El árbitro es un juez en tanto ejerce la función pública de dirimir disputas de manera imparcial, aún cuando la ejerce en el ámbito privado, por oposición al estatal. El árbitro también es garante de la confianza en el arbitraje como instituto o sistema.
Cada arbitraje es único. Como en los casos judiciales, son distintas las partes, sus abogadas, el o los contratos en que se basa el caso y naturalmente los hechos y los testigos. En el arbitraje internacional, además, quienes juzgan no solo son distintos en cada caso sino también con orígenes diversos entre sí; las reglas procesales y el idioma también. Por último, el derecho aplicable al fondo de la disputa varía. Además de estos aspectos estructurales, cada arbitraje sigue una evolución única y, gracias a la gran flexibilidad que lo caracteriza, los pasos pueden variar según las circunstancias. Sin embargo, la misión del árbitro es la misma en todos los casos y la misma de los jueces: juzgar.
Para describirla tomo una frase de un expresidente de la Corte de Casación francesa, Pierre Drai, que me parece atinada: “Juzgar es desear escuchar, intentar comprender y querer decidir”. El árbitro debe querer decidir, como bien decía Drai, y debe fundamentar su decisión y exponer sus motivaciones que deben ser, a menos que se trate de un arbitraje en equidad, jurídicas. Por si fuera poco, debemos gestionar la presión por atender las expectativas de eficiencia y celeridad que se busca en el arbitraje.
En el arbitraje comercial internacional no hay cuerpos colegiados permanentes, jerarquías de decisión, aparatos administrativos o estructuras permanentes de apoyo como el Poder Judicial de cada país. Se suma a ello el hecho que contra los laudos solo hay un recurso, el de nulidad, y no se revisa el fondo. Es cierto que la flexibilidad y la autonomía de la voluntad nos ofrece gran libertad para conducirnos; pero es igualmente cierto que ello exige una dosis enorme de estudio y conocimiento, además de sobriedad, templanza y prudencia. En suma, la responsabilidad que pesa sobre los árbitros es enorme, pues debemos cumplir con la misión acordada por las partes, hacer justicia, y también contribuir a que la confianza en el sistema arbitral se vea fortalecida con cada decisión que tomamos.
---
Dyalá Jiménez es abogada y se especializa en resolución de disputas internacionales. Es miembro de las más prestigiosas instituciones de arbitraje del mundo, como el Ciadi del Banco Mundial, el Consejo Internacional de Arbitraje Comercial y el Consejo Internacional de Arbitraje para el Deporte. Es exministra de Comercio Exterior y conforma la Junta Directiva de Cinde.