Johan Coto y Kendy Ulate saben lo que es crear un negocio en el momento oportuno, planearlo tan bien que desde el primer mes alcanzaron el punto de equilibrio y ocho meses después están a punto de expandirlo.
“Teníamos una previsión, pero no hemos tenido que usarla”, dijo Johan, director de Coffee & Kids, ubicado en Heredia (detrás del Automercado camino a Barva, contiguo a Mayca).
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Coffee & Kids nació como una cafetería y evolucionó rápidamente a un restaurante, manteniendo siempre un espacio para que los niños y las niñas puedan jugar y que sus padres y madres puedan verlos desde las mesas donde están almorzando o tomando café.
Johan siempre había soñado con su propio negocio. Desde que tenía 16 o 17 años veía a sus amigos con sus empresas, perdiendo o ganando.
Y sería un restaurante, pues le gusta cocinar y la gastronomía.
La vida primero lo llevaría por otros caminos, que hoy dice le sirvieron para tener un negocio que da pasos exitosos.
Cuando trabajaba como operario en Bridgestone vio lo que hacían los ingenieros industriales y se decidió a estudiar esta profesión.
Sacó el bachillerato en la Universidad Internacional de las Américas (UIA) en el año 2010. Más tarde, en el 2015, obtuvo la maestría en negocios.
Trabajó también en Envases Comeca, como jefe de producción; en Romero Fournier, como gerente de operaciones; y finalmente en el Grupo Red Motors, como gerente de servicio para la marca BMW.
Hace un año precisamente esta última compañía tomó la decisión de reestructurar la operación y le ofreció a Johan la posibilidad de reubicarse en otra empresa, proceso que sería acompañado y asesorado por la firma PwC.
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Fue cuando Johan discutió con su esposa Kendy la posibilidad de abrir una empresa propia.
Como ella es contadora, estuvieron en sintonía completa para diseñar un plan de negocios, llevar al día los estados financieros, tener al detalle los costos de operación y llevar como se debe las provisiones, como las de aguinaldo.
Le anunció a sus jefes y a PwC la decisión que había adoptado de no seguir el proceso de reubicación, junto ahorros con la liquidación y abrió Coffee & Kids.
De haber seguido el proceso probablemente estaría en una reconocida empresa en el país, en un alto puesto, con excelente salario y atractivos beneficios, y con la estabilidad asegurada.
Pero no se arrepiente.
“Todavía siento un hueco al pensar en todo lo que hemos logrado”, dice Johan.
La idea nació cuando iba con Kendy y sus hijos a un restaurante.
Siempre notaban que estos negocios eran diseñados para los adultos, sin espacios para los menores de edad, y que los padres y madres no comían a gusto, tenían que andar corriendo detrás de sus hijos.
Y en los sitios donde hay espacios para juegos infantiles, como en algunos restaurantes de comidas rápidas, el sitio es apartado y solamente tienen un tobogán.
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Antes de abrir compartieron el concepto con sus amistades, quienes les indicaron que el restaurante no debía ser tan segmentado (sólo para la familia) y que debía también poder incluir a otros tipos de clientes, como quienes no tienen hijos.
Así abrieron Coffee & Kids, el cual tiene 98 metros cuadrados y 20 metros cuadrados para que los menores se entretengan con legos, cubos, muñecas, carros, tabletas con juegos, películas infantiles, una pizarra para pintar y una librería, entre otras cosas, con la idea de que puedan usar su imaginación.
Johan destaca que desde las mesas del restaurante los padres y las madres pueden ver lo que están haciendo sus hijos e hijas.
“En ocho meses hemos tenido clientes que han venido hasta 25 veces”, afirma.
En el menú hay platos para adultos y para menores de edad, incluyendo vegetarianos y no vegetarianos como hamburguesas, paninis, pizza, tacos, tostadas y repostería, entre otros.
La especialidad es el pulled pork, que es una carne de cerdo desmechada que lleva un proceso especial de cocción durante 10 horas.
Johan destaca que cuenta con proveedores de Barva, Tres Ríos, Curridabat, Escazú y que incluso el café lo compra a la cooperativa de caficultores de Heredia.
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El restaurante abre a mediodía de martes a viernes y a las 8:30 a.m. los sábados y domingos. Va cerrando entre 6:30 p.m. y 7:30 p.m. de acuerdo al día.
Kendy se mantuvo unos meses en la empresa transnacional donde laboraba y luego cambió a un trabajo de medio tiempo, lo que le permite estar en el negocio el resto del día y aprovechar para estar con su hijo.
La decisión de abrir otro Coffee & Kids, en este caso en Escazú en diciembre próximo, la tomaron después de recibir ofertas para franquiciar el negocio y hasta de fuertes inversionistas que querían ser socios.
Johan y Kendy analizaron las ofertas en conjunto con uno de ellos.
El plan es abrir en un año en la zona este del Área Metropolitana, pero tienen contemplados otros sitios más a futuro.
Johan atribuye que el éxito alcanzado se lo debe a la preparación que tanto él como su esposa tienen, así como a la experiencia alcanzada después de haber trabajado en varias empresas.
Ahí conocieron cómo se cumplen y se emplean los estados financieros para tomar decisiones de negocios, cómo motivar a los colaboradores e involucrarlos con el proyecto, cómo se gerencia una empresa.
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Incluso la formación recibida en las empresas en que trabajaron ha sido vital. Por ejemplo, cuando estaba en BMW se certificó para la atención de clientes, teniendo claro que el cliente de una marca como la alemana tiene un mayor nivel de exigencia y sofisticación.
Johan dice que esa capacitación le sirve para pensar que el cliente que llega a Coffee & Kids también es un cliente categoría premium.
Él ve la diferencia cuando conoce a otros emprendedores.
Normalmente cuando se acercan y conversa con ellos se da cuenta que no saben nada de su mercado, no saben nada de sus cliente y, lo peor de todo, no tienen idea de sus costos ni de sus resultados.
“La madurez nos ha ayudado”, repite Johan, que tiene 35 años. “Estoy seguro que no habría sido lo mismo hace siete u ocho años.