Happy Box empezó como una forma de generar ingresos hace un año, en los momentos más difíciles de la pandemia, con la idea de vender cajas de regalo entre familiares y amistades, pero se convirtió en una opción para empresas, incluyendo multinacionales presentes en el país, para realizar reconocimientos a su personal.
El emprendimiento en la actualidad es representante de la marca estadounidense Snack Magic, que también surgió en 2020, en la región para envíos a varios países de la región. “Queremos volvernos en el proveedor de confianza para que las empresas se mantengan comunicados con sus colaboradores, ya sea que se mantengan en trabajo remoto y presencial”, dice María Isabel Chaves.
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La idea de crear y vender cajas de regalos fue de sus hijas Isabela y Daniela en junio de 2020. El propósito inicial era venderlas en la vecindad y entre amistades y familiares.
De hecho, se convirtió en la única fuente de ingresos del hogar que encabezan María Isabel y su esposo Álvaro Mesén, exportero de la Liga Deportiva Alajuelense y de la Selección Nacional de Costa Rica.
María Isabel había renunciado en noviembre de 2019 a su trabajo en Próxima Comunicación para dedicarse a varios proyectos. Le pidieron que se quedara y se mantuvo en esta agencia hasta febrero de 2020. Al mes siguiente, inició la pandemia y el confinamiento. Los proyectos se cayeron.
Álvaro era representante de marcas internacionales y se dedicaba a importar sus productos al país. Pero la actividad se detuvo con la pandemia, el confinamiento y el cierre de fronteras en el país, en la mayoría de los países del continente y de Europa y Asia.
Con la reactivación económica, las actividades de ambos apenas se empiezan a reanimar.
El emprendimiento, bautizado como Happy por la mascota de la casa, empezó a promocionarse en redes sociales y tuvo su primera prueba de fuego para el mes de agosto, para el Día de la Madre. Se vendieron 150 cajas de regalos a diferentes clientes que las iban encargando. Pero en setiembre de 2020 llegó un pedido sorpresa.
Una reconocida firma transnacional les encargó, de un solo, 136 cajas para el Día del Niño. Hubo que correr, comprar los materiales y reorganizar la logística. Las compras las hacía María Isabel, pues solamente una persona de la burbuja familiar podía ingresar a las tiendas donde adquirirán los insumos. Ella tomaba fotos de los materiales y las enviaba a las hijas, quienes daban su aprobación o rechazaban comprar.
“Son muy exigentes y detallistas”, dice María Isabel. La experiencia también las ha llevado a nuevos niveles de desarrollo personal. “Para ellas ha significado un gran crecimiento. Aprendieron a invertir el capital, a calcular los costos en Excel, a buscar ideas en Internet, a definir qué hay que conseguir, a tomar y subir las fotos de calidad de los productos e incluso a cómo elaborar contenidos de comunicación”.
María Isabel cuenta que incluso los textos que ella aporta para las publicaciones en redes sociales y otros canales digitales como la página web son autorizados por Daniela e Isabela. También Gabriel, el hijo menor, se involucró en la iniciativa y recibe su remuneración.
El pedido de la firma internacional se logró atender en tres días con ayuda de vecinos, amistades y familiares. Había que llevar cada caja a una dirección distinta y no siempre eran exactas o correctas. Álvaro se encargó de realizarlas, pero se tuvo que recurrir a por lo menos unos 30 Ubers.
La experiencia facilitó la preparación para lo que vino después y sirvió para probar tanto el potencial como la logística y la capacidad para atender los pedidos. Además, encontraron un mercado en el cual no habían pensado: el de las empresas multinacionales, en particular, que requieren hacer un reconocimiento a sus colaboradores.
Para las empresas también implica acercarse y fortalecer la relación con el personal que se encuentra en trabajo remoto, especialmente, como una ayuda clave para los departamentos de recursos humanos. A las empresas les permite motivar, mantener el contacto, aumentar el compromiso y fidelizar a su personal.
En Costa Rica, durante el año anterior crecieron tanto los envíos de micro y pequeñas empresas. Correos de Costa Rica reportó que las suscripciones aumentaron 68% y los envíos un 160% por medio de su servicio Pymexpress.
Happy Box cuenta con un amplio catálogo para aniversarios, eventos, reconocimientos de labores o logros, entre otros, incluyendo kits de relajación (compresa de ojos para descansar, vela aromática, entre otros) y de entretenimiento para familia (juego de mesa, snacks y una bebida).
Se ofrecen también las cajas tradicionales con vino, sangría y productos gourmet, así como cajas de productos artesanales, como las que se están preparando para el próximo Día de la Madre (que incluye jabón artesanal, velas, compresa y repostería).
María Isabel dice que las cajas son innovadoras, con material de imitación de madera, y personalizadas, pues las empresas pueden grabar el logo, mensajes inspiracionales y el nombre de la persona colaboradora. También se entregan bolsas, canastas y cajas de otros materiales, según prefiera la empresa.
Los costos por caja de regalo dependen de lo que las personas o las empresas deseen, pues hay desde ¢13.000.
La entrega se hace de forma directa o a través de proveedores de servicios express, algunos de los cuales eran personas que se dedicaban al transporte de estudiantes y se quedaron sin trabajo. Incluso uno de los que se encargan de las entregas era productor de eventos y compró una moto.
“Lo más importante es que nos hemos vuelto en un brazo de los deptos de recursos humanos para una solución innovadora”, recalcó María Isabel.
Para el final del 2020 ya la familia tenía claro su mercado, la capacidad de producción y la logística para cumplir las entregas. De hecho, recibieron pedidos de mayor volumen, para los que también contaron con la colaboración de varias vecinas, que también ganan.
Los retos y las dificultades no han faltado. Hace dos meses recibieron un pedido de 450 cajas de una firma. Pero Álvaro estaba encerrado en el cuarto en cuarentena pues fue diagnosticado con covid-19. María Isabel, Daniela, Isabela y Gabriel tampoco podían salir. Pero se organizaron y lo lograron.
“Ellas tienen el compromiso y saben que todo debe ir bien, desde la presentación hasta los detalles”, recalcó María Isabel.
Actualmente Happy Box cuenta con diez empresas clientes, algunas eventuales y otras permanentes. Incluso por recomendación de una de ellas, obtuvieron la representación de Snack Magic —que requerían un partner local— para hacer regalos tropicalizados (de acuerdo al catálogo de Happy Box) en la región. Empezaron con dos envíos y han realizado hasta 30.
María Isabel dice que ya se empezaron a reactivar las consultorías y las actividades que tenían antes de la pandemia, pero que el emprendimiento continuará.
“Ellas se visualizan como profesionales”, dice María Isabel. “Cuando hablan del futuro tienen claro que deben contar con varias actividades. Happy Box enseña que es posible emprender, que se debe hacer con excelencia”.