Así como nuestro cuerpo requiere alimento, además de Sol y agua; así nuestra mente también necesita de vitaminas emocionales, de todo aquello que nos impulse y nos ayude a sentirnos bien, con más ánimo y plenitud.
Ya dice la autora Marian Rojas Estapé, que vivimos en una “sociedad inflamada por el cortisol”. Tenemos una sociedad que vive en estado de alerta, alterada y en modo de emergencia, saturada de información y sobreestimulada por diferentes elementos. Todo esto hace que nuestras neuronas estén recableadas y que nuestra atención disminuya constantemente, que nos cueste enfocarnos en lo verdaderamente importante y que incluso carezcamos de vitalidad para vivir tiempo a solas de reflexión, introspección y de conexión auténtica con los demás.
De este modo de vida, viene esa sensación de inquietud, ansiedad y alteración emocional que comienza a generar desgaste y fatiga tanto física como mental y emocional. Lo anterior ligado a situaciones específicas familiares, laborales, sociales y económicas que pueden impactar de manera significativa.
Definitivamente esto tiene que ver con aquello en lo que ponemos nuestra atención. Cuando depositamos el enfoque en muchas cosas a la vez, podemos experimentar mayor desgaste y fatiga tanto física, como mental. Las relaciones nocivas y conflictivas, tanto en la vida personal como en el trabajo, pueden afectar la estabilidad emocional; así mismo los hábitos y elecciones poco saludables.
Entonces debemos preguntarnos, ¿cómo me siento hoy?, ¿cómo me he venido sintiendo a lo largo del tiempo? Si me siento con mayor malestar, desesperanza, ansiedad y cansancio debo preguntarme, ¿qué estoy haciendo para sentirme mejor? Porque todos somos y deberíamos ser protagonistas de nuestra vida, constructores de oportunidades, de cambios positivos y de posibilidades.
Es importante resaltar que todas las emociones son valiosas, por ejemplo la tristeza es también parte de la vida y nos habla de algo que nos está pasando y debemos laborar. No siempre nos sentiremos animosos y alegres, pero sí es fundamental tener conciencia de la búsqueda de bienestar y plenitud, de todo aquello que nos llene de fuerza emocional y dé ánimo en nuestra vida.
Las vitaminas emocionales son todas esas cosas, elecciones, experiencias y personas que nos alientan y que nos nutren emocionalmente. Estas son algunas vitaminas emocionales que podemos fomentar en el botiquín emocional de nuestra vida:
- El amor: es fundamental amarnos a nosotros mismos, amar a los demás y dejarnos amar. El amor es lo que da sentido a cada cosa que hacemos en nuestra vida, lo que impulsa al ser humano a trascender.
- Vivir en gratitud: es fundamental iniciar el día siendo agradecidos con lo que tenemos, la vida, el trabajo, la familia, los amigos. Vivir en gratitud no es ser conformistas, sino ser conscientes de lo que tenemos a pesar de querer lograr algunas otras cosas en la vida. Es decir, el anhelar nuevas metas no nos debe alejar de disfrutar el paisaje del camino que recorremos.
- Buscar espacios de instrospección: nos urge volver a nosotros mismos, conectar con nuestra esencia, con lo que somos. Buscar espacios de quietud y de silencio, a través de los cuales podamos encontrar respuesta a situaciones y retos de la vida.
- Vivir con propósito: es imprescindible vivir con un propósito en la vida que nos inspire, nos impulse y anime cada día. Con ese propósito además, dejar un legado a los demás.
- Conectar con nuestros seres amados: es importante buscar espacios de conexión auténtica con nuestros seres queridos, escucharles y que nos escuchen. Momentos para reír, recordar y crear nuevas memorias emocionales.
- Hacer ejercicio: es fundamental la actividad física ya que esto contribuye a generar neurotransmisores del bienestar como las endorfinas. El ejercicio es considerado un antidepresivo natural, es un estabilizador emocional que no puede faltar en nuestro botiquín emocional.
- Tener contacto con la naturaleza: el contacto con la naturaleza muy necesario. Recibir luz solar, además de proveernos de Vitamina D, nos ayuda a sentirnos mejor y a sincronizar nuestro ritmo circadiano, a tener mayor energía durante el día y conciliar mejor el sueño en la noche. Ver el cielo, respirar aire fresco también nos nutre emocionalmente.
- Practicar el perdón: es fundamental practicar el perdón hacia personas que quizá nos hayan lastimado, e incluso el perdón hacia nosotros mismos (as). Las personas que viven con rencor, se sienten más cargadas emocionalmente y quienes se han reconciliado con su vida y sus experiencias; perciben una sensación de mayor ligereza emocional.
- Establecer relaciones interpersonales de respeto en nuestra familia y trabajo: es importante relacionarnos de una manera sana con aquellas personas que forman parte de nuestra vida, demostrar cuánto les queremos, admiramos y apreciamos. Expresar a estas personas la gratitud que les tenemos; elegir amistades que nos ayuden a crecer y ser mejores cada día. Si nos encontramos con personas que con su comportamiento nos generan malestar, es fundamental enfocarnos en las cosas que podemos hacer. Es decir, en nuestra respuesta ante ese comportamiento y no limitarnos a juzgar a la persona como tal, dado que no tenemos control de sus conductas y elecciones.
- Hacer el trabajo con vocación: esta es una importante vitamina emocional, cuando ponemos cariño a nuestro trabajo, los resultados se optimizan y el desempeño mejora. Trascender haciendo las tareas con el mayor gusto y compromiso posible, nos ayuda a experimentar mayor satisfacción.
Recordemos que cada día es una posibilidad de reforzar el botiquín emocional con nuevas vitaminas emocionales, que nos ayuden a ser personas más sanas y estables emocionalmente hablando. Vitaminas que también podamos compartir con los demás, y llevar así bienestar y vitalidad a donde quiera que vayamos.
La autora es psicóloga, coach y consultora.