En los negocios a veces hay que retroceder y tomar impulso de nuevo. Eso es lo que demuestra Coffee Kids, un emprendimiento que acaba de realizar la apertura de su local en Pinares de Curridabat y retoma así sus planes de expansión.
“Tenemos una misión clara”, destaca Johan. “Ser un lugar donde cada menor de edad se sienta como en su habitación y cada adulto esté como en su casa”.
Coffee Kids abrió un local de 958 metros cuadrados en Heredia, con un concepto que combinaba cafetería para personas adultas y espacio para entretenimiento de menores de edad.
El éxito del concepto hizo pensar a sus fundadores, Johan Coto y su esposa Kendy Ulate, en la expansión con apoyo de inversionistas y también con el modelo de franquicia. Ambos son muy prácticos y activos, por lo que empezaron sin dilación a implementar su plan.
A principios de 2020 abrieron, precisamente bajo el primer modelo, su segundo local frente a Distrito 4, en Escazú, con una inversión de $300.000. No les fue mal en ese inicio en el este del Área Metropolitana, pero la pandemia cambió la situación.
El local de Escazú se mantuvo unos dos meses, precisamente durante el confinamiento, pero no soportó. Johan y Kendy se concentraron en el Coffee Kids de Heredia: implementaron un servicio express propio y se apuntaron a las aplicaciones de entregas o delivery. Los clientes no los abandonaron, pues reconocían también la calidad del menú.
Con la reactivación y la mayor confianza de los clientes para salir, adoptando también las medidas sanitarias exigidas en ese momento por el Ministerio de Salud. Además, Johay y Kendy vieron que los consumidores se inclinaban por lugares con espacios amplios y abiertos para seguridad, una de las tendencias de ese momento. Entonces dieron un paso de alto riesgo.
A unos cincuenta metros de Automercado, carretera a Barva, vieron una casa muy linda y con un amplio espacio. El local era ideal. Ahí se trasladaron hace un año y tres meses con una inversión de $80.000, donde aprovechan el mobiliario de la cafetería de Heredia y parte de lo que no se pudo vender de la de Escazú.
Se pasó de un sitio que podía albergar a 26 personas a uno para 120, sumando adultos y menores de edad. Pero no se trataba solo de irse a un local más amplió.
Parte del cambio fue renovar menú, crear nuevos espacios para niños, niñas y adultos aprovechando el tamaño y la arquitectura del local, así como los espacios abiertos pues se cuenta con amplias áreas de parqueo y jardín. Así pasaron de seis a 18 colaboradores. ¿Y los resultados?
Johan afirma que entre semana tienen una ocupación promedio de 50% y que el fin de semana se supera la capacidad, por lo que llegan clientes que deben esperar. Además, como el enfoque es brindar la mejor experiencia posible, es común que algunos clientes permanezcan durante horas. Hora de retomar los planes.
Un sondeo de la Cámara Costarricense de Restaurantes y Afines (Cacore) en noviembre de 2020 estimó que 5.000 locales, de un total de 19.000, no lograron reabrir ese mismo año luego de las medidas de confinamiento.
De acuerdo al Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) entre marzo y diciembre de 2020 el sector de actividades de alojamiento y servicios de comida tuvo tasas mensuales de decrecimiento entre 31% y 59% (el máximo en ese periodo, registrado en agosto de ese año).
A partir de marzo de 2021 el sector empezó a crecer entre 33,5% y 68,8% (iciembre de ese año). En enero de 2022 el sector registró un crecimiento de 60,4%.
Cuando Coffee Kids abrió el local de Escazú, muchos clientes del este del Área Metropolitana preguntaban cuándo abrirían en esta otra zona. Al local de Heredia llegan también clientes del Curridabat y Tres Ríos que también lo preguntaban. Nunca se descartó la idea.
Hace seis meses Kendy y Johan empezaron a analizar si reabrían en Escazú o en el Este. Revisaron datos propios y de las plataformas en línea. La decisión final se aceleró cuando vieron un local que les permitía implementar el concepto de espacios amplios y abiertos. “Vimos una casa en Pinares y nos enamoramos de ella”, dice Johan.
El nuevo local es de 1.700 metros cuadrados, casi la mitad de áreas verdes (donde se ubicó el playground, domo, trampolín y una casita, entre otros), con capacidad para 150 comensales y espacio interno para juegos (legos, pizarras, tablets, muñecas, juegos interactivos y de aprendizaje), videojuegos y para mayores de edad. La inversión no fue pequeña.
En el Coffee Kids de Pinares se invirtieron $215.000, para lo cual tenían un poco más de la mitad en ahorros y para el resto se recurrió a créditos personales con una cooperativa y un banco privado.
Johan explica que intentó tramitar un crédito para pymes en el banco donde maneja las cuentas del negocio, pero que el proceso es demasiado engorroso y lento por las regulaciones bancarias que se les piden a las entidades. “No fue posible. Duraban seis meses en el trámite y necesitábamos poner a funcionar el local”, explica.
El lunes de Semana Santa abrieron en Pinares y toda la semana la ocupación fue total. En esta segunda semana de operación se ha mantenido al 40% y esperan que el fin de semana aumente y sea total. La ocupación de Heredia no se vio afectada, lo cual les sorprendió.
Johan, que se mantiene como director de marca, dice que maduraron la estructura con una estas aperturas. Además de una junta directiva donde participan personas externas a la empresa que ayudan con sus puntos de vista, incorporaron gerentes y jefes de servicio en los restaurantes.
Mantienen también un servicio externo que maneja lo contable y las finanzas, tarea que supervisa Kendy. Y empiezan a analizar la reapertura en Escazú, las propuestas que reciben de inversionistas y también el modelo de franquicias.
Por encima de esos cambios, la misión se mantiene inamovible. “Todo invita a quedarse y a que los clientes se sientan como en la casa”, recalca Johan. “El enfoque es brindar una experiencia. Buscamos que la gente se sienta como en la casa”.