Se dice que Barack Obama fue el presidente que entendió el poder del Internet, pero Trump el presidente que entendió el poder de las redes sociales.
Para la comunidad de digital era un hecho, Trump estuvo por encima de todas las métricas durante la campaña, y aunque las encuestas decían lo contrario para nosotros ese 9 de noviembre estaba lleno de ansias, queríamos ver cómo se traducía esa campaña en el resultado.
Y aunque no fue exactamente por la mayoría de votos que ganó. El rey de los mensajes repetitivos, subidos de tono e incorrectos logró su objetivo.
Hillary por el contrario, con una estrategia que mostraba sinergia y disciplina. El storytelling fue por lo que apostó, adonde suavizando su imagen y generando una conexión emocional, con un guión muy lógico, lograba conectar con aquellos amantes del sistema democrático y el “voto consciente”.
Y aunque desde mi opinión su estrategia era una excelente apuesta, su debilidad más notable fue la gran atención que le dio a su contrincante en sus comunicaciones. Dejó que Donald Trump fuera el protagonista y no ella, al centrar sus mensajes para generar temor hacia el actual presidente de los Estados Unidos.
Y aunque en otra columna les decía como he estado en total desacuerdo con crear campañas de marketing y apostar para ganar audiencia basándose en un contenido grotesco, sexista y burlón, en este caso, fue lo que hizo que las redes sociales estuvieran inundadas de noticias, memes, polémica y debate que al final, solo se traducía en más publicidad para el candidato.
Me encantaría pensar que en Costa Rica una campaña presidencial con ese tipo de contenido no va a ganar. Que la gente no va a “darle pelota” a contenidos sin sentido que solo van a generar más publicidad para los candidatos sensacionalistas. Sueño con que el contenido de valor real sea el que reine en este periodo. ¿Será posible?