plazo que abarque las demandas más amplias de las personas y el planeta.
¡Cada vez más inversionistas están buscando que a través de sus inversiones les vaya bien, haciendo el bien! Sin embargo, tienen un problema, aunque en el mundo empresarial existen varias herramientas aceptadas universalmente, como la tasa interna de retorno, para estimar los rendimientos financieros de una inversión potencial, no existe un análogo para evaluar las recompensas sociales y ambientales esperadas en términos de dólares.
Nuevas métricas
Los actores clave de la industria han reconocido estas deficiencias analíticas y han intensificado su búsqueda para comprender mejor la medición y la gestión del impacto. Se han producido una serie de métricas interesantes, incluido el retorno social de la inversión (SROI), El Impact Management Project, el Impact Rate of Return (iRR), Impact Multiple of Money (IMM), entre otros.
Para lograr estas proyecciones los inversionistas requieren información comparable entre pares, que les permita estudiar el desempeño de la gestión ambiental, social y de gobernanza en el tiempo a través de información de impacto y datos útiles para evaluar. No obstante, la calidad de los reportes de sostenibilidad no está permitiendo esta gestión y necesitan evolucionar para potenciar la inversión de impacto.
Se están construyendo diferentes esfuerzos. La Comisión Europea está revisando su Directiva sobre informes no financieros. La Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) ha manifestado su intención de acelerar la armonización de los estándares de sostenibilidad. La Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC) ha modificado sus reglas para mejorar las divulgaciones de capital humano. La Fundación de Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) acordó realizar consultas sobre la ampliación de su mandato para incluir cuestiones de sostenibilidad. La Federación Internacional de Contadores (IFAC) ha pedido la creación de un Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad que se sentará junto al Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB) bajo los auspicios de la Fundación IFRS.
El último proceso presentado públicamente fue el del Foro Económico Mundial, el International Business Council (IBC) y los “Big 4” (EY, KPMG, Deloitte y PwC) que lanzan un conjunto actualizado de métricas comunes para facilitar la medición del desempeño empresarial sostenible.
Sobre este último, el International Business Council invitó al Foro Económico Mundial, en colaboración con EY, Deloitte, KPMG y PwC, a identificar un conjunto de métricas materiales y universales sobre ASG (Ambiente, Social y Gobernanza) recomendadas que deberían reflejarse en los informes anuales generales de las empresas de manera consistente en todos los sectores productivos, y geografías. Las métricas seleccionadas pueden ser verificadas y aseguradas para mejorar la transparencia y la alineación entre corporaciones.
El resultado de este proceso son 21 métricas y divulgaciones principales y 34 métricas ampliadas, que el proyecto recomienda utilizar. Las mediciones básicas o de importancia crítica, son principalmente métricas cuantitativas para las que usualmente ya cuentan con información relacionada o se puede obtener con un esfuerzo razonable y se centran en actividades dentro de los propios límites de la organización.
Las ampliadas tienden a estar menos establecidas en la práctica y tienen un alcance más amplio hacia la cadena de valor o transmiten el impacto de una manera más sofisticada o tangible, como en términos monetarios. Representan una forma más avanzada de medir y comunicar la creación de valor sostenible.
Las métricas recomendadas están organizadas en cuatro pilares: principios de gobernanza, planeta, personas y prosperidad. Se extraen, en la medida de lo posible, de estándares y divulgaciones existentes, con el objetivo de ampliar el trabajo riguroso ya realizado por los emisores en lugar de reinventar el agua tibia. Las métricas se seleccionaron por su universalidad en todas las industrias y modelos comerciales, pero la intención no es reemplazar los indicadores relevantes específicos del sector y de la empresa.
Estos procesos en evolución demuestran la importancia para el sector empresarial de comenzar a medir y administrar la gestión ambiental, social y de gobernanza con la misma rigurosidad que administran la gestión financiera, aquellas corporaciones que alinean sus objetivos con las expectativas a largo plazo de sus partes interesadas y el planeta, son las más propensas a crear valor sostenible en el largo plazo, generando resultados positivos para la empresa, la economía, la sociedad y el planeta.