Cuatro de cada 10 desempleados es una persona de 15 a 24 años en Costa Rica desde al menos del 2019. Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) indican que la situación se mantiene en este grupo de edad.
Contradictoriamente, es posible que en su comunidad las empresas tienen vacantes y no encuentran personal con las habilidades necesarias. Las pequeñas y las medianas empresas (pymes) también podrían impulsar iniciativas de capacitación de jóvenes desempleados en situación de vulnerabilidad social y que sirva de conexión con empresas que requieren personal.
“Para las pymes la alianza con otras pymes es clave”, dijo Paula Sánchez Orozco, gerente de recursos humanos de Matra.
Matra cuenta con un programa llamado Motor de Oportunidades que en junio próximo espera iniciar el curso de capacitación para montacarguistas, enfocado en mujeres y en la sede ubicada en El Coyol de Alajuela, y en el segundo semestre también realizará otra para cosechadoras de caña en Guanacaste. La empresa está en proceso de definir los detalles.
LEA MÁS: ¿Cuáles son los beneficios para su pyme de un programa de responsabilidad social?
De acuerdo con el Barómetro Laboral, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en la mayoría de los países las personas jóvenes enfrentan con más intensidad el desempleo debido a la salida anticipada del sistema educativo, la falta de habilidades y de formación técnica para el trabajo, y la carencia de experiencia laboral. En Costa Rica, los jóvenes son uno de los grupos de edad con menor representación entre la población ocupada y mayoritario entre la población desempleados.
Componentes
Las iniciativas de responsabilidad social de las compañías abarcan una amplia diversidad de áreas.
La Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED) cuenta con 103 empresas asociadas que invierten un total de $635.000 en proyectos de impacto en ambiente, cuidado infantil, educación, disminución de la deserción, capacitación virtual y empoderamiento de la mujer, entre otras áreas.
En el campo del emprendedurismo se impulsan iniciativas en zonas rurales, financiamiento con capital semilla para emprendedoras con apoyo del Sistema de Banca para el Desarrollo y herramientas de autoevaluación de sus prácticas de sostenibilidad.
Paralelamente un grupo de entidades bancarias y financieras firmaron hace un año, por impulso de Cámara de Bancos e Instituciones Financieras, el llamado Protocolo Verde para la Banca, que promueve acciones como financiamiento a proyectos con beneficios socioambientales, que impulsen el consumo consciente de los recursos naturales y que desarrollen la cooperación e integración de esfuerzos entre las entidades que se comprometieron con ese protocolo
Los programas de responsabilidad social para capacitar jóvenes en vulnerabilidad social y desocupación permiten capacitarlos y generar conexiones para empleo
Para el éxito de programas de capacitación para la empleabilidad, como Motor de Oportunidades de Matra, se requiere que las personas propietarias y la gerencia de las pymes impulsen las iniciativas o den su patrocinio y respaldo de forma que pueda calar en el ADN de la empresa y que las personas colaboradoras se involucren de lleno capacitando jóvenes.
Matra inició su programa en 2017 cuando identificó que sus clientes tenían necesidades de contratar personal capacitado en diferentes zonas del país. Entonces se identificaron necesidades y herramientas de desarrollo de habilidades técnicas y sociales para que puedan incorporarse en el mundo laboral.
Se definieron cursos de operarios de montacarguistas, apiladores y cosechadoras de caña. Los cursos se desarrollan con grupos que oscilan de ocho y 10 personas, con una duración de 252 horas entre teoría y práctica (equivalente a cuatro meses, dos veces por semana). En ese caso se brinda una beca completa (equivalente a $5.400 por persona). A cada participante se le entrega un kit de implementos que requerirán, equipo de seguridad y capacitación de salud ocupacional.
Para seleccionar a las personas participantes se realiza un proceso de reclutamiento, que incluye pruebas psicométricas y de actitud, así como un mapeo para verificar que cumplan los perfiles: jóvenes en situación de vulnerabilidad socioeconómica y con mínimo sexto grado.
Al iniciar los cursos se activan otros actores: los instructores, que son parte del personal de la empresa que aportan el tiempo; los padrinos y las madrinas de cada muchacho o muchacha, que les ayudan a superar retos y miedos, así como a celebrar sus logros; y las empresas que requieren personal capacitado en esas áreas. Se contempla, además, soporte psicológico para que superen la situación emocional generada por el desempleo.
En tres años se ha capacitado a 90 personas. Aunque en la pandemia hubo un impasse por el confinamiento, el programa se reactivó a mediados de 2021 con protocolos de seguridad sanitaria. “La meta es graduar al 100% de los estudiantes”, dijo Paula Sánchez.
La ejecutiva recalcó que es en el caso de las pymes es fundamental entender las necesidades, que se pueda conectar con el propósito del negocio y socializar a nivel interno para que exista confianza en el programa para que los colaboradores apoyen, se involucren y aporten.