Situada en el Golfo de Nicoya (a unos 28 kilómetros de Puntarenas y a unos 10 minutos en lancha) se encuentra Isla Venado, un lugar donde el grueso de la población se dedica mayoritariamente a la pesca artesanal.
Sin embargo, en los últimos tiempos, estos pescadores se han visto en la necesidad de diversificarse, ya que este oficio no siempre proporciona ingresos suficientes para subsistir, debido a la escasez del producto y a los procesos de veda.
Es así como un grupo de vecinos emprendedores encontró en esta pacífica isla una fuente alternativa de ingresos que en el pasado podría haber sido considerada como improbable: el turismo rural.
En los últimos años, este tipo de turismo está siendo cada vez más valorado por los viajeros, ya que supone experiencias más reales, ya que se da un contacto directo con los habitantes de las comunidades, con sus costumbres y con su estilo de vida.
Apoyados en esto es que un grupo de habitantes de la isla decidió unirse hace 10 años y crear la Asociación de Jóvenes Uniendo Esfuerzos para el Desarrollo y la Ecología de Isla Venado (ASJUESDE).
Actualmente, esta asociación está integrada por 15 miembros activos y su principal objetivo es promover a la isla como un lugar turístico alejado de lo convencional, donde los visitantes pueden disfrutar de la tranquilidad que se respira allí, acompañado por supuesto de un buen plato de pescado fresco o mariscos recién salidos del mar.
Según explica la asociación, si bien el objetivo primordial es promover el turismo, también se busca el desarrollo ambiental sostenible de la isla.
Todo esto les ha permitido atraer más turismo a una isla en la que el Internet de alta velocidad llegó incluso hasta finales del 2018 y en la que el número de pobladores asciende a poco más de 1.000.
Hospedaje, área para acampar y comida casera son parte de los servicios turísticos que ofrecen los vecinos de la isla.
Afrontar los obstáculos
Para sacar adelante su proyecto, los asociados cuentan que han tenido que pasar por una serie de obstáculos, como la falta de apoyo gubernamental en el tema de turismo comunitario, aunado a la escasez de información sobre la isla para el público en general.
“Otro de los restos son los accesos; no existe un muelle o atracadero ni dentro ni fuera de la isla. Los horarios de las mareas, los cambios climáticos, así como la competencia desleal, son otros desafíos a los que nos enfrentamos”, comenta Mariana Barrios, miembro de ASJUESDE.
No obstante, pese a que las condiciones no siempre son favorecedoras, los asociados han intentado hacerle frente de diferentes formas. Por ejemplo, en el 2014 recibieron un crédito de Fundecooperación que les permitió fortalecer el turismo rural y así mejorar la calidad de los servicios ofrecidos a los turistas. Ahora, por ejemplo, ofrecen paquetes todo incluido para facilitarles la estadía en la isla.
El resto ha sido una labor de hormiga para irse promocionando, ya sea mediante publicidad de boca en boca y gracias a redes sociales como Facebook.
Según explica Barrios, entre los retos a futuro de esta asociación de emprendedores está el hacer de la isla un sitio 100% turístico, pero aprovechando de forma sostenible los recursos naturales que poseen. Quedan por delante otros desafíos como mejorar la infraestructura del lugar y generar más fuentes de empleo para los isleños.