Roberto Meza instaló su oficina en el balcón de su apartamento en San José cuando, en marzo de 2020, se decretó el confinamiento por la pandemia del Covid-19. “No me gustó”, cuenta.
Recurrió a dos ayudantes, uno experto en trabajo de madera y otro en metal. Pero no lo lograban. Se comunicó, entonces, con uno de sus socios en la empresa de arquitectura Sphera, para que le ayudara.
Se reunieron por Zoom y utilizaron SketchUp, un programa de diseño gráfico y modelado en tres dimensiones (3D). Roberto le decía dónde colocar los muebles. Quedó fascinado con la posibilidad de participar en el rediseño de su propia casa y de ver el resultado inmediatamente.
Roberto empezó a compartir las ideas en el grupo de WhatsApp que tenía con María José Castro y Alfredo Enciso. A ellos los había conocido a través de contratos entre las empresas en que trabajaban.
Lo que siguió fue una avalancha de decisiones que dieron nacimiento a Pancake, un emprendimiento de base tecnológica que ya hizo una primera recaudación de capital, en la cual obtuvieron más de lo que esperaba, para desarrollar el servicio en Estados Unidos, y se encamina a otra ronda para impulsar su expansión.
Roberto es ingeniero civil de profesión graduado de la Universidad de Costa Rica y máster en construcción sostenible de la Universidad de Colorado en Fort Collins, cerca de Denver. Es un apasionado de la sostenibilidad y de surfear, que es lo que más le gusta hacer aunque se califica como muy malo.
Hace doce años fundó una compañía llamada Sphera con otros socios, que también opera en la actualidad y brinda servicios de consultoría y de administración de proyectos de construcción sostenibles en el sector inmobiliario. Conoció a María José cuando Sphera fue contratada por la compañía donde ella laboraba.
María José estudió hotelería en la Universidad Interamericana (luego absorbida por la Universidad Latina de Costa Rica) y trabajó durante doce años como directora en una firma que administraba hoteles boutiques de lujo en Costa Rica. Ahí contrató a Sphera para la administración de proyectos de los hoteles que estaban remodelando. Asimismo, Sphera contrató a la compañía Pupila, la compañía de Alfredo, para que realizará un rebranding.
Alfredo estudió diseño gráfico en la Universidad Veritas y en 2010 cofundó Pupila, un estudio de diseño gráfico que trabaja con clientes de más de veinte países. Una de las iniciativas que desarrolló con la empresa es la fundación del Festival Internacional de Diseño, que se realizó en la Antigua Aduana durante siete años y el Café Bocanegra.
Los tres establecieron una amistad hace seis años, incluso cuando María José fundó su propia compañía de consultoría, Cavu Estrategia y Acción. Crearon el grupo de WhatsApp, donde compartían memes y chistes. Hasta el día que Roberto les compartió las ideas del diseño del balcón.
Entonces se plantearon crear un emprendimiento que ofreciera el servicio de diseño de interiores en forma virtual. La pandemia también tuvo que ver. Los proyectos de sus empresas empezaron a detenerse en hoteles y zonas francas a partir del cierre de fronteras. La situación planteó pocas opciones. La mamá de Roberto, Anabelle Salas, le recordó: “En momentos de crisis hay dos tipos de personas. Las que se ponen a llorar y las que salen a vender pañuelos. ¿Cuál quiere ser usted?”
Y había una oportunidad de mercado. Las personas, estando en el confinamiento, se dieron cuenta que no tenían oficina agradables en sus casas. También se dieron cuenta que pasaba lo mismo con otros espacios domésticos. Así, aumentó la demanda de servicios de diseño interior.
María Jośe, Roberto y Alfredo decidieron entrarle a su negocio a fondo, con la convicción de que lo peor que podría pasar era no intentarlo. Desde el inicio, recibieron buenas vibras. “La reacción de la gente confirmaba que teníamos algo grande enfrente”, recuerda Alfredo.
