Cada vez estamos más cerca de mayores aplicaciones y soluciones cotidianas basadas en alta tecnología, desde chatbots hasta sistemas de conducción autónoma.
La firma Automotriz, parte del Grupo Purdy y distribuidor de la marca Ford, mostró el 10 de setiembre el sistema Co-Pilot 360, un asistente de conducción que usa sensores, radares y cámaras para emitir alertas e incluso actuar para evitar errores en la conducción, ocasionados por la fatiga del chofer.
También se escanean las marcas del carril o se detectan objetos para activar frenos, adaptar la velocidad, y ajustar la luz alta y la presión de frenado, entre otras.
“El desarrollo de la tecnología en los vehículos es paulatino”, dijo Weimar Rodriguez, gerente de ventas de Ford Costa Rica. “El sistema fue creado con el objetivo de estar más cerca de la conducción autónoma y mejorar las capacidades de seguridad”.
El avance de los sistemas robóticos o autónomos es acelerado. Pero a diferencia de la protección de la propiedad intelectual, el comercio electrónico o los datos personales, Costa Rica no puede darse el lujo de esperar para diseñar los principios, las estrategias y la regulación de la robótica, la inteligencia artificial y los sistemas autónomos.
El problema es el poco avance. “No hay nada”, sostuvo Angelo Vargas, abogado y especialista en la materia, además de docente del Instituto Tecnológico de Costa Rica.
Se prevé que la automatización se incremente con la disponibilidad de redes de tecnología de quinta generación o 5G, ya en expansión en Europa, Asia y Estados Unidos, con aplicaciones para sistemas robotizados del máximo nivel (véase recuadro Diferencias).
Responsabilidades
¿Quién tiene la responsabilidad de lo que diga, recomiende, ordene o haga un sistema inteligente? ¿El fabricante, quién lo programó, o el cliente que lo adquirió?
La responsabilidad debe establecerse según el nivel de autonomía de la tecnología, pero puede implicar el reconocimiento de la “persona artificial” (junto a la física y la jurídica), definir códigos éticos y determinar el impacto en los códigos civil, penal, tributaria y laboral.
Vargas sostiene que el desarrollo de este tipo de tecnologías seguirá un crecimiento exponencial, con nuevas aplicaciones que se impulsan sobre la base de los avances ya obtenidos, en menor tiempo y con mayores capacidades, siguiendo la Ley de Moore.
La inteligencia artificial actualmente puede compararse con la capacidad de un niño, alcanzaría el nivel de un adulto entre los años 2030 y 2045, alcanzando la singularidad o capacidad de crear tecnologías, sin tener en cuenta los aceleramientos recientes. “Antes se pensaba que sería para el 2050”, advirtió Vargas.
Hay aplicaciones de la robótica que, pese a la polémicas que generaron, hacen pensar en la urgencia de acelerar estrategias, leyes y regulaciones.
En 2016 se empezó a comercializar el sistema Ross Intelligence, basado en el sistema cognitivo Watson de IBM, en el campo legal con capacidad para determinar la jurisprudencia y la posible decisión de un juez.
En 2017 la androide Sophia, creada por la compañía Hanson Robotics de Hong Kong, se convirtió en ciudadana de Arabia Saudita, con derechos muy distintos a las de las mujeres en ese país.
En 2018 un candidato a alcalde de la ciudad de Tama, en Japón, dijo que gobernaría basado en los dictados de un robot y la inteligencia artificial. Obtuvo el tercer puesto, pero dejó planteadas varias interrogantes.
Las interrogantes también se plantean en el caso de los cyborg, una fusión de elementos orgánicos o humanos y cibernéticos que responde a impulsos neuronales. No es una prótesis y es difícil establecer cuál es la parte humana y cuál la cibernética.
Polémicas y planes
Las diferentes regiones avanzaron desde el 2016 en la definición de planes estratégicos y regulaciones en materia de robots e inteligencia artificial.
El Parlamento Europeo aprobó las normas de derechos civiles sobre robótica en febrero de 2017, enfocadas en el ámbito ético para el desarrollo de los robots.
La normativa le daba un plazo máximo de 15 años a la Comisión Europea para presentar propuestas de leyes e instrumentos sobre las responsabilidades civiles por daños y perjuicios causados por robots.
En algunos casos, como la gestión de datos obliga a utilizar la legislación actual. Pero en otros, como el laboral, solicita normas que regulen las interacciones de personas y robots.
Una iniciativa de la Comisión Europea para crear el estatus de “persona electrónica” fue cuestionada en 2018 por un grupo de 200 líderes, investigadores, industriales, especialistas en derecho, ética y salud, que alegaron que se sobrevalora las capacidades de los robots.
La competencia para liderar el campo está planteada, empero, a nivel global. Varios países desarrollados cuentan desde hace cuatro años con estrategias para desarrollar sus industrias, como Estados Unidos y Japón (en 2016), China (2017), Alemania (2018).
Singapur cuenta también con un plan desde el 2017 con una inversión de $150 millones, mientras que, en América Latina, México presentó un borrador de estrategia nacional hace dos años y Uruguay inició el proceso para definir la suya en 2019.
El gran reto será contar con reglas globales y uniformidad en la regulación, ya que los sistemas y dispositivos pueden ser diseñados en un país, fabricado en otro y comercializado en diferentes mercados.
En Costa Rica antes de la pandemia se empezó a trabajar en una comisión bajo el amparo del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt).
Para el país no es una tarea secundaria.
Un reporte regional publicado en octubre de 2019 de la firma DuckerFrontier, a solicitud de Microsoft, mostró que en la próxima década el país incrementaría el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) hasta un 7,8% anual basándose en el aprovechamiento de la inteligencia artificial.
El problema no solo es la escasa proactividad para modernizar la legislación y para la elaboración de una estrategia.
El país “se encuentra en una posición de relativa debilidad” para acelerar la adopción de la inteligencia artificial, pese a sus ventajas “de gobernanza” y de acceso a la educación superior y a las tecnologías.
Costa Rica se ubica en la posición 66 a nivel mundial y en la séptima en América Latina en el ranking de preparación, superado por Chile, México, Colombia, Brasil, Perú y Argentina.
Entre tanto, la inteligencia artificial, la robótica y los sistemas avanzados se usan cada vez más.
Cuando los usuarios se apoyan en Google Maps para orientarse en las carreteras, están aprovechando datos acumulados en 13 años, inteligencia artificial y aprendizaje automático que determinan el tráfico en tiempo real, proyectarlo en los siguientes 50 minutos y recomendar rutas.
Diferencias |
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Los niveles de la robótica: |
Nivel 1: es el más incipiente y básico, que incluye sistemas que acatan una labor específica como la alarma del teléfono o un chatbot. |
Nivel 2: es un dispositivo no autónomo, como un carro de control remoto, drones y vehículos controlados o robots de fábricas. |
Nivel 3: es un sistema o dispositivo con autonomía, como un drone o un automóvil autónomos. |
Nivel 4: es un sistema con capacidad cognitiva, con autoaprendizaje de acciones, desde un buscador general a uno específico (en leyes, por ejemplo). |
Fuente: Angelo Vargas, abogado y profesor del ITCR. |