Las cédulas e identificaciones digitales (ID) están tomando auge en diferentes latitudes con la intención de ofrecer más seguridad pero también por el empuje económico que pueden traer.
Esta tecnología emergente sustenta una economía digital que se ha expandido con el teletrabajo, los pagos sin efectivo y el metaverso.
Las identificaciones digitales simplifican la verificación en la web, eliminando la necesidad de fotografiar certificados o iniciar sesión mediante códigos de autenticación enviados por mensaje de texto. En cambio, actividades como solicitar beneficios estatales, transferir dinero o incluso emitir un voto están a solo un pin o una huella digital de distancia.
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En el mundo existen varios países que ya ofrecen esta versión de las tarjetas de identidad tradicionales o que tienen planes de hacerlo pronto, la mayoría en Asia y Europa.
Estonia es uno de los más avanzados. En ese país báltico, la mayoría de sus 1,3 millones de habitantes tiene una ID para votar, pagar facturas y firmar documentos.
Corea del Sur planea ofrecer cédulas digitales aseguradas en blockchain a sus ciudadanos que cuenten con un smartphone, lo que significa un paso más para uno de los países con más presencia de tecnología en la vida cotidiana.
Vecino de Corea del Sur, Japón es otra nación que apuesta por la digitalización de identificaciones. El sistema de tarjeta digital comenzó en 2016 e incluye datos como la seguridad social o la licencia de conducir, pero los japoneses han tardado en adoptarlo. A muchos ciudadanos les preocupa el posible robo de su información o una violación a su derecho a la privacidad.
Por otro lado, las islas Seychelles, en África, han desarrollado junto con la firma suiza Wisekey la plataforma SeyID, que permitirá a sus habitantes acceder a servicios digitales de gobierno, atención médica y turismo. Este servicio complementará las tarjetas de identificación nacional con una versión virtual almacenada en la aplicación móvil.
En Austria o Nueva Zelanda también hay esfuerzos de este tipo, mientras en América Latina un país va varios pasos adelante en la región.
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Colombia empezó a expedir desde diciembre del 2020 la cédula digital, disponible para aquellos ciudadanos que voluntariamente la requieran.
Los colombianos que cuenten con un smartphone conectado a Internet pueden descargar una aplicación de la Registraduría Nacional del Estado Civil y, luego de cumplir con verificaciones de seguridad mediante reconocimiento facial, podrán portar y usar su cédula en versión digital.
La cédula digital colombiana cuesta 55.750 pesos, unos $11. El país sudamericano está en un proceso de transición: la cédula física sigue siendo válida pero los ciudadanos que tramiten una nueva identificación recibirán la versión digital.
Así, Colombia quiere ser pionera en el mundo en la expedición de identificación digital.
Algunas de las ventajas que tienen estas tarjetas son mayor seguridad, identificación y autenticación biométrica o la identificación no presencial en trámites. Además, estudios sostienen que generar este tipo de identificación puede tener un impacto económico positivo.
¿Qué hay en Costa Rica?
Ante consulta de EF, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) confirmó que está trabajando en un proyecto relacionado con identificación digital para uso en dispositivos móviles, como complemento a los documentos de identidad físicos que emite la entidad. Este proyecto se encuentra en validaciones internas como parte de las etapas iniciales.
“El proyecto está dirigido a la implementación del servicio integral para documentos de identidad, e incluye, entre otros, la identificación digital, que conlleva una serie de elementos tecnológicos para brindar la mayor seguridad, integridad y confiabilidad de una identidad ciudadana”, explicó el TSE.
A finales de 2020, el Tribunal culminó el proyecto para la identificación y comparación multibiométrica (ABIS, por sus siglas en inglés). Este paso permitió alimentar el Repositorio Nacional de Identificación Biométrica, que incluye huellas dactilares y biometría facial, información que está registrada también para personas entre 12 y 18 años para la cédula de menores de edad.
El costo actual de cada cédula de identidad es de $10.79 (cerca de ¢7.000). El precio de una eventual cédula digital se encuentra en etapa de estudio.
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Existen tres formas de consulta de identidad. La primera se llama VID y, con el número de cédula y la huella dactilar, permite identificar que la persona es la que indica en la cédula, lo que protege ante posible suplantación de identidad. Este servicio lo utilizan sector público y privado, incluyendo notarios públicos y bancos.
El segundo método es la Plataforma de Servicios Institucionales (PSI), que es solo para instituciones públicas que hayan suscrito convenio con el TSE. Permite consultar, no adquirir, solo los datos públicos de las personas.
La tercer manera también es a través de la PSI pero con la diferencia de que las instituciones pueden consultar los datos privados de personas y usuarios individuales de sus servicios. Los datos disponibles son la foto, firma, sexo, domicilio exacto y número de teléfono. La consulta de esta información es confidencial y así debe ser tratada bajo ciertas medidas de seguridad.
Actualmente el TSE tiene convenios con 36 entidades públicas entre los que están 13 ministerios, cuatro municipalidades, el Poder Judicial, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), Banca para el Desarrollo, entre otras.
Los datos biométricos de los costarricenses también están incluidos en el nuevo pasaporte que está expidiendo la Dirección General de Migración y Extranjería desde este año.
De acuerdo al estudio Network Readiness, del Portulans Institute, Costa Rica es el cuarto país de América Latina más listo para adoptar herramientas de la red en la recuperación económica tras la pandemia. El país está en la posición 56 del mundo, pero cae a la 78 en el subíndice que evalúa la preparación de las personas, lista liderada por Corea del Sur.
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Empuje económico
“Las identificaciones digitales pueden generar enormes beneficios económicos en finanzas, atención médica, impuestos, transporte y otras áreas, y pueden popularizarse rápidamente entre la población”, dijo Hwang Seogwon, economista del Instituto de Política Científica y Tecnológica de Corea, al medio Bloomberg.
La firma consultora McKinsey & Co. calculó en un estudio del 2019 que las identificaciones digitales tienen el potencial de aumentar la producción interna bruta de una nación hasta en un 13% y reducir los costos comerciales en miles de millones de dólares.
La estimación se basa en el ahorro de tiempo en el trabajo administrativo, mayor inclusión financiera, la reducción del fraude en la nómina, la expansión del crédito al consumo, la facilitación del comercio y la creación de nuevos mercados.
La firma estudió de cerca a siete economías para determinar el rango de crecimiento económico para el 2030 según el nivel de adopción de las ID. Brasil resultó ser el que tiene más potencial, pues su economía crecería entre un 8% y 13% para ese año.
Mientras tanto, los que percibirían menos impacto son países con economías más avanzadas como Estados Unidos y Reino Unido.