Cuando Rossy Garita empezó a estudiar su maestría en la Universidad Nacional (UNA) un profesor le dijo: ‘¿qué hace aquí, si usted no es ni gerente ni empresaria?’
El proyecto final para obtener el postgrado fue crear una empresa informática, Rossmon, que ya tiene dos décadas, sigue generando empleo y lanza nuevos productos, como una app para aviación con información de aeropuertos para aerolíneas y pilotos.
“Soy la única de ese grupo de maestría que tiene empresa actualmente”, dice Rossy, a modo de desquite.
Rossy estudió ingeniería informática en la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit), innovación en la Universidad Latina de Costa Rica y maestría en administración de la información con énfasis en gestión de proyectos en la UNA.
El postgrado lo realizó hace veinte años y para obtener el título la tarea era un proyecto. Como a ella siempre le ha gustado el emprendedurismo, su trabajo final era crear una empresa. Y lo hizo en 2004.
“Todos en la maestría eran empresarios y gerentes”, recuerda Rossy. “El profesor en el primer curso me preguntó qué hacía ahí. Le respondí que estaba en la maestría como un hobby. Le prometí que iba a obtener las calificaciones, porque sí podía”.
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Ya para entonces ella daba clases en el Colegio Universitario de Cartago (CUC). También laboró como directora de proyectos en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Interamericana.
Como docente se dedica a cursos de bases de datos, programación, administración de proyectos y emprendedurismo, con lo que hace el puente entre la informática pura y la realidad de cómo fundar y desarrollar un negocio. Con su empresa se enfocó en el desarrollo de soluciones a nivel empresarial y de instituciones.
Rossmon se dedica a brindar servicios de outtasking, un nuevo modelo de contratación de servicios tercerizados (outsourcing) en el que las empresas firman acuerdos para la gestión de determinadas tareas informáticas muy específicas.
La firma desarrolla soluciones de logística, contable financieras, recursos humanos, comercio al detalle (retail), costos, migración de sistemas a nuevas plataformas (incluyendo software de inversiones, pensiones, crédito o administración de datos), tanto on premise (instalados) como en la nube con la plataforma Azure Microsoft.
Entre sus clientes hay empresas grandes, medianas y pequeñas e instituciones públicas, con proyectos de diferentes presupuestos.
Actualmente la planilla es de 22 personas, la gran mayoría informáticos y tres personas en lo administrativo. La firma cuenta con dos áreas (dirección de innovación y transformación tecnológica y dirección de proyectos).
La oficina se encuentra en Cartago, pero desde el 2020 —por la pandemia— sus colaboradores realizan trabajo remoto tanto desde la misma Vieja Metrópoli y San José, como desde regiones fuera del Valle Central, incluyendo Ciudad Neilly, Pérez Zeledón, Los Santos, Limón, Ciudad Quesada y Guanacaste. “Hubo un aumento de la productividad del 40%”, asegura Rossy.
La industria tecnológica local sigue renovándose. Un estudio de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) indica que las empresas especializadas en tecnologías vinculadas a la Cuarta Revolución Industrial representaron en 2021 el 22% de las 450 desarrolladoras del país.
Las firmas costarricenses ofrecen servicios de computación en la nube (20%), integración Industria 4.0 (19%), Internet de las cosas (13%), automatización de procesos robóticos (10%), big data (9%) y otros. Hay firmas con soluciones también en ciberseguridad, X-Reality (que incluye realidad virtual y aumentada), inteligencia artificial, impresión 3D y cadena de bloques (blockchain).
El 42% de las desarrolladoras tiene clientes en el sector de alimentos, seguido de dispositivos médicos (39%), farmacéutico (28%) y agrícola (26%), así como otras empresas de tecnología de información y comunicaciones (54%), servicios empresariales (54%), banca-finanzas (49%), salud, seguridad, retail y logística. El estudio de Procomer destaca que el 78% del sector exporta y que esos ingresos representan el 37% de sus ventas totales.
Rossy dice con orgullo que Rossmon compite contra grandes empresas locales, como Grupo Babel o Encora (antes Avantica). El sector en su conjunto sigue creciendo, empujado por la digitalización desde el 2020, con una alta demanda de recursos especializados en la tecnología.
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El primer proyecto que Rossmon desarrolló fue para el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), un café Internet llave en mano. Incluso empezó a dar clases en esta entidad. La docencia es clave para su empresa, pues ella se propuso siempre dar oportunidad a los jóvenes técnicos en informática —”saben tanto y hacen lo mismo que un ingeniero”— e ingenieros, a través del programa que denomina la Burbuja Tecnológica.
