Geovanna Fernández trabajó 15 años en Walmart en recursos humanos, fundó el Estanco Verde, un establecimiento que comercializa a granel en Curridabat, y ahora planea consolidarlo antes de extender el negocio como franquicia.
Ella se retiró de la cadena de supermercados porque necesitaba cuidar la salud, debido a que no podía seguir en oficinas con aires acondicionados, y para dedicarle tiempo a sus nietos.
Antes de salir de Walmart ya sabía lo que quería hacer. “La idea nació hace muchos años por una convicción familiar y la preocupación por el uso del plástico ”, dice Geovanna.
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Tenían también la preocupación por el abuso con los agroquímicos y la calidad del agua que se usan en los cultivos.
Vecina de San Isidro de Heredia, ella y muchos de sus familiares no encontraban en el mercado una oferta que les satisfaciera: empaques plásticos y muy grandes, que generan desperdicios y desechos, así como dudas sobre la seguridad para su salud.
A Geovanna misma, que padece algunos problemas estomacales, le habían contraindicado el consumo de hojas verdes como las lechugas porque no había seguridad de que fueran libres de químicos y menos de si se usaba agua potable.
Cuando buscaba alimentos libres de químicos y orgánicos encontraba “algo por aquí y algo por allá”.
No había nada en un solo sitio.
Se dio cuenta que también tenía familiares y amistades que producían alimentos frescos y saludables, pero no podían comercializarlos.
Una amiga produce café, una prima hace queques de zuquini, una hermana también vende chile chipote en salsa.
Durante cuatro años le dieron vuelta a qué hacer.
Hicieron un primer intento vendiendo jabón amigable con el ambiente a granel en San Isidro.
Por fin se decidieron a realizar un estudio de mercado y descubrieron que había oportunidad para un establecimiento que vendiera a granel y productos saludables, al estilo de una tienda de comestibles y especialidades.
La tendencia entre los consumidores estaba creciendo.
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El estudio también les mostró que el lugar donde habían pensado instalar el negocio, Escazú, tenía menos posibilidades de éxito que en la carretera vieja a Tres Ríos.
Y una diseñadora se encargó de mostrarles opciones de mobiliario e iluminación.
Así abrieron el pasado 12 de julio en el centro comercial Mabinsa, en Pinares de Curridabat, unos 400 metros al este de la estación de servicios La Galera.
“Aunque la situación económica del país no es la mejor, y no es un buen momento, decidimos que queríamos ser parte de la solución y no del problema”, explica Geovanna.
En el Estanco Verde los consumidores encuentran más de 300 productos de unos 34 proveedores, la gran mayoría con empresas pequeñas.
Aquí se puede encontrar infusiones, té, café, mantequillas de diversas semillas, legumbres, especies y condimentos, bebidas naturales, kombucha, quesos, semillas y arroz.
Además, se ofrece productos de limpieza para el hogar y de cuido personal, vajillas y jabones biodegradables, empaques de vidrio, huevos de pastoreo, fruta de pan, tacacos y naranja agria, entre otros.
Los dos últimos se cultivan en la finca en donde vive Geovanna.
En el Estanco Verde también se comercializan bolsos producidos por grupos de mujeres en situación de vulnerabilidad, que reciben el apoyo de una fundación.
Eso sí, para comprar en el Estanco Verde hay que llevar su propia bolsa de tela o un recipiente de vidrio para algunos productos, pues no se empacan productos en plástico.
Durante la semana es atendido por dos muchachas, pero los fines de semana –aunque Geovanna es la propietaria– se incorporan otros familiares a ayudar.
“Lo que queremos es tener este punto de venta como una uva, consolidarlo y en uno o dos años poder abrir otros con el modelo de franquicia”, responde ella sobre los planes a futuro.
¿Hay posibilidades?
“La gente nos pregunta cuándo abrimos en otros lugares. Hay una gran preocupación por el ambiente y por la alimentación”, asegura Geovanna.