Según un estudio realizado por la Universidad de Chile, en el primer semestre del 2022 se contabilizaban unas 41 startups unicornio en Latinoamérica de las más de 1.000 que existen en el mundo. ¿Eso es mucho o poco? Todo depende de con qué ojos veamos a las startups unicornio.
Ante todo, definamos que una startup unicornio es aquella que ha logrado una valoración de al menos $1.000 millones, sin haberse hecho pública en alguna bolsa de valores, algo que es casi tan imposible y mágico como el ver a un unicornio.
La mayoría de las startups unicornio tienen un componente tecnológico fuertísimo, y son vistas como pioneras o innovadoras en sus industrias. Además de su valoración en dólares estas empresas “brillan” también porque generan empleo, tienen la capacidad de globalizarse, crean productos disruptivos, crecen a una velocidad más rápida que la norma gracias al fondeo de dinero que reciben y, por supuesto, atraen la mirada de inversionistas mundiales sobre el país de donde provienen, un hecho que sin duda puede favorecer a otras startups que están tratando de lograr lo mismo.
Algunos dirán que a más unicornios tengamos, mayor será el crecimiento de la región. Pero, ¿son las startups unicornio una propuesta real y sostenible o son más bien un espejismo? Si consideramos que parte de lo que convierte a una firma de este tipo en un unicornio es la valoración que le dan sus inversionistas, y que muchas de estas empresas no generan utilidades, sino que dependen de recibir más fondeo para subsistir: ¿qué tan real es que sean saludables y tengan la fortaleza para perdurar a través del tiempo y sacar adelante una economía?
El año 2021 fue extraordinario para muchas empresas que se convirtieron en unicornio, pero a partir del 2022, los inversionistas se pusieron más estrictos en sus criterios y buscan menos “magia” y mayor rentabilidad. Se hizo evidente que más grande no necesariamente significaba mejor.
Existen varios ejemplos de unicornios que han incurrido en pérdidas astronómicas como lo son Wework, Uber y Stripe. Y sí, también podemos encontrar muchas que sobreviven sin necesitar inyección de capital, pero para aquellas que requieren más fondeo, ¿perdurarán?
El análisis anterior me lleva a comentarles sobre mi preferencia por las startups camello, tanto desde el punto de vista de emprendedora como de inversionista ángel.
Las startups camello imitan lo que estos curiosos animalitos logran. Así como los camellos logran guardar grasa en sus jorobas que pueden convertir en agua o alimento para mantenerlos vivos durante largos y penosos días en el desierto, las startups camellos pueden producir su propio flujo de dinero sin tener que recurrir constantemente a fondeos externos, y por ende, son más sostenibles a lo largo del tiempo.
Su objetivo a mediano plazo es igual al de cualquiera otra empresa emprendedora: crecer, pero las startup camello priorizan rentabilidad y manejo adecuado de costos sobre crecimiento, cobro a clientes sobre ampliación de mercado y además, son altamente adaptables a la situación macroeconómica que las rodea. Y aunque en algún momento busquen fondeos de capital, normalmente lo harán cuando deseen crecer y no tanto para sobrevivir.
Buenos ejemplos de camellos son Zoom, la cual comenzó de forma pausada y ahora tiene una valoración mayor a los mil mollones de dólares, y Grubhub, una compañía de entrega de comida que le tomó diez años en llegar a ser pública en la bolsa de valores. Ambas compañías han recibido fondeo de capital, pero a montos mucho menores que las startups unicornios porque sus dueños quisieron construir startups sostenibles y duraderas, que se hicieran camino validando ideas y estrategia de negocios.
Entonces, ¿cuáles startups nos conviene más tener en nuestro país y región? Por más que el unicornio sea muy vistozo y mágico, me voy con las de tipo camello para obtener crecimiento y sostenibilidad.
La autora es asesora y emprendedora.