El tipo de cambio cumple diez meses continuos de ubicarse por debajo de ¢550 por dólar con una clara tendencia a la baja que no se ha detenido. No en vano la revista The Economist coloca a Costa Rica como uno de los países con la inflación en dólares más alta en el año 2023.
En conjunto con la caída en el tipo de cambio y su tendencia, el país ha venido enfrentando un proceso deflacionario que se inició desde agosto de 2022 y que ha acumulado una caída del índice de precios al consumidor; es decir, la inflación de colones, de -3,2%. Esta situación nunca se había presentado en el país durante los 48 años de información que publica el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
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Las causas de la deflación son diversas, pero vale la pena mencionar su vínculo estadístico cercano con la apreciación del tipo de cambio. La disminución del valor del dólar, a su vez, encuentra explicación en la recuperación de la economía mundial pospandemia, la cual ha favorecido la reactivación de la llegada de la inversión extranjera y de la llegada de turistas a niveles similares a los observados antes del 2020. Esto le permitió al país alcanzar tasas decentes de crecimiento económico, aunque con una distribución dispar entre sectores.
Sin embargo, la entrada de capitales extranjeros también es consecuencia de la política fiscal y monetaria. Por un lado, el Ministerio de Hacienda ha venido endeudándose fuertemente en dólares, lo cual fomenta la apreciación y con ello un ahorro en el gasto de los intereses de la deuda pública en dólares cuando se expresan en colones. Como lo hemos apuntado en otros editoriales, este manejo fiscal no es más que un artificio tributario sobre los agentes que ahorran en dólares y que reciben sus ingresos en dicha moneda, muchos de los cuales están vinculados a las empresas extranjeras que invierten en Costa Rica. Además, en el caso de que estas empresas paguen a sus empleados en colones, la apreciación provoca que se requiera traer más dólares para pagar los mismos salarios en moneda nacional, como parte del proceso inflacionario que menciona The Economist, lo cual refuerza a su vez la tendencia a la baja en el tipo de cambio.
En el caso de la política monetaria, en el pasado también hemos expresado que se encuentra desfasada. Muestra de ello ha sido el movimiento a la baja de cerca de 100 puntos base que han tenido los bonos de referencia del tesoro estadounidense desde octubre de 2023, mientras que el BCCR solo ha disminuido su tasa de política en 50 puntos base. Esto ha provocado que se ensanchen las diferencias entre tasas locales e internacionales, más aun en un ambiente de mejoría en la calificación crediticia del país, lo cual crea incentivos para la continua atracción de capitales especulativos, como una de las causas adicionales de la apreciación. En palabras sencillas, existe bastante espacio para la reducción de tasas por parte del BCCR, lo cual ayudaría a bajar las elevadas tasas reales que tiene el país y reduciría la presión bajista sobre el tipo de cambio.
¿Qué ha hecho el BCCR durante este periodo? Manipular el mercado cambiario para evitar una mayor apreciación, llevando las reservas monetarias en dólares a niveles históricamente altos y obligándolo a esterilizar la emisión de colones cada vez que compra dólares para evitar presiones inflacionarias, aunque existe espacio para una mayor inflación pues está muy alejado de su meta de 3%.
Mientras tanto, el Gobierno y los agentes económicos que han seguido los incentivos creados por el BCCR para endeudarse en dólares están asumiendo un riesgo cambiario importante. Existe poca evidencia de que el Gobierno esté dimensionando en el mediano plazo el problema potencial que una reversión en el tipo de cambio pueda tener sobre el déficit fiscal, el tamaño de la deuda pública y la inflación.
La paradoja es que mientras la moneda siga apreciada, se daña la competitividad del país de los sectores vinculados a las exportaciones de bienes y servicios. Las quejas de estos sectores se escuchan cada vez más alto. Sin embargo, no se ven grandes señales de que hayan levantado la voz para favorecer y exigir reformas para ser más productivos y generar mayores ingresos sin la ayuda artificial de la política cambiaria del BCCR.