En estos días en Nosara, Nicoya, las mañanas son soleadas, perfectas para que los turistas aprovechen el horario de apertura de la playa (de 5 a.m. a 2:30 p.m.).
En las tardes, llueve. Justo cuando empieza la restricción definida por las autoridades de Salud.
“Después que llueve, el atardecer es espectacular y los visitantes lo pueden disfrutar desde la terraza”, dice Alonso Bermúdez, gerente general del Hotel Lagarta Lodge, ubicado en Nosara.
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Este hotel había reiniciado operaciones en junio y logró una ocupación del 25% con turistas costarricenses o residentes en el país.
Lo benefició el fin de semana largo, por el cambio del feriado correspondiente al 25 de julio, que era sábado, al lunes siguiente (el 27 de julio).
Habían cerrado completamente durante dos meses, desde el 27 de marzo, cuando salió el último turista, hasta el 26 de junio.
En el momento del inicio de la pandemia estaban en su mejor mes, que se mantuvo hasta días antes del cierre con unos 60 clientes.
Aunque las medidas de restricciones sanitarias se implementaron con más fuerza a partir del 15 de marzo, el hotel estuvo una semana más abierto para cumplir con las reservaciones de unos 12 turistas europeos y estadounidenses, quienes entonces querían sacar provecho de sus vacaciones.
El Hotel se había preparado desde que las informaciones sobre la expansión del COVID-19 empezaron a generar alertas en Europa a mediados de febrero.
Los propietarios es una pareja suiza, quienes muchos años antes habían conocido y se había enamorado de Costa Rica, por separado y por motivos distintos.
Luego se conocieron en su país y hace cuatro años fundaron el Hotel de 26 habitaciones, con spa de seis salas de masaje y área para yoga, el bar terraza desde el que se puede ver el atardecer y con una orientación ambientalista.
Se instalaron tres piscinas, una de ellas temperada y otra un jacuzzi, todas con agua tratada con sal y no con cloro. Además, el 60% de su energía proviene de paneles solares y se utiliza medidores inteligentes.
“La filosofía de ellos es que la gente crezca”, dice Alonso.
Los dueños estaban en Costa Rica cuando la pandemia llegó a Europa y tenían información de primera mano de su país y de los países vecinos.
Con esa información se prepararon tratando de mantener al personal fijo, unos 45 colaboradores, adelantando vacaciones y días de descanso acumulados.
Luego se redujo la jornada al 50% y más adelante al 25%.
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Cuando reiniciaron la operación, a finales de junio, se empezó a preparar al personal para la implementación de los protocolos de desinfección, de higiene y de distanciamiento, así como para mantener a los turistas en sus respectivas burbujas sociales.
Por ejemplo, se cuenta con una alfombra de desinfección en la entrada, se desinfectan las maletas y se instaló un lavatorio (con alcohol en gel) para el ingreso de los visitantes.
En los horarios establecidos se utiliza una máquina nebulizadora para la desinfección. Aquí se utiliza un producto orgánico fabricado con semillas de cítricos, que no mancha ni tiene olor.
Con este producto se desinfectan las maletas a la entrada y se realizan otras desinfecciones de rutina con dispositivos manuales.
Estos se utilizan para desinfección de mesas, sillas, sillones, cojines y del resto del mobiliario.
El personal utiliza, además, tapabocas o caretas plásticas según su elección, excepto en la cocina donde sí es obligatorio el tapabocas.
Las medidas se complementan con uso de llavines que se abren con tarjetas eléctricas y menús QR para reducir el contacto de objetos con algún grado de exposición.
En las mesas se disponen los códigos QR para que el cliente los capte con la cámara de su smartphone y se despliegue el menú de platillos y bebidas.
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En caso necesario, se tienen menús impresos, en plástico y desinfectados.
También están reforzando el servicio de Internet, actualmente brindado por Coopeguanacaste vía inalámbrica y por Cabletica vía fibra óptica.
Se espera instalar el servicio del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), cuando tenga disponibles acceso vía fibra óptica en Nosara, probablemente para octubre.
Alonso dice que la pandemia dejará experiencias que se seguirán aplicando en el futuro, incluyendo las aplicaciones tecnológicas como el QR, ya que éste facilita y ahorra en gastos cada vez que deben actualizar los menús, por ejemplo.
En agosto la estimación es que se logrará entre 15% y 20% de ocupación, pues si bien hay un feriado (el Día de la Madre) normalmente no son de viaje de vacaciones.
En setiembre se espera recibir visitantes hasta el 14 de setiembre próximo.
Luego se volvería a operar hasta el 1° de noviembre. El tiempo de cierre se aprovecha para labores de mantenimiento.
Tanto para las fechas previstas hasta setiembre como cuando se reinicien operaciones a final del año, el enfoque será hacia el turismo local con tarifas reducidas.
El Hotel ofrece ocupación doble de dos personas (niños menores de 12, que no pagan) y desayuno por $130. De ahí en adelante, dependiendo de la categoría de habitación (tienen tres).
Alonso explica que los precios son entre 40% y 50% menores que las ordinarias.
La expectativa es apoyarse en el turista local, tanto costarricense como residente, puesto que el flujo de visitantes desde Estados Unidos y Europa tardará en irse generando.
Fuera de la perspectiva de los negocios, Alonso reitera que darse esa escapada será reconfortante: la playa, el mar, el atardecer desde la terraza...
Usted puede reservar en línea o llamando por teléfono.
Pero si se decide en el último momento puede llegar directo, son cuatro horas en vehículo desde San José, pues dice Alonso que en esta época tienen espacio.