La crisis del coronavirus implica para muchos negocios la parcial o total paralización de sus operaciones, o al menos una disminución de sus ventas.
La firma global McKinsey & Co advierte que hay varios cambios que los empresarios y emprendedores deben tener en cuenta para planificar su vuelta a la normalidad.
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La pregunta es: ¿cómo será la normalidad?
Nadie puede decir cuánto durará la crisis y es imposible saber qué sucederá después, pero es posible considerar las lecciones del pasado y pensar constructivamente sobre el futuro.
La próxima normalidad podría ser de un crecimiento más lento y una mayor desigualdad o un estallido de innovación y productividad, industrias más resistentes, un gobierno más inteligente y un mundo reconectado. O una mezcla.
Turismo y comercio
McKinsey anticipa que se podrían ver cambios en el turismo, los viajes y el flujo del comercio transfronterizo.
Antes del COVID-19 venían renaciendo políticas proteccionistas y medidas restrictivas de inmigración.
Para hacer frente a la pandemia, los gobiernos cerraron fronteras e impusieron restricciones al comercio de bienes.
Eventualmente, los turistas regresarán y las fronteras se volverán a abrir, pero ciertamente es posible que el status quo anterior no regrese.
Recuperación
La recuperación de las empresas, de sus operaciones y de la logística depende de la preparación que tenían antes de la crisis: solidez de sus finanzas, planes de contingencia, la digitalización y la efectividad de sus acciones durante la crisis.
Muchas empresas tendrán que repensar su modelo de negocios, el perfil de sus clientes, los productos y la cadena de abastecimiento y de distribución, estructura y hasta planes de sucesión, entre otros.
Además, habrá más presión del mercado para incluir factores ambientales, sociales y de gobernanza en los negocios.
Muchas empresas equilibrarán sus prioridades, de modo que la capacidad de recuperación, en todas sus manifestaciones, sea tan importante para su pensamiento estratégico como el costo y la eficiencia.
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Más canales digitales
La emergencia puso en evidencia a las empresas que no contaban con canales digitales de comercialización o de atención a sus públicos (telemedicina, tele educación).
El comercio electrónico ya estaba afectando de manera significativa y visible las ventas de las tiendas físicas. Lo que ha hecho el coronavirus es acelerar un cambio en los hábitos de compra de los clientes.
La telemedicina y la educación virtual, pese a los problemas de las plataformas de algunos centros, dieron un salto, al tiempo que las empresas se dieron cuenta que requerían digitalizar y automatizar varias tareas, procesos, operaciones y servicios.
Las empresas deben estar atentas a los cambios duraderos en las actitudes de los consumidores hacia la distancia física, la salud y la privacidad, una mayor conciencia de la salud, entretenimiento y viajes.
Nuevas formas
Tanto las personas como las comunidades, las empresas y los gobiernos están aprendiendo nuevas formas de conectarse (Zoom, Skype o FaceTime).
Las empresas están aprendiendo a operar de forma remota, a un alto nivel y a una velocidad mucho mayor.
Es muy posible que estas prácticas se mantengan, logrando una mejor gestión y una fuerza laboral más flexible.
Los empresarios tradicionales ahora tienen una mejor idea de lo que puede y no puede hacerse fuera de los procesos convencionales de sus empresas, se sorprendieron ante la velocidad con la que sus organizaciones se movieron e innovaron en sus formas de trabajo.