Usted se hospeda en su propio condominio en Los Altos Resort, puede cocinar ahí si desea o ir al restaurante, mirar el hermoso paisaje de Manuel Antonio, ir a tres playas más a través de senderos en medio del bosque, aprovechar el spa y recibir clases de yoga.
En tiempos normales muy visitado, a ocupación completa, por turistas de Estados Unidos, Canadá y Europa, ahora ofrece paquetes para el público y las familias de Costa Rica con precios rebajados, como parte de las estrategias de la industria local para la reactivación.
Donde estaba antes eran unas propiedades sin ocupación alguna y que se talaban para mejorar sus posibilidades de venta.
Oren Marciano, su actual gerente general, estaba de viaje en el año 2002 en Costa Rica, mochileando con un amigo.
Oriundo de Nueva York desde aquí le contaba a su familia lo bien que estaba pasando y los lindos paisajes con que se encontraban. Su padre y su madre decidieron viajar y unirseles.
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Su padre era un empresario de bienes raíces, con una empresa en sociedad en medio del auge del sector inmobiliario de EE. UU. que se dedicaba precisamente a construir condominios.
Estando en Manuel Antonio vieron una propiedad que les interesó, la compraron y empezaron el desarrollo en el año 2006, aprovechando el mismo concepto de los condominios.
Los Altos Resort empezó a operar tres años después, en media crisis económica, cuyo estallido había ocurrido en 2007. Inicialmente el proyecto era el doble de tamaño.
“Fue difícil abrir”, confiesa Oren. “No éramos hoteleros. Aprendimos poco a poco”.
Cuando inició la construcción, Oren se vino a vivir a Costa Rica y estudió en la Universidad Nacional, en Heredia, un postgrado en conservación y manejo de la vida silvestre, uno de los programas más reconocidos a nivel regional.
Ya había estudiado informática en la Universidad de Lehigh en Pennsylvania.
Él no pensaba dedicarse al hotel, pero el gerente que habían contratado se fue precisamente cuando Oren terminaba la maestría y tuvo que hacerse cargo a mediados del 2010, a las dos semanas de terminar la tesis.
Sus dos carreras le ayudaban en el nuevo reto, pues la hotelería tiene desde esa época un fuerte componente tecnológico (para darse a conocer en los diferentes mercados, las reservaciones, la operación y la gerencia).
De hecho Oren contrató a un informático costarricense para que, con su equipo, desarrolle un sistema gerencial –que también pueda usarse en otros negocios– que se ajuste a lo que necesitan.
Los primeros cuatro años se fueron levantando el hospedaje, resolviendo situaciones gerenciales pendientes y encaminando el hotel.
Entre 2014 y 2016 sintieron que ya estaban dando un salto, con mejor mercadeo y manejado la operación para que los clientes salieran más contentos.
Oren incluso se casó en 2017 con la costarricense Catalina Valverde (y ya tienen un hijo: Gael) y la celebración fue en el hotel.
Los años siguientes el ritmo siguió incrementándose, con un turismo en auge.
“El 2020 iba a ser el mejor año”, sostiene Oren, como quien recuerda las perspectivas que habían visto tiempo atrás y ahora ve la realidad que impuso la pandemia del COVID-19.
Los Altos Resort cuenta con 28 condominios en total.
De ellos, 24 son de tres dormitorios y son para seis personas en total.
Hay otros cuatro condominios, los penthouse, que tienen cuatro dormitorios y tienen capacidad para ocho personas.
En total el hotel tiene capacidad para 160 personas, pero su máxima ocupación la dejan en 130 en las temporadas altas.
El hotel cuenta con servicios propios.
Un restaurante con los tres tiempos de comida, un bar y una cocina a la par de la piscina, spa, gimnasio (“el más grande en Manuel Antonio”), sala de juegos (billar, ping pong, futbolín, air hockey y minibasket).
La joya del hotel es la reserva privada más grande asociada a un hotel en la zona: 3,5 hectáreas que incluyen bosque secundario. Este bosque se une con el que está en la zona marítima, sumando ocho hectáreas en total.
Los turistas pueden recorrerlo a través de senderos que los conducen hasta Quepos (son unos seis kilómetros de distancia), a la playa principal y a tres hermosas playas más: Karolas (a un kilómetro del hotel), Tulemar (a 900 metros del hotel) y Bisanzs (a 2 kilómetros).
