Luigina Campos tuvo que hacer una pausa hace cinco años para tomar una decisión. Tenía un muy buen puesto en el Banco Nacional, pero sus servicios de asesoría en imagen habían crecido y le demandaban más tiempo.
Renunció al banco, se enfocó en su negocio, empezó a dar conferencias en Costa Rica y en otros países de América Central, ganando más clientes, renovó su sitio web, acaba de publicar su primer libro y prepara otro sobre su especialidad, y atiende clientes en otros continentes.
Ya tiene más claro cuál es su siguiente paso. “Quiero avanzar más en lo digital”, dice. Lo que ocurrió durante la pandemia le da la razón.
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Luigina nació en San José. Es descendiente de italianos que se afincaron en San Vito, en la zona sur.
Debido a las limitaciones económicas la perspectiva que tenía hacia su futuro era trabajar para pagarse una carrera.
Por eso ingresó al Colegio Vocacional Monseñor Sanabria, en Desamparados, de donde se graduó en el año 2000 en secretariado.
Desde antes de eso tenía claro que la corrección, la postura, cómo se camina y cómo se presente una persona abre o cierra las puertas en los negocios o en su carrera profesional.
Al salir de secundaria quería ser escritora. Ya escribía poemas y una novela, que un profesor perdió.
Como había sido muy buena estudiante –el mejor promedio siempre– le decían que debía seguir una carrera con números.
Ingresó a la Universidad Internacional de las Américas (UIA) a finanzas, al tiempo que trabajaba en la Junta de Protección Social.
Se inclinó por especializarse en auditoría, donde podía combinar sus habilidades con las cifras, las finanzas y la escritura, para la presentación de informes.
En 2002 ingresó al Banco Nacional y ahí estuvo hasta el 2015, en puestos de auditoría, supervisora de auditoría y analista financiera.
Estudió asesoría de imagen, al mismo tiempo que colaboraba en el mismo banco para desarrollar códigos de vestimenta e imagen.
En 2008 terminó la carrera de asesoría de imagen física y coaching de imagen interna, con un centro ubicado en España.
Luego prosiguió con una maestría en imagología en México en centro Imagen Pública, la cual duró dos años y también incluía cursos virtuales, cursos presenciales y presentación de proyectos.
Poco a poco empezó a tener clientes. Trabajaba en el banco en horario de 6 a.m. a 2 p.m. Desde las 3 p.m. atendía clientes en sus oficinas, en una cafetería o en sesiones de compras de ropa.
Los servicios de asesoría e imagen se dirigen a personas que desarrollan su marca y la de su emprendimiento, según los objetivos y la estrategia que se definan.
Se incluye el área física, el lenguaje no verbal y cómo viste, que implican las sesiones de compras y hasta de cambio de look.
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El desarrollo de marca personal supone, por supuesto, la unificación de la imagen de redes sociales y de la imagen física. Otro ámbito abarca la presencia ejecutiva: cómo desenvolverse y comunicarse, etiqueta, protocolo y comportamiento en eventos.
Luigina explica que se trabaja a nivel de seis imágenes subordinadas: ambiental, verbal, física, audiovisual, visual y profesional.
La ambiental implica que la imagen de la persona se define según su ambiente o contexto, pues debe existir coherencia.
A nivel de negocios se trabaja desde las instalaciones, los colores, los uniformes, el ambiente.
La mayoría de las veces el profesional, el ejecutivo y la empresa tienen una idea de lo que quieren proyectar de sí mismos, pero su público meta tiene otra imagen de ellos.
De la resolución de esa contradicción dependerá la confianza que tengan en la persona o en la empresa. El requisito fundamental es la autenticidad.
–¿Y cuánto cuesta?– le preguntó.
Hay dos formas de obtener los servicios: uno es un paquete de $1.500 para un proceso completo de desarrollo de marca personal, cuya duración depende del cliente; la otra forma es suscribir módulos quincenales o mensuales con un costo promedio de $150.
Estando en el banco abrió una boutique, pensando en asociarle la consultoría en imagen. Pero no duró mucho. Luigina se dio cuenta que por ahí no era la estrategia.
En 2011 ella misma –cuando se hablaba poco de tener un sitio web personal, redes sociales o influencer– creó su página en Internet a través de una plataforma llamada Wix.
“Estaba muy orgullosa porque lo había hecho yo misma”, cuenta Luigina.
Actualmente suma casi 60.000 seguidores en Facebook, Instagram, Twitter, Pinterest y LinkedIn.
