En estas últimas semanas los medios financieros internacionales señalan, de forma incesante, los cada vez más altos rangos (por sus rendimientos) a los que se negocian los bonos del Tesoro de Estados Unidos (EE.UU.).
El rendimiento del bono de diez años ha llegado a 4,80% desde 3,80% hace un año y 1,50% hace dos años, mientras que el Tesoro de 30 años se negocia en su máximo de los últimos 16 años, en 4,89%.
¿Qué ha cambiado? El discurso de la Reserva Federal (Fed) es el mismo que ha repetido durante el año: la política monetaria será restrictiva mientras no se tenga certeza de que la inflación se ajustará de nuevo alrededor de 2% y hasta que el núcleo inflacionario esté bajo control. Esta narrativa se ha visto acompañada de 11 subidas en su tasa de política monetaria, hoy en 5,50%, con posibilidades de moverse al menos una vez más en los próximos meses.
La diferencia es que finalmente la frase de “tasas de interés altas por más tiempo” se asentó en las expectativas, créditos compartidos entre la Reserva Federal y la política fiscal de EE. UU.
Al final el consumo y el mercado laboral no cedieron tan rápido como se esperaba a la dosis suministrada por la Fed, la esperada recesión continuó posponiéndose durante todo el año y hoy el escenario de que la economía sigue creciendo, aunque de forma modesta y fracturada, acompañándose de inflación y con una enorme deuda pública es el escenario que se manifiesta en los distintos mercados, particularmente en el de bonos.
La medicina aplicada por la Reserva Federal, por si sola, todavía necesitaba de más tiempo para llevar a la economía y a la inflación al objetivo. Con la parte media y larga de las curvas de rendimientos moviéndose rápidamente al alza, el escenario cambia, al tiempo que las perspectivas para un “aterrizaje suave” se disminuyen.
Indicios de fracturas ya se asoman desde el frente financiero y en el frente político las facturas del enorme gasto en que ha caído EEUU por fin están llegando. En este último aspecto, las discusiones sobre el techo de la deuda se han tornado más dramáticas y, mientras tanto, el Tesoro de EE.UU panea emitir $1 trillón estadounidense en deuda durante este último cuatrimestre del año, lo que corresponde al primer incremento de este tipo en dos años y medio.
Con los rendimientos de la parte media y larga de la curva, es importante monitorear algunos sectores más que otros.
Hipotecas
El aumento en los rendimientos de 10 y 30 años en Estados Unidos eleva sustancialmente el costo de las hipotecas de ese país, afectándolas directamente, donde tasas de interés en niveles superiores a 7% son catalogados como “discriminatorios” mientras que cercanos a 8% ya constituyen una amenaza para las perspectivas de todo el sector inmobiliario residencial del país. Los niveles actuales de tasas de hipotecas, en 7,88% en promedio, son los más altos desde el 2001.
De acuerdo con el Wall Street Journal, se han construido casas nuevas porque los propietarios se mantienen en las suyas, conservando sus hipotecas, esto ha impedido una caída en los precios de las viviendas y le ha proporcionado estabilidad al sector. Pero los actuales niveles de hipotecas se encargarán de enfriar la demanda por hogares nuevos, dando lugar al mercado inmobiliario más inasequible de las últimas décadas.
Fondeo
Quizá el elemento de mayor cuidado. Si bien los niveles de apalancamiento de los hogares y empresas estadounidenses no son los observados en el 2008, los actuales niveles, donde el costo de la liquidez y líneas de crédito de corto plazo superan el 5% y los costos de refinanciamiento de la deuda corren más alto, se incrementan las posibilidades de interrupciones en la operación de muchas empresas, y, eventualmente, dispara el costo de la deuda de muchos países, incluido Costa Rica y de forma importante a EE.UU.
Con la curva invertida, donde los rendimientos de corto plazo eran bastante más altos que los de mediano y largo plazo, muchas empresas e incluso Costa Rica, pudieron seguir colocando deuda “brincándose” el tracto afectado por la política monetaria de Reserva Federal. Con el ajuste observado en estas semanas, esa posibilidad se esfuma.
Recientemente observamos a Panamá lanzar deuda al mercado con un rendimiento de 7,45% al 2045, son los rendimientos más altos que el país ha pagado en mucho tiempo.
Para el sistema bancario nacional el fondeo en moneda extranjera se vislumbra como un desafío, pronto serán cada vez menos quienes estén dispuestos a continuar fondeando bancos locales por debajo de las atractivas tasas del tesoro de EE. UU. u otros instrumentos de deuda grado de inversión de corto y mediano plazo.
Así mismo, es cuestión de tiempo para que las tasas activas asciendan a niveles desfavorables.
Moneda
Aquí se pone más interesante. El dólar se apreció durante septiembre y octubre, ganando fuerza contra las monedas más importantes del mundo. Las mejores tasas de interés que ofrecen los depósitos a la vista en dólares y las inversiones de corto y mediano plazo, incentivan a la dolarización.
Para Costa Rica, en la medida en que el colón se ha resistido a seguir esta tendencia, el efecto adverso de la apreciación sobre la competitividad se acrecienta. ¿Por cuánto tiempo? En el pasado ya hemos visto cómo terminan los episodios en que las inversiones en dólares, ajustadas por liquidez y riesgo crediticio, son más atractivas que sus pares locales.