Oren, que por su postgrado aprecia e impulsa el fortalecimiento de esta reserva, dice que el bosque está bastante recuperado e incluso se observa una vida silvestre con animales que antes no se encontraban en el lugar.
“Lo pensamos porque el Parque Nacional Manuel Antonio se llena mucho y se ofrece como alternativa, con guía y en la parte privada sólo para los clientes, especialmente ahora por la necesidad del distanciamiento”, detalla Oren.
En el hotel también hay una tienda conveniencia, un minisuper, para los clientes que desean cocinar. Incluso se les ofrece clases de cocina con un chef en el mismo condominio.
El spa cuenta con cuartos de masaje y espacio para manicure, pedicure y faciales, aprovecha las vistas panorámicas al mar.
Los clientes también pueden solicitar el servicio de spa en el condominio, para lo cual se traslada una camilla.
El hotel cuenta con espacio para yoga Antes de marzo se daban clases de yoga tres veces por semana. Ahora no está en horario regular, pero se puede pedir.
En marzo anterior el hotel estaba lleno. Tenía a más de 100 huéspedes. Pero ya se venían escuchando las noticias sobre el avance del COVID-19.
Oren cuenta que nunca se le olvidará el 18 de marzo del 2020, el día cuando se cerraron las fronteras.
Una tras otra empezaron a recibir las cancelaciones de reservaciones que tenían para los meses siguientes, pues todavía estaban en temporada alta.
Intentaron hacer reprogramaciones con los clientes, pensando que la pandemia iba a ser temporal. De unos días, tal vez de unas semanas.
El último cliente salió el 26 o el 27 de marzo.
El repentino cierre fue estresante especialmente las primeras semanas, en particular por los colaboradores, que normalmente viven económicamente ajustados.
Las medidas de los bancos, adoptadas en aquellos meses, ayudaron a dar más tranquilidad y abril y mayo fue de repensar la estrategia a seguir para cuando se diera la reapertura en junio anterior.
Como eran un hotel, al igual que la gran mayoría de las empresas del sector en el país, orientado al turismo externo, no se había hecho mucho mercadeo a nivel nacional.
A mediados de junio empezaron a recibir clientes costarricenses. Los mejores momentos son los fines de semana largos. La última semana se vieron afectados por los bloqueos.
Oren tiene claro que el turismo nacional permite reactivar el negocio y generar ingresos para mantener la infraestructura del hotel, que en la zona se ve afectada por el calor y la humedad, y el empleo de unos 50 colaboradores.
La mayoría actualmente trabajan con horario reducido y otros todavía están acogidos a la suspensión de contratos, pues prefieren esperar a que la situación se resuelva.
Las tarifas se redujeron hasta la mitad de los precios normales, por noche: desde $245 en el condominio de un cuarto para dos personas hasta $720 en un condominio penthouse para ocho personas, más el Impuesto al Valor Agregado y desayuno incluido.
Los clientes pueden realizar sus reservaciones por medio de la página web, redes sociales, correo electrónico y teléfono.
Aparte del esfuerzo de mercadeo a nivel nacional, también se adoptaron las medidas y protocolos exigidos por las autoridades y siguiendo las mejores práctica del sector a nivel mundial: uso de mascarillas, lavados y desinfección de manos, desinfección de zapatos al ingresar y de maletas, distanciamiento social y ocupación parcial de áreas múltiples.
Los condominios se vuelven a ocupar 24 horas después, entre una reservación y otra, para que el área quede limpia y desinfectada. Asimismo, los clientes pueden solicitar que el personal de aseo no ingrese a los condominios o que les lleven el desayuno.
–Oren, ¿cuál es el principal atractivo que ustedes ofrecen?
–El estilo de los condominios– me responde.
Y explica.
Los condominios tienen 240 metros cuadrados de una planta con cocina completa, dormitorios y sala; mientras los penthouse tienen 400 metros cuadrados y son de tres plantas: en la primera se encuentra la cocina, el comedor y tres dormitorios, en la segunda el dormitorio principal y en la tercera una terraza privada con un jacuzzi.
“Todos son ideales para mantener la burbuja social y el distanciamiento, cocinar dentro del condominio”, explica Oren. “Es un espacio con privacidad, que es algo que se busca más actualmente. Tiene todas las comodidades. Todos con balcones y vista al mar, para disfrutar el paisaje ya sea cuando llueve o cuando esté despejado. Son ocho niveles y conforme el condominio está más arriba, mejora la vista”.