Simple y sencillamente por una razón: para constatar el hecho de que algunos de los principales temas de discusión o preocupación en la Costa Rica de hoy son los mismos de hace 24 años.
Precisamente el martes 12 de marzo revisé el primer ejemplar publicado por El Financiero, correspondiente a la semana del 13-19 de marzo de 1995 –en efecto, hoy 13 de marzo estamos de aniversario– y encontré seis asuntos que siguen vigentes después de un total de 1.223 ediciones en papel y siete gobiernos diferentes.
El primero de ellos, la necesidad de recortar el gasto público –planilla estatal, límites en aumentos salariales y modificaciones a los regímenes de pensiones– para contener una crisis fiscal, en medio de la oposición de los sindicatos. Una tarea que estuvo a cargo del equipo económico de la administración Figueres Olsen: Rodrigo Oreamuno, Rebeca Grynspan y Rodrigo Bolaños.
Una tarea en la que se han dado pasos importantes, pero aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, la reforma al régimen de empleo público.
[Actividad económica cierra el 2018 en su nivel más bajo del año]
Segundo, la necesidad de enviarle señales claras a los organismos internacionales en el sentido de que el país está dispuesto a “poner la casa en orden”. De acuerdo con la dirigencia empresarial de aquel entonces “el gobierno debe hacer un esfuerzo para recuperar la credibilidad perdida”.
Recientemente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) le recomendó a Costa Rica aumentar más los impuestos para continuar la reforma fiscal. Asimismo, las agencias calificadoras internacionales Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch redujeron la nota que le dan a los bonos costarricenses en el extranjero debido al nivel de deuda y poco acceso a financiamiento.
Tercer tema que goza de buena salud: la guerra entre clubes de fútbol por la contratación de jugadores. “En esta época ya no es cuestión de amor a la camiseta”, afirmó en 1995 Fernando Villalobos, quien era el vicepresidente del Deportivo Saprissa.
Cualquier parecido con el reciente proceso de contrataciones en el torneo de primera división es mera coincidencia...
¿Progreso o estancamiento?
Reproduzco un párrafo de nuestra primera edición para ilustrar el cuarto asunto: “Ya sea en las juntas de altos ejecutivos o en las oficinas de los bancos, los costarricenses solo hablan de una cosa: el país está en problemas”.
El año anterior la economía costarricense creció a un ritmo del 2,7%. Esto significó una desaceleración en relación con el 3,4% logrado en el 2017. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, se trata de una de las tasas más bajas en los últimos 60 años. Evidencia de ello: empresas que cierran algunas de sus operaciones, otras que frenan inversiones y muchas que recortan sus planillas.
Quinto tópico: “Figueres prevé un año de retos”, dice el título principal de la página 21 del primer ejemplar de EF.
El 2019 es también un año de desafíos: reactivación económica, eurobonos, empleo público, educación dual –ya en la mira de uno de los habituales boicoteadores profesionales–...
Sexto tema. Cito de manera textual otro párrafo de la edición del 13-19 de marzo de 1995: “Dotar a la Administración Tributaria de los instrumentos que necesita para cobrar con efectividad los impuestos vigentes y hacer más justo y equitativo el cobro de dichos impuestos”.
[Diez cooperativas con más excedentes se adueñan del 93% de las ganancias del sector]
Un asunto que es como Italia 90 y el TLC con Estados Unidos, ¡no pasa de moda en Costa Rica! A propósito de justicia y equidad en materia de impuestos, los diputados que ahora se oponen al proyecto de ley que pretende gravar con renta los excedentes de las cooperativas deben explicarle al país –con argumentos técnicos, fundamentados y de peso; no con lamentables estribillos aprendidos de memoria– por qué de repente la dura y sacrificada tarea de sanear las finanzas públicas no es un asunto de TODOS. ¿Por qué unos sí y otros no? ¿Por qué estos privilegios?
Repito la pregunta del título: Y para qué leer un periódico de ayer; en este caso, la edición número 1 de El Financiero. Para tener presente y no bajar la guardia en relación con lo que decía nuestro primer editorial.
“Es necesario tener presente que todo proceso de cambio genera pugnas entre quienes desean mantener las cosas tal como están en la actualidad y quienes propician su modificación. Las posibilidades de progreso o de estancamiento del país dependen, en esencia, del resultado de estas pugnas. El proceso de cambio plantea nuevos retos y peligros y ofrece nuevas alternativas y oportunidades. Para enfrentar las primeras y aprovechar las segundas, el país ha de prepararse. El presente y el futuro dependerán de cómo se preparen y capaciten específicamente los empresarios y los profesionales y, en general, las mujeres y los hombres del país para hacer frente a esos retos y peligros y para aprovechar esas alternativas y oportunidades”.