Adrián Morazán fundó su empresa Simetría Digital en 2014 cuando tenía 27 años para brindar servicios de comunicación y transformación digital para incrementar la agilidad de las plataformas de ventas en línea y en los procesos de producción para la generación de más ingresos. En la actualidad cuenta con 17 colaboradores y desde hace dos años dio pasos en dos mercados centroamericanos.
En ese trayecto y como vicepresidente de la Cámara Costarricense de Pequeñas Empresas, conoce los grandes desafíos que debe enfrentar toda persona emprendedora.
El primero, en el acceso al financiamiento, donde el sistema financiero —incluyendo el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD)— sigue atado a los requerimientos tradicionales.
Se suman los requisitos para contrataciones en instituciones públicas y el peso de las cargas sociales en los costos, pues no se diferencia entre una gran empresa y una pequeña, y la tramitología. Este último problema tiene varias dimensiones.
No hay claridad de cuáles son los requisitos para iniciar un negocio y la persona emprendedora se da cuenta cuando le llegan las notificaciones por supuesto incumplimiento. Además del tiempo en que las entidades se tardan en resolver.
La falta de disposición de las instituciones públicas y de sus funcionarios es un obstáculo común. Él mismo vio en una institución cómo le pedían unos documentos a un representante de un mall que ya sus inquilinos habían presentado.
Los programas orientados al sector (incluyendo las ferias) se dirigen a sectores tradicionales, cuando crecen las pequeñas empresas de servicios.
En su trajín como emprendedor también ve cómo otras personas que impulsan sus propios negocios cometen algunos errores que los llevan al fracaso: asociarse con otras personas de la misma profesión —es más recomendado integrar equipos multidisciplinarios—, la falta de capacitación, las falsas expectativas al iniciar la empresa —“se requieren más de seis meses”— y la escasez de relacionamiento con otras empresas para establecer alianzas.
“Es muy tentador ir a la informalidad”, dice Morazán. “Las empresas se mantienen en un nivel bajo, sin crecer ni desarrollarse, pues no tiene sentido tampoco tener una certificación ISO o Esencial Costa Rica”.
A diferencia de otros sectores empresariales, las micro y pequeñas empresas carecen de recursos propios para solventar la mayoría de estas situaciones. Pero hay opciones.
“Hay que aprovechar las oportunidades para aprovechar las herramientas y que el negocio funcione”, dijo Alonso Vargas, director ejecutivo de la Agencia Universitaria de Gestión del Emprendimiento (Auge), de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Vargas participó como invitado en el episodio de bienvenida del videopodcast Guía para Emprender, de El Financiero, disponible en las plataformas de YouTube, Spotify y Apple Podcast.
Los siguientes episodios serán sobre cómo vender en supermercados, exportación de pymes, tramitología, impuestos, redes sociales y mercadeo digital, creación y desarrollo de una idea de negocio, financiamiento a través del SBD, franquicias, cambio digital y beneficios del registro ante el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC).
Qué hacer
El sector de micro y pequeñas empresas abarca el 94% del parque empresarial registrado como patronos ante la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Si se suman las medianas, es el 98%.
Se suman casi medio millón de personas en el sector informal, la mitad de las cuales son personas que realizan actividades económicas y la otra mitad son asalariados. Asimismo, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) da cuenta de casi 400.000 personas en microempresas del hogar.
En el sector, además, conviven microempresas de subsistencia, negocios en desarrollo, pequeñas empresas que exportan o venden a multinacionales y en supermercados, y emprendimientos tecnológicos. Pero tienen problemas comunes.
Vargas coincidió con Morazán en que el financiamiento es el problema común a los emprendimientos de cualquier tamaño, junto con la carencia de un equipo adecuado y de los conocimientos técnicos para emprender, la falta de eficiencia y calidad en la producción, la mala gestión financiera, y la falta de actitud ante los requisitos que solicitan las empresas a sus proveedores y las recomendaciones de asesores. Pero hay alternativas.
Para enfrentar esas situaciones se debe iniciar por la definición y construcción de un modelo de negocios, invertir en redes sociales y en desarrollo de marca (branding), capacitarse, formarse para la gestión financiera, conocer los ciclos del negocio y de la industria, y tener capacidad para escuchar, tener autocrítica y flexibilidad.
“Las personas que están al otro lado de la mesa, que quieren ayudar, que quieren acompañar en el proceso de emprendimiento, lo hacen con una crítica constructiva y a partir del conocimiento que ya tienen”, insiste Vargas, de Auge.
A quién recurrir
Las personas emprendedoras pueden recurrir a diferentes instituciones y programas de apoyo y de financiamiento. Vargas indicó que, en este campo, hay dos vertientes.
En la tradicional se encuentran instituciones como el MEIC, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el SBD y entidades financieras operadoras (públicas y privadas), y la Promotora de Comercio Exterior (Procomer). Asimismo, cadenas de supermercados como Walmart tienen programas de apoyo, como Una Mano para Crecer.
El MEIC dispone en línea de varias guías para personas emprendedoras, programas de microcréditos, base ajustada al salario para microempresas en el Seguro Social, y tramitología para abrir una empresa, entre otras.
En la vertiente tecnológica se encuentran las incubadoras y aceleradoras, como Auge, ParqueTec, TEC Emprende Lab, Parque La Libertad o Cotai ZN, entre otras. Asimismo, Invert-UP (de ParqueTec), Carao Ventures y Caricaco brindan oportunidades de inversión de capital ángel o de riesgo. Yo Emprendedor y DMNTS (De Mentes; en el canal TD Más) desarrollan concursos para iniciativas de negocios.
El Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) periódicamente lanza concursos para fondos no reembolsables. Hay otras iniciativas impulsadas por entidades como la Fundación CRUSA en alianza con una o varias de las entidades mencionadas.
Las pequeñas empresas también pueden recibir apoyo de los programas de extensión de las universidades públicas. Por ejemplo, de laboratorios para la formulación de productos de salud o en los campos de la agroindustria y los alimentos.
Algunos de estos programas implican un costo específico que debe desembolsar la persona emprendedora, otros son subvencionados. Otros incluso pueden incluir la posibilidad de financiamiento.