En esa misma época un colega docente en el CUC le recomendó que empezara a participar en licitaciones públicas. Lo hizo y empezó a obtener contratos como proveedora de servidores a instituciones como distribuidora de Hewlett Packard (HPE, actualmente). También ganó contratos de consumibles (equipos y accesorios para impresoras y multifuncionales) en varias entidades. No eran poca cosa.
Las contrataciones incluían brindar servicios de soporte y mantenimiento, lo que aseguraba ingresos operativos por varios años. Cada contrato iba reforzando la experiencia demostrada de la empresa y ella ganaba por su estrategia, pues al contratar recién graduados del técnico del CUC garantiza igual calidad y sacaba ventaja en costos.
Entre los contratos que más recuerda está uno con el Banco Nacional de Costa Rica, para brindar soporte en consumibles a las sucursales de la entidad en Cartago, de donde Rossy es y dónde tiene la oficina de Rosscom.
Otro contrato fue con el Instituto Nacional de Fomento Cooperativo (Infocoop) que empezó en 2008 y recién concluyó en 2020 para mantenimiento en sistemas programados en lenguajes de Java y Oracle. Aquí también estuvo a cargo del desarrollo de diferentes sistemas.
Se le suman proyectos en Junta Administrativa del Servicio Eléctrico Municipal de Cartago (Jasec) y Mutual Cartago de Ahorro y Préstamo (Mucap), así como en el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). En 2008, con apoyo de Procomer también incursionó en Panamá.
Son dieciséis clientes en total a lo largo de estas dos décadas y en algunas ha tenido contratos hasta por toda una década. Ella lo atribuye a esa ecuación que ha mantenido entre costos y calidad. Además, tiene una baja rotación de personal (duran de dos a cuatro años con la empresa), pese a la alta demanda de informáticos en el país.
“Hay pocas empresas fundadas por mujeres. He tenido incluso que recurrir a abogados para garantizar que las licitaciones no me las quiten por ser mujer”, dice Rossy.
Su propia experiencia no solo la inclina a brindar oportunidad laboral a jóvenes informáticos. También es muy receptiva a sus ideas. Fue así como surgió un nuevo proyecto que ahora lanzan al mercado.
En 2021 uno de los colaboradores, Raúl Monge, actual encargado de la dirección de innovación y oriundo de Santa María de Dota, en la zona de Los Santos, viajó a Argentina a realizar un curso de piloto de aviones.
Dos años antes, Raúl se había graduado como ingeniero informático en la Universidad Politécnica Internacional. Un amigo trabajaba en Rossmon y lo lleva a la empresa. Raún y Rossy conversan y ella lo contrata de inmediato para que le ayudara en los desarrollos de varios sistemas de los que estaban a cargo en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), uno de los clientes de la desarrolladora.
“Hubo buena química y se dio la oportunidad de trabajar en los proyectos”, dice Raúl.
Raúl estuvo en Argentina entre agosto y noviembre de 2021 realizando el curso para piloto privado. Desde allá se mantenía en contacto con los equipos y proyectos de Rossmon, pero descubrió algo más.
En Argentina hay una gran cantidad de aeropuertos pequeños, debido a las distancias y para cubrir las necesidades de transporte entre ciudades del interior. Pero se carece de información del clima y de extensión, estado y barreras al final de las pistas, entre otros.
Cuando Raúl regresó en diciembre pasado a Costa Rica, le comentó a Rossy. Fue cuando se formó la dirección de innovación y se inicia una propuesta “más seria” de una solución: una app que centraliza la información de los aeropuertos.
Rossy y Raúl destacan que la solución tiene un alto valor para las entidades reguladoras de la aviación de los países latinoamericanos, los mismos aeropuertos, las aerolíneas y los pilotos, que pueden actualizar la información y utilizarla, sin tener que recurrir a apps genéricas o externas de clima, por ejemplo.
La app, denominada Nuvian, centraliza la información y puede ser utilizada por los pilotos sin conexión durante los vuelos. Si las direcciones o entidades reguladoras y los mismos aeropuertos actualizan los datos, los pilotos reciben una notificación cuando están en tierra y tienen conexión wifi o celular.
En este momento se está en contactos, presentaciones y negociaciones con empresas y entidades interesadas de México, República Dominicana, Panamá, Costa Rica y Argentina, por supuesto.
La aplicación fue desarrollada también con la misma metodología de Rossmon, apoyándose en los jóvenes de la Burbuja Tecnológica.
“Nos enfocamos en la transformación digital y con colaboradores jóvenes que requieren la inserción laboral”, recalca Rossy. Para ella sigue siendo fundamental que la pregunta no sea “¿qué hace aquí?”, sino que se enfoque en lo que se puede hacer, independientemente de la edad y el género.