Dice el Diccionario de la Real Academia que ilusión significa, entre otras cosas, “esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo”.
¿Cuáles pueden ser posibles ilusiones de los costarricenses? Algunos tal vez sugieran temas tan banales como ganar la Copa de Oro, y habrá quien podría enarbolar la bandera de las discriminaciones, o bien la erradicación de los tugurios.
En lo personal, alimento dos ilusiones (casi místicas): que desaparezca el odio que leo en las redes sociales y medios de prensa o escucho en las calles. El segundo, que el Estado comience a pensar en el ciudadano, que trabaje para el ciudadano, que escuche al ciudadano.
En cuanto al odio, me sorprende ver que una persona saque tiempo para ir a esperar la salida de un empresario, que tendrá que enfrentar la justicia, para gritarle mil barbaridades. Estoy seguro de que entre los múltiples daños de ese empresario no está la afectación directa del patrimonio del ofensor. Pero es impresionante el odio que brota de su rostro, el mismo que podemos leer en redes sociales, al punto de que nos preguntemos cómo cambió este país.
Por eso mi segunda ilusión. Tengo la convicción de que parte de ese odio humano proviene de un Estado que ya no sirve a sus fines, atiende pero ya no cumple, observa reglamentos pero no resuelve, ejecuta tareas pero no inspira, exige recursos pero no rinde cuentas.
Son ilusiones que abrazo con fruición, porque estoy seguro de que harían de este país lo que merece. Personas más amables y comprensivas, más receptivas a criterios divergentes y a la vez dispuestas a transar. Con mayor disposición a mejorar las ideas del vecino, y a celebrar el éxito del contrincante.
A la vez, un Estado que provee las condiciones para que ese círculo virtuoso se perpetúe, contagie y nos eleve, a todos, a mayores niveles de bienestar. Un Estado que celebre crear muchos empresarios, que favorezca su crecimiento, que confíe en nuestra palabra, que se afane en que seamos cada vez mejores ciudadanos.
Ilusiones vanas quizás. Pero muchos prodigios han ocurrido a partir de ilusiones.