Luis Gómez y su esposa Patricia Zúñiga tenían un supermercado, llamado Yodi, en San Rafael de Oreamuno, en Cartago.
Con el fin de extender su negocio, en 1996 decidieron ofrecer el servicio de panadería, pues en la zona el pan que se vendía no era de muy buena calidad.
Aunado a ello, muchas veces los proveedores de ese producto no lo traían y los clientes se quedaban esperando.
Invirtieron en la compra de un horno y de una batidora y contrataron a un panadero.
Su idea tuvo éxito. A la gente le gustaba mucho el pancito caliente, tipo baguette, y se triplicaron las ventas.
Como vieron que les fue bien, empezaron a ofrecer el pan en otros sitios, como pulperías de la zona. Pronto estaban vendiendo a 40 negocios.
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Luis era el que horneaba el pan y lo repartía entre sus clientes.
Actualmente, el negocio se denomina CrujiPan y tiene más de 20 años de operar.
Se ubica en el parque industrial de Cartago y se encarga de distribuir pan, repostería y queques a diferentes empresas e instituciones.
Incluso crearon la franquicia Yodi, que consiste en panaderías que venden dichos productos.
Crecimiento y necesidad de innovar
Dado el éxito que empezó a tener la empresa, que incluso los llevó a pasarse de local, se diversificaron y comenzaron a vender pan para hacer sándwiches y hamburguesas, galletas, pan dulce y repostería variada.
Además, compraron más hornos y contrataron a una mayor cantidad de personal. En total, trabajaban cuatro personas en la panadería.
Posteriormente, por medio de un préstamo, adquirieron una propiedad de dos plantas en Cot de Oreamuno y la remodelaron.
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Hace 11 años, la ingeniera industrial Rebeca Gómez ─hija de Luis y de Patricia─ se incorporó a la empresa, pues sus padres requerían su apoyo, y hoy ella es la gerenta general.
La pyme, que tiene 49 empleados, comenzó a exportar sus galletas (crearon ocho tipos) a países como Jamaica, República Dominicana y Estados Unidos.
Sin embargo, como había tanta competencia con las galletas, tiempo después sus ventas decayeron en ese producto.
También se incrementaron las panaderías que fabricaban su producto estrella, el baguette, y perdieron mercado.
Todo este panorama obligó a la pyme a buscar nuevas oportunidades, como venderle a instituciones públicas e innovar.
Rebeca empezó a investigar y a llevar cursos de contratación administrativa.
En el año 2014, incursionaron en el mercado de venta de baguette y repostería congelados, que tienen la ventaja de que pueden repartirlos a cualquier hora y quien hornea es el mismo cliente.
La nueva alternativa dio resultados, pues permitió “nivelarse nuevamente”. Cada día, la empresa elabora 7.000 baguettes.
Con el propósito de expandirse, llevaron un curso en la Cámara de Comercio y crearon la franquicia Yodi, que son panaderías que venden los productos de CrujiPan.
Hoy existen cuatro de ellas en Cartago, de las cuales una la administra la familia.
De acuerdo con la emprendedora, la idea es llegar a toda la Gran Área Metropolitana (GAM).
Otro nicho al que ingresaron, que no era su fuerte, es el de elaboración de queques de cumpleaños.
Desde hace dos años y medio, ellos se encargan de confeccionar queques personalizados para las fiestas que se realizan en los diferentes restaurantes de McDonald’s.
La emprendedora de 33 años contó que el venderle a la transnacional les ha abierto muchas puertas.
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Otros clientes que adquieren su pan y repostería son ocho hospitales públicos, como el San Juan de Dios; el Hospital México; el Max Peralta, de Cartago; el William Allen, en Turrialba, el Hospital de la Mujer y el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), entre otros.
Uno de sus mayores planes es venderle a los comedores de empresas industriales, pues ven que es un mercado muy atractivo y que ya están listos para dar ese paso.
“Hay que arrollarse las mangas y meterse de lleno porque, si no, no funciona. No es solo ponerle amor, sino de verdad trabajar por ello e implica tiempo. La gente cree que va a tener más tiempo si trabaja propio y no, al contrario”, recalcó Rebeca.