Definidas como plataformas digitales que permiten la interacción entre las personas en diversos ámbitos y la difusión ilimitada de información, las redes sociales son hoy el sistema nervioso de nuestras sociedades y de vital importancia en la cotidianidad. Pero también pueden ser armas de doble filo.
“No solo impulsan o sepultan el prestigio o la vida de una persona o de una comunidad sino que, además, podrían convertirse en instrumentos de fraude, robo y estafas, especialmente cuando los usuarios fallecen”, dice a EL TIEMPO el investigador brasileño Jair Gonçalves.
En la actualidad, los perfiles activos de usuarios fallecidos pueden ser un problema si datos, fotos u otros contenidos caen en manos equivocadas, dijo a la BBC Sasa Zivanovic, experto en ciberdelincuencia y exjefe del Departamento de Delitos de Alta Tecnología del Ministerio del Interior de Serbia.
El gran riesgo que se corre después de que el usuario de las redes fallece, por lo tanto, es que un tercero malintencionado descargue los datos de su perfil y tome el control de sus cuentas con fines ilícitos. “Las fotografías, los datos y los videos pueden utilizarse para crear cuentas falsas con el nombre de la persona fallecida y extorsionar a conocidos y amigos que no saben que la persona en cuestión ha muerto”, explica Zivanovic.
El caso de Ernesto, esposo de Arlette y quien murió repentinamente por un aneurisma en 2019, es emblemático. Su esposa no consideró cerrar sus cuentas de Facebook, Instagram o Gmail y, un par de años después, se enteró de que las redes sociales de su marido promovían la venta de varios productos y recaudaban fondos para causas dudosas entre sus amigos y conocidos. “Casi me muero cuando me enteré. Mucha gente pensó que yo lo hacía para sobrevivir. No sabía qué hacer, pues los amigos me decían que mi familia y yo corríamos el riesgo de perderlo todo, casa, carro y las propiedades que construimos juntos, si se entablaban denuncias por robo, fraude o estafa. Me asusté y tuve que contratar a un abogado. Fue una pesadilla”, le confiesa Arlette a EL TIEMPO.
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Por eso, expertos recomiendan también a los usuarios de las redes sociales hacer una copia de seguridad o descargar un archivo completo de fotos y videos, como puede hacerse en Facebook, por ejemplo, y pasarlo a un familiar o a un amigo y que estos, a su vez, ayuden después alertando a las plataformas en caso de fallecimiento.
Todo cambió
Mark Zuckerberg, director ejecutivo de la plataforma Meta, dueña de Facebook e Instagram, dijo que la primera red nació “para dar a la gente el poder de compartir y hacer del mundo un lugar más abierto y conectado”, pero el tiempo lo transformó todo.
Los delitos que se cometen hoy a través de redes sociales son múltiples y van desde la explotación infantil hasta el robo, fraude y estafa, pasando por un abanico de crímenes como la suplantación de identidad para capturar datos, entre muchos otros.
Este último delito ha aumentado y es una amenaza en Colombia, junto con el phishing (que utiliza correos, mensajes de texto, llamadas o sitios web fraudulentos para engañar a las personas); el malware (programa malicioso que realiza acciones dañinas en un sistema informático de forma intencionada y sin el conocimiento del usuario) y el fraude en línea a través de las redes.
En el primer trimestre de 2024 se registraron en el país por lo menos 87 capturas por delitos informáticos; bloquearon unas 7.926 páginas web, en su mayoría relacionadas con explotación infantil, y otras 225 vinculadas a juegos de azar ilegales, según datos de la Policía. De acuerdo con la entidad, también se presentaron unas 6.295 denuncias de hurto por medios informáticos, el delito más frecuente, antes del acceso abusivo a un sistema informático, con más de 2.250 denuncias, y la violación de datos personales, con 1.821 demandas registradas.
La suplantación de sitios web para capturar datos personales aumentó y representa una creciente amenaza, con 1.038 denuncias reportadas, de acuerdo con la Policía. Además, la transferencia no consentida de activos, que ha experimentado un aumento del 3,44 por ciento en comparación con la del mismo período de 2023, presenta más de 752 denuncias reportadas.
Facebook es la red social que sigue encabezando la lista de las más utilizadas, con más de 3.000 millones usuarios activos mensuales en el mundo en 2024, de acuerdo con DataReportal, una organización que estudia el mundo digital a nivel global.
