En días recientes se anunció un viaje oficial del dictador salvadoreño Bukele a nuestro país, invitado por el poder Ejecutivo. Convidar a un dictador va contra los más preciados valores de la democracia costarricense.
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Nayib Bukele es un violador sistemático de los derechos humanos, no respeta el debido proceso, y en nombre de la seguridad ha concentrado los Poderes del Estado. La asamblea legislativa y los tribunales son sus lacayos serviles. Los frenos y contrapesos al poder no existen y la fuerza armada obedece ciegamente sus actos inconstitucionales.
A pesar de una prohibición de reelección, se saltó la Constitución y pretende ser gobernante legítimo.
Como ha señalado el diario El Faro: " Bukele no es un hombre de derecha. Tampoco fue nunca de izquierda. Es un político sin ideología (…). Cuando era conveniente ser de izquierda lo fue. Cuando lo rentable era romper el sistema como outsider se convirtió en outsider. Cuando el discurso se movió a la extrema derecha, Bukele también se movió. Un hombre así no tiene ideas, ni principios, ni utopías. No es otra cosa que un oportunista”.
En las mega cárceles de la dictadura conviven personas inocentes con sospechos sin sentencia, y los organismos internacionales de derechos humanos denuncian la muerte de cientos de presos como consecuencia de malos tratos y tortura.
La organización no gubernamental Cristosal ha manifestado que: “Hay suficientes elementos para que El Salvador sea condenado por crímenes de lesa humanidad.”
Costa Rica mantiene relaciones comerciales y de diversa índole con esa nación hermana; resulta imposible cortar radicalmente esos nexos. Sin embargo, otra cosa es legitimar a un dictador con el bautizo de una invitación.
La política exterior de Costa Rica tiene que ser coherente. Si se condena, correctamente, a Maduro, igualmente deberíamos mantener distancia con este autócrata. Bukele y Maduro son la misma cosa.
El gobierno de Costa Rica debe retirar esa vergonzosa invitación que lastima profundamente nuestra conciencia democrática.
Una dictadura de esa naturaleza nos obliga a mantenernos de larguito, en solidaridad con el pueblo salvadoreño y por respeto a los sagrados valores de la democracia.
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Constantino Urcuyo Fournier es abogado y doctor en Sociología Política de la Universidad de París. Catedrático de la Universidad de Costa Rica, exdiputado y director académico del Ciapa. Profesor visitante en las universidades de Tulane y Salamanca. También es consultor internacional y nacional para diversas empresas.