Al principio la idea fue enfocarse en servicios de diseño de interiores en el mercado local y de América Latina. En octubre de 2020, tuvieron el primer cliente costarricense, usando plataformas de videoconferencias. Los resultados finales se enviaban en un archivo PDF. Alfredo trabajaba en integrar los sistemas para completar el servicio virtual. Luego dieron un paso más: ofrecer opciones de mobiliario y se fijaron en cuál país tiene el nivel de logística necesario: EE. UU.
“La idea evolucionó”, cuenta María José. “Al principio era solo diseño y luego vimos la oportunidad de incorporar el mobiliario”.
En ese momento pasaron de una empresa de diseño a una de tecnología y vieron que requerían capital para contar con equipo humano y desarrollar su propio sistema. Pensaron en contactar a inversionistas y fondos de capital de riesgo en EE. UU. Antes se prepararon.
Realizaron cerca de cuarenta presentaciones a empresarios, amigos, fundadores de startups, personas que habían levantado fondos de capital y potenciales inversores a quienes se les pidió que dieran retroalimentación. Solo eso. Prepararon hasta el más mínimo detalle. María José afinó los cálculos financieros. Pero no faltaron las peripecias.
Cuando les anunciaron la primera llamada, Alfredo estaba en Puerto Viejo, Limón. La zona estaba afectada por una tormenta, se había caído un puente que impedía regresar a San José y existía el riesgo de quedarse sin comunicación y sin electricidad. Y Roberto se encontraba en Newport, en EE. UU., pero el café donde se encontraba no tenía Internet y tocó la puerta en una oficina, donde no conocía a nadie ni nadie lo conocía. Pocos minutos antes de la llamada todos estaban en línea.
Hubo otras sesiones con otros interesados, pero solo obtenían rechazos. No se dieron por vencidos, ya que sabían que era parte del proceso e incluso pensaban que iban a tardar seis meses. No hubo que esperar tanto.
En setiembre de 2021, un viernes, se reunieron con una firma de Chicago, Corazon Capital. Dos días después, los mensajes estallaron. ¿Estaban dispuestos a levantar más capital? La firma les dijo que $400.000. La meta era $250.000. No todo estaba resuelto, empero.
Siguió un proceso de papeleo y trámites, como la inscripción de la firma en el estado de Delaware, que tardó más de lo esperado pese a que fue en línea. Para la apertura de la cuenta en un banco en EE. UU. tuvieron que sentarse en una sucursal de un banco en Florida hasta que les abrieron una cuenta. Los recursos permitieron desarrollar la plataforma, formar el equipo de quince personas y continuar con la atención de clientes.
Los clientes piden una cita y al día siguiente se les atiende en una sesión en línea de dos horas (tiene un costo de $39), envían una foto del espacio a rediseñar y una medida. Con eso se realiza el modelo en 3D para tenerlo listo en la reunión virtual.
En esta sesión se trabaja con el cliente para que elija el color de las paredes, los muebles, las cortinas y las alfombras, por ejemplo, bajo la asesoría de los diseñadores de interiores costarricenses de Pancake. Treinta minutos después se le entrega un render o representación gráfica con las medidas para que el cliente ejecute el diseño.
El sistema permite elegir los cambios y el mobiliario de acuerdo al presupuesto disponible indicado por el cliente. Luego cancela a Pancake y la firma se encarga de enviarle el mobiliario a través de una docena de cadenas de tiendas de venta de muebles y accesorios para el hogar en EE. UU. con las que tiene convenio. Se dispone también de una calculadora de huella ecológica para definir acciones de compensación en cada proyecto.
Pancake se enfoca en el segmento intermedio del mercado, si bien el diseño interno siempre ha sido un servicio que contrata el nicho de mayores ingresos, con la ventaja de realizar el proceso de diseño en dos horas, mientras otros servicios —incluyendo con plataformas en línea— duran más tiempo. Precisamente, el nombre de la firma se eligió porque en el servicio es muy sencillo realizar los cambios que requiere un cliente. Tan fácil como hacer y darle vuelta a un panqueque.
