Elizabeth Ramírez y Andrea Rojas nunca se habían visto y solo se habían conocido a través de correo electrónico y WhatsApp cuando decidieron iniciar su negocio de productos para el cuidado de la piel naturales, orgánicos y biodegradables Nyura Biocosmética.
Ahora comercializan sus diez productos de cuidado facial y corporal en hoteles, están a punto de venderlos en aeropuertos y por medio de sus redes sociales, incluyendo Facebook, pero apuntan a vender en línea cuando tenga su sitio web y exportar. “También estamos pensando en nuevas líneas”, dice Elizabeth.
En el 2020 ambas empezaron a buscar nuevas actividades, pues la pandemia les había afectado de distintas formas. Andrea trabaja en el sector hotelero en Guanacaste y con la pandemia del COVID-19 su contrato fue suspendido parcialmente. Elizabeth era maquillista y todas las citas con las clientes quedaron canceladas en medio del confinamiento.
Ninguna quería ni podía quedarse de brazos cruzados.
Elizabeth había sacado secretariado en el Colegio Técnico Profesional de Flores, en Heredia, en 2001. Luego se casó con Rodney Rodríguez, quien se dedica al comercio y con quien compartía el cuidado de dos hijas: Emily, hoy de dieciocho años, e Isabela, de ocho años.
No concluyó sus estudios de publicidad en la universidad pues, además de la familia, tuvo varios emprendimientos como una librería, una soda y manualidades.
En 2016 empezó como maquillista a domicilio, aprovechando sus habilidades en belleza y las técnicas y conocimientos aprendidos en cursos de depilación facial con hilo. Lo que más se hacía era perfilamiento de cejas y llegaba a tener hasta 15 clientes por mes, atendiendo a domicilio pues no abrió salón.
Cuando las citas de marzo y abril de 2020 empezó a ver qué hacer, pues necesitaba ingresos para los gastos de la familia que ella cubría y los personales. Como ya venía trabajando en el área de belleza, seguir con productos y servicios en esta área no le era extraño.
Siempre le había llamado la atención la cosmética natural, en especial por la vocación ambientalista de Costa Rica y empezó a buscar dónde realizar cursos. Y lo halló.
En Barcelona existía una academia que brindaba cursos de formulación de cosmética natural. La pandemia los estaba obligando a pasar de clases presenciales a cursos en línea.
Que sea por Internet no significaba que fuera menos exigente. Los cursos virtuales implica varias actividades usuales ya en las carreras en línea en diferentes niveles, desde técnicos hasta postgrados: materiales en PDF, videos y foros.
Para los trabajos las estudiantes deben basarse en investigaciones científicas —no en cualquier información que encuentren en Internet— y las fórmulas que cada una elabora deben enviarlas para que los profesores las evalúen. Son muy estrictos. El curso inicial duró cinco meses y la inversión no es barata. Ahí se conocieron Andrea y Elizabeth.
Eran las únicas costarricenses en el curso. Como es complicado encontrar proveedores locales, Elizabeth preguntó si en la academia tenían contactos en Costa Rica. Le dieron el de Andrea. Se comunicaron inicialmente por correo electrónico y luego por WhatsApp. Así decidieron iniciar su negocio. “No nos conocíamos”, afirma Elizabeth.
Y sin conocerse decidieron asociarse en octubre de 2020. Aunque Andrea reiniciaba su trabajo en hoteles a los dos meses, cuando empezaba la temporada alta de turismo y volvían los turistas, ella quería seguir el emprendimiento. En el mismo mes de diciembre fue cuando se conocieron físicamente.
Andrea viajó hasta la Rivera de Belén, donde vive Elizabeth, porque tenían que armar los paquetes de productos que habían vendido para ese fin de año a clientes que los venían probando. En ese momento empezaron también la promoción en redes sociales. Las ventas se fueron dando.
Nyura Biocosmética ofrece dos líneas artesanales de cosmética natural, incluyendo aromas, que abarcan diez productos con materias primas vegetales (no utilizan ningún insumo de origen animal) y se compra de productores de agricultura orgánica. Incluso las materias primas importadas son reguladas por Ecocert, una entidad europea especializada en la cosmética natural.
En la línea de productos faciales se incluyen:
—Cremas con colágeno vegetal para el día (pensada como antioxidante), que contiene extracto de arándanos y pepino, así como extracto del albinos albus (un colágeno vegetal).
