María del Mar Múñoz abrió su tienda Santo Cero - Positive Market, de productos a granel y consumo sostenible, el pasado 3 de abril en Plaza Luvi en San Francisco de Heredia.
En noviembre pasado la operación de la multinacional en que trabajaba completó su traslado a otros países. Aunque tuvo opciones para colocarse en dos compañías de servicios ubicadas en Costa Rica, ella eligió crear su negocio para estar cerca de su hijo Santiago, mejorar la calidad de vida, y brindar opciones saludables y sostenibles a sus clientes.
—Es un solo lugar donde la gente hace sus compras de necesidades básicas en forma consciente y sostenible.
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María del Mar estudió relaciones públicas y compartía sus estudios con la responsabilidad de ser madre. Durante el día ella lo cuidaba y en la noche su madre, su padre y sus hermanos la sustituían para que pudiera ir a la universidad.
En 2013 se graduó y, ya con Santiago asistiendo a una guardería, empezó a trabajar en una firma que brindaba servicios tercerizados en el área de compras para las plantas de Procter & Gamble (P&G) a nivel mundial. Ahí duró tres meses y vivió las situaciones típicas de este tipo de empleos donde la exigencia es alta.
Pasó a otra compañía, Thomson Reuters, en el área de compras. Le pagaban el doble, pero era por tres meses. Fue una apuesta arriesgada. Al final ahí duró seis años y estuvo en distintas áreas, incluyendo en finanzas, lo que le permitió crecer y descubrir sus habilidades con los números.
Quienes trabajan en firmas internacionales aprenden que los movimientos son constantes a nivel global. En su caso, Thomson Reuters decidió vender el 25% de sus acciones en el área de finanzas, se formó una firma aparte —que en ese momento se llamó Refinitiv— y la operación empezó a migrarse a otros países en forma paulatina.
A María del Mar la recontrataron por un año. En aquel momento, en 2019, nadie imaginaba que en los siguientes meses la situación cambiaría drásticamente y que, al final de ese año de plazo, las condiciones iban a ser muy diferentes.
El 31 de octubre de 2020 terminó el contrato. María del Mar aplicó a tres empresas y la llamaron de dos. Era para trabajos similares. Llevaba siete años y había pasado por tres firmas. Ella se decidió por cambiar e iniciar su negocio.
Siempre había tenido ganas de hacer algo propio. En ese momento contaba con unos ahorros y la liquidación. Se puso a analizar las opciones.
—Estaba cansada. Ya no me llenaba, pese a la estabilidad de los ingresos y a los beneficios. Mi hijo, además, había cumplido diez años. Emprender es muy cansado también, pero es de uno.
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Tenía una idea que había surgido cuando fue hasta Curridabat a una tienda a granel. Pero esperó para ponerla en marcha. Durante los dos últimos meses del 2020, confeccionaba y vendía regalos pequeños.
Como le gusta caminar, María del Mar vio un local en el centro comercial Plaza Luvi, cerca del mall Oxígeno, en Heredia. Era ideal. Pero ella pensaba cómo hacer algo más que replicar el tipo de productos y ventas de antaño.
La idea era crear una tienda dentro de la llamada economía circular, que plantea un ciclo de producción, consumo y reciclaje de desechos, los cuales pueden utilizarse en la producción de otros bienes. El Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) indica que la economia cirgular generaría hasta $1 billón a nivel global. En la actualidad abarca el 9% de la actividad productiva mundial.
El Parlamento Europeo resalta que la economía circular reduce la presión sobre el medioambiente, mejora la seguridad de suministro de materias primas y estimula la competitividad, la innovación, el crecimiento económico (un 0,5% adicional del Producto Interno Bruto o PIB) y el empleo (se crearían unos 700.000 trabajos solo en la Unión Europea para el año 2030).
María del Mar tenía un 2% de temor. El resto era seguridad. Lo apostaba todo al negocio. Desde el 2019 venía haciendo un trabajo personal y hasta llevó un curso de preparación en terapia sistémica y de crecimiento personal que enseña como tener fuerza, incluyendo para emprender.
El objetivo era impulsar un proyecto que permitiera a todos ganar: “Gano yo, porque hago lo que me gusta y obtengo ingresos; ganan los proveedores que están en sintonía con el proyecto, ganan los clientes por los precios, menos desechos y más bienestar, y gana el ambiente”.
En el negocio ofrece los productos tradicionales de una tienda a granel: granos básicos, huevos de pastoreo, especies y condimentos, insumos de limpieza personal y del hogar. Se incluye jabón, shampoo, desodorante, acondicionador, lavaplatos, detergente líquido y desinfectante. Hay, además, cepillos de dientes y cubiertos de bambú, así como pasta en un envase reutilizable de lata.
Para propietarios de mascotas se ofrecen bolsas biosolubles para desechos de perros, que se disuelven en el inodoro en menos de un minuto y no dejan microplásticos.
Otra línea son los productos para segmentos específicos: pañales de tela, toallas de franela reutilizables y absorbentes para la lactancia; y productos como copa (hecho de silicón médico que elimina toallas y tampones), calzón de tela absorbente y toallas reutilizables para menstruación.
La oferta se concentra en productos naturales, sin empaques que generen desechos, y productos de limpieza biodegradables.
El desodorante y antitranspirante, por ejemplo, es una piedra natural de alumbre (como un cristal) que se aplica mojada y dura de seis a doce meses; para que sea efectiva la persona debe “desinfectarse” durante unas semanas, en las cuales no debe usar ningún desodorante con químicos.
A futuro introducirá confitería tradicional para ocasiones o por temporadas. Actualmente ofrece higo azucarado y tapitas de dulce (de quince gramos).
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Los clientes pueden llevar los productos en envases retornables y desinfectados, empaques de tele de algodón para comidas y snacks, y bolsas de manta o papel.
—Es una tienda cero plásticos, cero residuos, cero contaminación. Es para personas que realizan compras concientes en su alimentación y para reducir desechos, de menor costo, y que se adquieren de proveedores locales comprometidos en lo ambiental.
Y, además, es una tienda que a María del Mar le permite estar más tiempo con su hijo.
—Él es muy independiente. Es un compañero. Ve el negocio también con ilusión. Lo que pensé es tener un lugar como en los que compraban los abuelos, con responsabilidad en sostenibilidad.
El reto es consolidar el concepto, educar a los consumidores de que ser ecológico no es más costoso o caro, y que se puede reciclar y encontrar los productos que se necesitan.