Ir a otros mercados es una excelente opción. Según la firma Ases Services, dedicada a la organización y desarrollo estratégico de empresas, la internacionalización permite mayor rentabilidad y una diversificación del riesgo de mercado. El proceso debe ser detallado, prudente y estructurado, lo que incluye tener claro el mercado objetivo y validar el potencial, identificar el valor diferencial de la oferta, conocer las reglas del destino elegido y planear la estrategia de comunicaciones.
María José, Roferto y Alfredo destacan el acelerado aprendizaje obtenido durante este tiempo. Cada día atienden al menos a tres personas y su primera reacción es de sorpresa y satisfacción por ver el proyecto de rediseño de sus espacios en forma inmediata.
Ya han realizado más de 500 sesiones con clientes para proyectos de $1.500 a $18.500. Algunos empiezan por una habitación y luego van por una terraza, los cuartos de los niños, un baño, la oficina de la casa, el patio o la cocina. Alguien le solicitó rediseñar un sótano para actividades íntimas. También hay clientes, como una señora, que ha pedido varias citas y confienza que no sabe si realizará los cambios. “Es que me gusta hablar con ustedes”, les dijo.
Un coworking ubicado en Chelsea en Nueva York les pidió primero el diseño de un espacio para llamadas telefónicas en línea. Se reunieron virtualmente con dos diseñadores del cliente y el propietario. Ya van por casi diez sesiones con Pancake para rediseñar otros espacio y los diseñadores del coworking también recurren a Pancake para otros de sus proyectos.
Hay clientes que les envían fotografías de cómo quedó su proyecto y se puede ver que son exactamente como en los diseños de los renders enviados. Algunos los ejecutan poco a poco.
Pancake al principio no tenía oficinas y los colaboradores atendían a sus clientes desde sus propias casas. Uno de ellos, Oscar Navarro (conocido como Chucky), atendía desde su habitación personal y Alfredo le entregó varios stickers para pegar en las paredes. “Ese es el grado de compromiso del equipo”, destacó María José. Actualmente ya tienen una oficina en Barrio Roosevelt, en San Pedro de Montes de Oca. El sitio web TechCrunch incluso publicó una reseña de la startup tica.
Todo esto los inyecta de energía para continuar y determinar nuevos servicios y planes. Por ejemplo, empiezan a visualizar tendencias en diseño interior en diferentes lugares a partir de los datos que se van obteniendo, con lo que pueden dar asesoría a firmas de la industria sobre las demandas en el mercado.
La nueva etapa está próxima e incluye la expansión al Reino Unido. Con este propósito Pancake realiza una nueva ronda de levantamiento de capital. La meta es obtener $2 millones. Son recursos para terminar de desarrollar la calculadora ecológica, implementar el plan de mercadeo y crecimiento, incursionar en Reino Unido, y establecer nuevos acuerdos con cadenas de proveedores de mobiliario.
La proyección es aumentar, en dos años, la cantidad de personas colaboradoras de la firma a más de 80 personas y así tener la capacidad que se necesitará. Este salto también implicará buscar una nueva sede para la empresa.
Las perspectivas son positivas pese a la coyuntura internacional a nivel económico y geopolítico, por el conflicto en Ucrania. Buena parte de las posibilidades se deben al producto con que se cuenta, el talento local (diseñadores de interiores, arquitectos e informática), el apoyo de Corazon Capital y la evolución del mercado.
El auge de la remodelación y rediseño de espacios domésticos continúa. Hay firmas tecnológicas que entregan un bono a sus colaboradores para crear nuevas oficinas en sus casas para trabajo remoto, así como posibilidades de acuerdos con firmas inmobiliarias. La tendencia y el esfuerzo de Pancake para obtener más capital generan resultados.
“Ya tenemos comprometida la mitad de la meta”, dijo Roberto