A Lay Acón le llama la atención la confección de joyería. De hecho, le encanta diseñar y crear piezas, aunque no usa muchas.
Cuando empezó su propia colección, y a vender por medio de Facebook e Instagram con su negocio Seven By Lay Acón, ella no sabía que ese negocio la ayudaría al quedarse sin empleo como odontóloga.
La nueva situación incluso tendría un impacto positivo en el negocio.
“Al estar a tiempo completo se aumentó la producción, la exposición y las ventas”, recuerda.
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Lay, quien ahora tiene 35 años y vive en Santo Domingo de Heredia, estudió odontología en la Universidad Latina.
Recién graduada, empezó a trabajar en clínicas de diferentes colegas, para desarrollar la experiencia que necesitaba.
Entre 2011 y 2013 trabajó en una empresa colombiana que se dedica a lo que en la industria se conoce como redes dentales.
En este caso se trata de programas o servicios prepagados de asistencia dental.
Luego pasó a una compañía costarricense que, además de redes dentales, también cuenta con divisiones de atención clínica, laboratorio y ventas de equipo odontológico.
En esta firma estuvo cinco años, hasta que iniciaron una reorganización mediante la cual cesaban al personal de mayor antigüedad laboral.
En marzo del 2018, Lay quedó sin ese empleo.
Para ese momento ella ya vendía joyería a través de redes sociales, con entregas mediante Correos de Costa Rica o en forma personal.
Había empezado a crear joyería y a venderla en enero del 2017.
La idea de crear un perfil para realizar ventas en Facebook e Instagram se la sugirió su pareja.
Al principio ella tenía pocas expectativas de los resultados, pero la respuesta que recibió la sorprendió.
“Fue inimaginable”, dice Lay.
Desde enero del 2017 hasta marzo del 2018, cuando se queda sin empleo, Lay repartía su tiempo entre el trabajo, su propio negocio y su hija, la cual actualmente tiene 15 años.
No fue fácil. Más tarde enfrentaría una nueva dificultad.
Al estar a tiempo completo pudo dedicarse más al negocio, lo que ayudó a su crecimiento.
Seven By Lay Acón diseña y confecciona joyería y accesorios para mujeres y hombres.
La empresa ofrece varias líneas. Entre los productos se pueden encontrar aretes (que es lo que más se vende), brazaletes y pulseras, cadenas y collares.
Los clientes le piden también diseños personalizados, como piezas con los nombres de los hijos o de una persona en especial.
Lay tiene claro el perfil de su clientela.
Quienes más le compran son mujeres entre 24 y 50 años, la gran mayoría del Área Metropolitana y también de fuera de la Meseta Central.
Hay clientes incluso en Valle de la Estrella, en zona del Caribe, y en Guanacaste, en la del Pacífico.
La respuesta que encontró de sus clientes la asombra todavía.
No todo es ventas. Con las clientes ha establecido una relación de confianza y, cuando lo ha necesitado por alguna emergencia, hay quien le ha brindado su ayuda.
Lay lo reconoce con total agradecimiento.
Otra satisfacción fue haber sido invitada por dos televisoras locales para que presentara su producción, lo que aumentó la exposición de su iniciativa y de sus productos.
Como en todo, cuando se marcha mejor de lo que se pensaba pueden sobrevenir las dificultades.
A mediados del 2019 la situación varió drásticamente.
En ese momento se empezó a implementar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y la gente tenía muchos temores.
Las ventas se contrajeron. Los consumidores dejaron de hacer gastos que calificaban de “no esenciales”, como la joyería.
No había mucho qué hacer. De pronto surgió una opción.
En octubre pasado una colega, que había sido su profesora en la ULatina, le pidió que trabajara con ella mediante el esquema de servicios profesionales.
La ventaja era que así se podía ayudar en aquellos momentos de baja de las ventas de joyería.
Además, Lay podía dedicar medio tiempo a cada actividad.
Para mayor tranquilidad, la situación del mercado también empezó a mejorar.
En ese mes las ventas de joyería empezaron a repuntar y siguieron creciendo en los meses siguientes: en noviembre y diciembre.
Este enero pinta de manera similar.
Por eso Lay ya piensa cómo aprovechar las posibilidades que visualiza para el año que apenas empieza.
El siguiente paso sería dar el salto a tener su propia tienda en línea, para que los clientes puedan realizar las compras y el pago en forma directa, todo en línea.
“Apuntaría a una buena página web”, responde Lay.