En 2015 se decidió por dejar el banco y enfocarse en el negocio. Dice que muchas amistades, incluyendo algunas que trabajaban con ella en el Nacional, la felicitaban por haber dado ese paso y se lamentaban de no haber sido tan valientes.
“Siempre le digo a las personas emprendedoras: nunca digas nunca”, recalca. “No es necesario tener un gran presupuesto. Hay que ir poco a poco”.
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La clave para dar el paso fue haber hecho la base de clientes desde años atrás. No fue fácil. No se hizo sin sacrificios. Incluso cuando iba a tomar la decisión de renunciar al banco la meditó con su esposo.
Abrió su oficina en Escazú y también empezó a trabajar como vestuarista en un canal de televisión nacional.
El negocio de la asesoría siguió creciendo y dejó el canal.
Ha asesorado a más de 3.000 personas. Con más de 1.000 ha trabajado el proceso completo y con el resto lo ha hecho con los módulos.
Ahí incluye personas de todas las profesiones: médicos, psicólogos, empresarios, gerentes de bancos, ingenieros civiles, periodistas, publicistas, informáticos y emprendedores.
El mayor porcentaje son mujeres, pero en los últimos años creció la cantidad de hombres, al punto que ya hoy son el 45% de la cartera.
El año anterior empezó a escribir un libro para sistematizar el proceso de mejoramiento de imagen que debe seguir una persona.
Se dio cuenta que era un libro que podría ayudarle a quienes ya habían completado el proceso.
Entonces empezó otro libro dirigido a quien debe dar los primeros pasos, una guía práctica.
Al mismo tiempo estaba dando conferencias especialmente en Panamá, Costa Rica y Guatemala y trabajando con los clientes.
Con la pandemia ella continuó atendiendo a sus clientes y dando cursos de coaching interno a mujeres mediante una plataforma de videoconferencias, pero sobre todo retomó la guía.
El libro se acaba de publicar y se puede adquirir en Amazon: el digital por $8,99 y el físico por $15,99.
La idea es mostrarle a las personas cuál es la ruta a seguir, cómo proyectarse de forma auténtica y fresca, cómo definir una marca, cuáles son los elementos que aportan al estilo y los requisitos básicos de un guardarropa.
Ella aconseja establecer una estrategia, tener claro lo que se desea transmitir, el público meta y la industria en la que cada persona está.
Lo segundo a lo que se debe poner atención es la vestimenta: colores, contraste, ajuste y aliño. Todo debe orientarse a reflejar energía.
Por ejemplo, aconseja usar blanco y un color oscuro o fuerte, no necesariamente el negro. Esto da una imagen poderosa e influyente.
La prenda, evidentemente, debe tener el ajuste correcto: la talla, el ruedo, que nada sobre ni falte.
El aliño tiene que ver con el cuidado del cabello, uñas, maquillaje y la piel, “la carta de presentación”, una dimensión que incluso los hombres ya empiezan a tomar más en cuenta.
Lo tercero es tener las prendas que no pueden faltar: un blazer azul tanto para hombres como para mujeres; camisa o blusa blanca, que combina con todo y dan contraste (“nunca estarán mal vestidos con blanco”).
A todo eso se debe agregar: tener elegancia, buena postura, sonreír (una sonrisa abre espacios y nos conecta), ser genuinos.
Luigina dice que no solo se trata de gestionar las redes sociales, porque uno de los factores es lo visual y muchas veces no hay coherencia entre lo que se publica en Facebook o Instagram.
La imagen tiene tres dimensiones: la interna (la personalidad y cómo se siente y se percibe una persona), la externa (lo físico, donde hay que trabajar según la profesión y el objetivo) y la estética: el estilo.
“Se parte de lo interno, porque tiene que ser auténtico”, insiste. “Debe existir un balance entre las tres dimensiones”.
Y después de la publicación del libro: ¿qué sigue?
“Avanzar más en lo digital”, responde.
Acaba de estrenar la nueva versión de su página web, donde ofrece cursos virtuales.
Planea terminar el segundo libro y consolidar el mercado regional, junto con los nuevos mercados que se han abierto: México, Colombia y Perú.
Planea más.
“Lo digital me ha abierto las puertas en otros mercados como España, India, Singapur, Inglaterra y Estados Unidos”, detalla Luigina. “Antes estaba enfocada en Centroamérica y con lo virtual se han abierto otros mercados”.