La recesión a la cual nos dirigimos implica decisiones de política económica más allá de las que la intuición nos ofrece y exige de los policymakers soluciones heurísticas que desafiarán la ortodoxia económica para reducir la destrucción de nuestro producto interno bruto.
Las medidas implementadas por las autoridades legislativas, ejecutivas, judiciales y económicas son necesarias pero claramente no suficientes dada la envergadura que enfrentará, no solo nuestro país, sino el planeta completo.
Nadie duda que los shocks de oferta y demanda agregada que recibiremos serán temporales, y el plazo de la temporalidad y sus efectos, estará limitada por el recibimiento de buenas noticias que disipen las expectativas lúgubres que tienen los agentes económicos. Acciones como el éxito de las medidas de contención de salubridad pública y/o la producción y diseminación de la vacuna para limitar la propagación del virus COVID-19, permitirán volver más pronto al status quo.
Las medidas implementadas (flexibilidad para el pago de los compromisos laborales, fiscales y bancarios) hoy necesarias, van en una única dirección: reducción del gasto que resta al flujo de caja de las industrias de nuestra economía. Sin embargo, estamos obviando que de nada servirán si las empresas, hoy enclaustras en la ausencia de consumidores y llamadas a cerrar, por razones claramente más relevantes que el beneficio económico no reciben ni el más mínimo ingreso.
¿Cuál será el mecanismo de transmisión de los préstamos solicitados por el Poder Ejecutivo y autorizados por el Legislativo al sector productivo, el cual es privado? ¿Habrá una fila por parte de cada empresario pidiendo estipendios al IMAS, MDHA o MEIC? ¿Cómo ofrecer transparente, ágil y rápidamente el equilibrio a la ecuación de un flujo de caja que claramente está siendo aniquilado por la ausencia de ingresos y que de no nutrirlo, de nada servirán los estímulos aprobados, porque no habrá firmas a quién aplicárselos?
La economía financiera ofrece una alternativa que requerirá de la solidaridad y apoyo de una alianza público-privada que rescate temporal y literalmente nuestro sistema económico, ya que la erosión que está sufriendo la economía real despedazará la economía nominal.
Los estímulos monetarios no serán suficientes por que el shock es sobre la economía real, de allí que el instrumento a escoger, debe ser empleado para llevar al corazón de las firmas la liquidez que requieren para seguir su operación, al menos 24 meses a su propio flujo de caja, y en apoyo con las demás decisiones aprobadas y las que restan por estarlo, estimulando la supervivencia de las firmas y con ello de los empleos y, por qué no, del mismo aparato gubernamental.
Fideicomisos particulares
Planteamiento: Supongamos que las cámaras de las industrias de la economía costarricense (turismo, comercio, transporte, negocios detallistas, etc.) conocen los requerimientos de ingresos mínimos que sus agremiados necesitarán para mantener sus operaciones abiertas (planillas, impuestos, pagos de sus operaciones, etc).
Hecha la suma de todas sus necesidades en colones y dólares, se estructurarán mediante fideicomisos particulares garantizados por las acciones de las mismas firmas agremiadas para cada industria, bonos con al menos, 2 años de gracia a tasa fija (para evitar el riesgo de tasa) y en plazos desde los 3, 5, 7, hasta 10 años, de tal suerte que estos podrán ser comprados por los recursos provenientes de los créditos accedidos por el Poder Ejecutivo en el extranjero, sistema financiero nacional (bancos, cooperativas, mutuales, puesto de bolsa, operadoras de pensiones, fondos de inversión, aseguradores y sistema de banca para el desarrollo).
Este fideicomiso, debería también tener el aval del Sistema para la Banca de Desarrollo, y realizar con ello una oferta privada de valores mientras se completan los procesos para la oferta pública; emitidos estos, se pagan los bonos de la emisión privada. Dichos bonos serán la columna vertebral del plan de reconstrucción económica industrial (BPREI) los cuales gozarán de los mismos beneficios que tienen los estandarizados del Gobierno, servirán para ser sujetos de garantía en los mercados de integrados de liquidez, formarán parte de los indicadores de las hojas de balance de los tenedores, satisfacerán los requerimientos de los reguladores para que los agentes regulados puedan negociarlos en los mercados primarios y posteriormente en el secundario, tendrán precio y permitirán desarrollar el mercado de valores tan ayuno de instrumentos de inversión.
Lo anterior se conoce como titularización de los futuros flujos de efectivo, que recibirán las empresas en los próximos 24 meses, de allí los dos años de gracia.
¿Y por qué los bancos no ofrecen créditos a los empresarios necesitados de ingresos? Lo harán, pero no a todos se les podrán otorgar, ya que los bancos serán insuficientes para poder atender tan ingentes necesidades financieras dentro de nuestra economía, además no contarán todas las firmas con los requisitos necesarios, por lo que la distribución del crédito estaría determinado por el tiempo de supervivencia y la capacidad de solvencia de las contrapartes.
Por el contrario, el uso de las cámaras como contrapartes, ofrece un deudor más robusto, y de mayor conocimiento microeconómico de las firmas que recibirán los recursos, serán más expeditos en su distribución y control, permitiendo diseminar los dineros a más firmas de lo que lo haría el crédito bancario.
Una idea como esta, de extenso calado, ocupa la colaboración de TODOS los involucrados. Los bonos deben ser emitidos de forma expedita ya que el tiempo no es nuestro aliado, y deben gozar de los incentivos adecuados; de lo contrario, no fructificarán y lamentablemente seremos parte, tal vez de la depresión más grande que la literatura económica haya tenido registro.