El inicio del ciclo lectivo ha sido siempre un evento que celebra todo el país, con una mezcla de solemnidad y alegría. Estudiantes y familias se alistan desde semanas antes, los centros educativos se reaniman y los docentes preparan sus clases. El primer día tradicionalmente comienza con un acto cívico que reúne a todos, se canta el himno nacional, y la o el director da su mensaje inaugural. Brillan los uniformes, asoman de las mochilas cuadernos que huelen a nuevo. Ondean banderas y manos que se saludan, y en el conjunto se distinguen esas caritas angustiadas de los que van por primera vez, nerviosos y emocionados. Y comienza nuevamente la campana (o su equivalente más moderno) a marcar el ritmo de lecciones y recreos.
Este 2022 el comienzo de las clases sin duda es diferente y tiene un significado especial, fuerte y grave. Para una cantidad importante de estudiantes que se asoman de nuevo a las aulas, es casi como la primera vez, pues han pasado tanto tiempo alejados de ellas, sin estudiar, olvidando lo que habían aprendido y con muy pocos aprendizajes nuevos logrados. Tampoco han podido interactuar con sus compañeros, esos primeros grandes amigos de la vida. En muchos casos no han tenido ese lugar seguro para jugar y conversar que da la escuela. Han perdido un tiempo biológico y sicológico invaluable en su desarrollo.
Los más y los menos afortunados en este extraño cierre de escuelas y colegios regresan rezagados, muy rezagados.
¡No puedo menos que aplaudir vehementemente la reapertura de las aulas! Fuimos de los últimos en la región en regresar, y creo firmemente que algunas no debieron cerrarse nunca, como es el caso de tantas pequeñas escuelas unidocentes, alejadas de las ciudades y ocupadas por unos cuantos estudiantes: 5, 6 o 7, en muchos casos hermanos. Debimos buscar la forma de mantener ese fundamental espacio de aprendizaje y nivelación social abierto. Y haber aprovechado el tiempo para ocuparnos de pendientes de vieja data, como llevar una conectividad adecuada a todos los centros educativos.
Pero seamos positivos, lo importante es que se vuelve a las aulas. Sin este primer paso, no es posible iniciar la nivelación que tanto urge. Una nivelación necesaria, sin duda, pero que no deja de ser un parche en un sistema educativo que hace rato no da los resultados que se requieren.