—Lavanda y caléndula, que incluye cuatro productos: crema de noche, cero nutritivo, desmaquillante y mousse limpiador facial: estos cuatro funcionan como calmantes de la piel y antiinflamatorios;
—Contorno de ojos: enriquecido con extracto de té verde, granada, y cafeína para desinflamar, despigmentar (disminuyendo la coloración de la ojera) y atenuar arrugas en esa áreas.
En la línea de cuidado corporal ofrecen:
—Arnica: es un extracto de una planta y funciona como venotónico (ayuda al sistema de circulación de la sangre) y centella asiática (potencia las propiedades con el mismo propósito). En esta línea, cuenta con gel de ducha y crema corporal.
—Crema de manos: con mantequilla de mango y extracto de mango para el aroma; tiene cera carnauba (que es una cera de original vegetal y para evitar la resequedad).
—Exfoliante corporal de café y coco: es una crema exfoliante para utilizar dentro de la ducha y que remueve las células muertas de la piel, al tiempo que hidrata y humecta la piel sin dejarla grasosa.
En los siguientes meses quedaban muchas tareas por hacer, pues la producción y comercialización de este tipo de productos requiere cumplir con los requerimientos formales del Ministerio de Hacienda, seguridad social (como las pólizas de seguros) y los permisos de salud. Además, había que trabajar la imagen. Pero se presentaron varias desazones.
La primera desazón fue el alto gasto del registro sanitario, pero encontraron que para las pymes había un menor costo por una especie de descuento. En mayo se obtuvo el permiso de funcionamiento, lo que permitió obtener el sello de pyme y con él, el permiso sanitario. Y había que rediseñar las marcas, las etiquetas y los empaques. Pero se necesitaban recursos.
Ahí vino la segunda desazón. Los ingresos todavía no permitían empezar otras iniciativas para vender más. Consultaron en los bancos, con la idea de obtener financiamiento vía el Sistema de Banca para el Desarrollo. Les respondieron que no calificaban. Siguieron buscando opciones.
Elizabeth preguntó, entonces, en un chat del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) por financiamiento para pymes. Les dieron información sobre Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, que brinda asesoría y acompañamiento durante el proceso de formalización y luego también da seguimiento y capacitaciones sin costo. Recientemente anunció que dispone de ¢2.000 millones para personas emprendedoras y micro, pequeñas o medianas empresas (mipymes).
En Fundecooperación asignaron un encargado de darle seguimiento y atender la solicitud de información de Nyura Biocosmética.
La empresa tiene mucho potencial, pues despertaron interés de hoteles que brindan servicios de spa a turistas europeos y estadounidenses. Además, se lograron posibilidades para vender a través de tiendas en los aeropuertos de Liberia y Juan Santamaría. Pero se requería otras etiquetas con motivos ambientales y envases, en especial de material reciclable.
Un informe de mercado de Grand View Research, una firma de investigación de mercados con sede en la India, estima que para el 2025 el mercado de productos de higiene personal orgánicos facturaría casi $13.300 millones, en especial en Canadá y Estados Unidos (35% de las ventas), Europa y Asia Pacífico (27%). En 2014 las ventas globales eran de apenas $2.820 millones.
Aparte del interés de los consumidores por productos naturales, el mercado se ve impulsado por los avances tecnológicos, que permiten incorporar y extraer activos de cada vez más productos naturales, el incremento de la producción orgánica y la disponibilidad de certificaciones y estándares legales para los cosméticos orgánicos y las materias primas.
Nyura Biocosmética recibió el crédito en noviembre de 2021, lo que les daba tiempo para comprar e importar materias primas pensando que para mediados de enero siguiente debían abastecer los puntos de venta de los aeropuertos que tenían planeado abrir en este mismo mes. No solo eso.
Se pudo incorporar a una hermana de Elizabeth, Martha, en la producción. Ella ya ayudaba de forma intermitente desde finales de 2020.
Estuvieron a tiempo.
Aunque en los aeropuertos aún deberán esperar, por atrasos en las entregas de los puntos, Nyura Biocosmética ya coloca sus productos en el hotel Origins Lodge, en Bijagua de Upala, y en Armonía Holística, en Belén, aparte de las clientes que ya están muy fidelizadas.
Los planes apuntan a varios mercados ahora: negocian el ingreso en una cadena de supermercados y quieren empezar a exportar, pues saben que un producto de cosmética natural desde Costa Rica, trabajando con los estándares estrictos y mantener la línea artesanal, significa una gran oportunidad. Y trabajan en nuevas líneas de cosméticos naturales.