La situación del mercado, la evolución de la economía, el exceso de tramitología o la falta de financiamiento. Pero con las mismas dificultades hay empresas que salen adelante y otras se quedan rezagadas. ¿Qué hace la diferencia?
“Hay un victimismo: que es culpa de esto o de aquello”, advierte Ana Alfaro, mentora y asesora de empresas. “¿Por qué sí tienen éxito dos empresas de cada diez?”
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Ana estudió contabilidad, primero en un colegio técnico y luego en las universidades de Costa Rica (UCR) y Estatal a Distancia (UNED). Trabajó en un despacho privado de contabilidad y posteriormente en varias entidades financieras, que incluyen cooperativas, bancos y una operadora de pensiones.
Junto con el esposo, hace una década tuvo una empresa de artículos de fiesta durante tres años, lo que le dejó grandes enseñanzas. La primera de ellas fue que no por dominar la contabilidad se tiene garantía del éxito en los negocios. El conocimiento técnico no es garantía en una empresa.
Después de un año donde volvió a trabajar para una empresa de arquitectura, se decidió por iniciar otro negocio de servicios de animación de eventos. “Ya había probado la libertad de no estar trabajando para otros”, cuenta Ana.
Las personas conocidas o que la iban conociendo le preguntaban siempre sobre cómo hizo para tener un nuevo negocio después del fracaso del primero. Poco a poco fue brindando servicios de mentoría y consultoría, orientando a las personas emprendedoras desde cómo iniciar e inscribir una empresa hasta la gestión de la misma. Así fue como en 2017 inició su empresa You Pura Vida.
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En el 2019, Ana y su esposo se plantearon descansar con la empresa de eventos. Como no es sencillo encontrar a alguien de confianza, decidieron hacer una pausa. Para ese momento ya se escuchaba algo de la pandemia, por lo que la decisión fue adoptada a tiempo. Actualmente Ana se enfoca en el desarrollo de la marca personal como mentora de pequeñas empresas y con conferencias en YouTube sobre la necesidad de fortalecer la mentalidad emprendedora.
Durante los cinco años de asesoría, a ella le fue quedando muy presente cuál era la clave del éxito del 20% de los negocios: la mentalidad emprendedora. Bajo ese concepto también se incluyen los hábitos, la disciplina, el orden, la fortaleza emocional y la inteligencia y la flexibilidad para adaptarse a las circunstancias e ir de la mano de los cambios en el entorno.
“Al mes del confinamiento había negocios cerrando”, comenta. “Eso significa que tenían otras situaciones financieras, operativas, de liderazgo y de fortaleza mental que no les permitieron sostenerse, pues muchos otros se adaptaron y nacieron nuevas empresas”.
1. Defina su objetivo
Las personas emprendedoras deben tener muy claro cuál es su objetivo, comprometerse con él y esforzarse por alcanzarlo, a sabiendas que no será de la noche a la mañana. “El deseo debe ser muy fuerte”, advierte como los casos de emprendedores que tuvieron que irse a otro país e incluso empresarios reconocidos que tocaron cientos de puertas antes que los inversionistas o los bancos creyeran en un proyecto que estaban promoviendo.
2. Enfóquese en las oportunidades
¿A qué le va a dar más importancia: a los obstáculos o a las posibilidades? “Durante la pandemia, mucha gente inició un nuevo negocio”, sostiene Ana. De pronto, empujados porque se quedaron sin empleo. Pero, en especial, porque vieron una oportunidad. “Suena a cliché, pero si una persona cree que lo va a lograr, lo logra”, insiste. “El miedo es un autosaboteador en nuestra vida diaria”. Ella considera que el 90% de los resultados surgen de la mentalidad emprendedora y el 10% restante de la estrategia de la empresa, de mercadeo, de ventas, legales, financieras, de producción y de gestión de equipos de trabajo.
3. Voluntad
Si la persona es desordenada con su dinero, sus actividades y sus objetivos: ¿cómo será con un negocio? Los hábitos cuentan tanto como las creencias. “El emprendimiento es un espejo de la persona”, asegura Ana. “La mentalidad ayuda a impulsarse o a frenarse”. Eso implica que las personas deberán enfocarse en cambiar sus hábitos y su mentalidad, lo cual requiere voluntad tanto como si deciden rehabilitarse, hacer ejercicio o salir de una situación personal limitante.
4. Trabajo y paciencia
Con la visión y las metas claras, la persona emprendedora debe recordar que los resultados no se obtienen de la noche a la mañana. “Es un proceso”, insiste Ana. “No es que siembro unas semillas y ya. Hay un proceso de gestación”. En ese proceso la persona deberá cuidar el cultivo, la planta y la cosecha. Lo mismo ocurre con la empresa y con la visión que la persona tiene de lo que quiere llegar a ser.
5. Adaptarse
Los cambios se aceleran cada vez más. Con la pandemia ocurrieron transformaciones que se esperaban para la segunda mitad de la actual década. Eso obliga a adaptarnos. La adaptación implica investigar y estar actualizados sobre los cambios que se están produciendo, capacitarse, entrenarse en nuevas herramientas tecnológicas, ajustar el modelo de negocios, ir probando y ajustando.
Hay que cuestionarse y analizar permanentemente: porqué no funciona un negocio en un sitio y porqué sí en otro; porqué no funciona una herramienta en un negocio pero sí en otro; porqué una empresa exitosa dejó de serlo de la noche a la mañana. El cuestionamiento es clave para no caer en el voluntarismo, cuando se tiene el objetivo claro y la voluntad férrea pero las circunstancias no son favorables. Entonces se busca una solución para adaptarse a las condiciones o se analiza otra alternativa de negocio.
6. Nada es color de rosa
Todo emprendimiento y todo cambio lleva un esfuerzo, sacrificio y mucho dolor. El cambio mismo implica un duelo: se dejan de hacer cosas como se hacían antes y eso implica un ajuste que no siempre es sencillo. Lo nuevo va a llevar un aprendizaje y todos los aprendizajes tienen caídas, como cuando aprendemos a andar en bicicleta. También debemos tener presente que no somos el centro del universo y que tendremos que adaptarnos a las nuevas realidades. No es al revés: que la realidad se adapte a nosotros. “La primera inversión, a tomarse en cuenta en el plan de negocios, debe ser para la mentalidad del dueño del negocio y sus líderes”, recalca Ana.