La muerte en plataformas Cuando la plataforma Meta recibe el certificado de defunción del usuario, da dos opciones: eliminar la cuenta o convertirla en una “conmemorativa”, es decir, en una página en su memoria y en la que se pueden publicar fotos y recuerdos.
Entonces, al lado del nombre del usuario muerto, aparece el distintivo “in memoriam” y ninguna persona puede acceder a la cuenta o utilizarla si no es un usuario autorizado para gestionarla o para pedir su desactivación. En Facebook, las cuentas conmemorativas no les aparecen recomendadas a potenciales amigos virtuales en la pestaña “Gente que tal vez conozcas”, y los usuarios de la lista de amigos de la persona fallecida no reciben notificaciones de su cumpleaños, según la BBC.
En Google, que no maneja ninguna red social pero es propietaria de Gmail, YouTube y de Google Fotos, cuando un usuario muere, “existen opciones para manejar sus cuentas y datos, ya que estas quedan sujetas a las políticas de privacidad establecidas por la empresa”, dicen voceros de Google a EL TIEMPO. “Para estos casos contamos con un proceso llamado ‘Gestión de cuentas inactivas’ que permite a los usuarios especificar qué sucederá con su cuenta en caso de inactividad prolongada o fallecimiento”, dicen. “Esa opción los autoriza a configurar un plan de legado digital a través de la herramienta ‘Administrador de cuentas inactivas’ de Google, donde designarán a personas de confianza o ‘administradores heredados’, quienes podrán tener acceso a las cuentas e información (correos electrónicos, fotos, documentos, etc.) del fallecido después de un periodo de inactividad predeterminado”, añaden.
Además, en Google existen los “datos heredados” que permiten a los usuarios ejercer control sobre las informaciones que comparten y con quién, incluso después de muertos. Esta herramienta asegura que los seres queridos puedan acceder a información, mientras se respeta la privacidad y la seguridad de la cuenta del usuario fallecido.
“Es importante tener en cuenta que los datos heredados solo se comparten después de que Google haya verificado el fallecimiento del usuario y revisado de manera minuciosa la documentación adecuada, como un certificado de defunción y documentos legales que respalden la designación de los datos heredados. Esto ayuda a garantizar que el proceso funcione de manera segura y conforme a las preferencias del usuario”, resalta Google.
La empresa es consciente de que muchas personas mueren sin dejar instrucciones claras sobre cómo administrar sus cuentas on line. Por eso, si un usuario fallece, “podemos trabajar con sus familiares más cercanos y sus representantes para cerrar su cuenta en caso necesario. Además, es posible que proporcionemos contenido de la cuenta de dicha persona en determinadas circunstancias”, precisa. Pero “nuestra responsabilidad principal es hacer que la información de nuestros usuarios esté segura, protegida y sea privada. No podemos proporcionar contraseñas ni otros datos de inicio de sesión. La decisión de aceptar una solicitud relacionada con la cuenta de un usuario fallecido se tomará tras revisar minuciosamente la situación”, subraya.
Hay que planear
Es importante planificar en vida todo lo que podría ocurrir con nuestras redes sociales después de muertos.
Hacer un “testamento digital y de redes” funciona como blindaje contra riesgos como robos, fraudes y estafas, pues, a fin de cuentas, “los verdaderos guardianes de nuestro legado digital somos nosotros mismos”, afirmó recientemente en una entrevista James Norris, fundador de la Digital Legacy Association, del Reino Unido.
Otros expertos advierten que el legado digital de un individuo va mucho más allá de las redes sociales, pues realizamos innumerables operaciones digitales, como las bancarias, por ejemplo, y por eso debemos pensar sobre lo que poseemos digitalmente y lo que deseamos que suceda con eso después de nuestra muerte.
Cuando morimos, las cuentas en redes sociales siguen vivas y activas, a menos que hayamos hecho el mencionado legado digital o que un familiar informe a la plataforma respectiva sobre nuestro deceso.
Algunas plataformas ofrecen la opción de cerrar el perfil y otras alternativas diferentes. Pero, pese a los distintos enfoques, la mayoría de ellas dan prioridad a la privacidad de los fallecidos.
El principal objetivo de Google “es mantener la información de las personas de manera segura, protegida y privada, por lo cual no proporciona datos o contraseñas de acceso, sin una debida verificación del fallecimiento del usuario”, dice la empresa.
En X (antes Twitter), solo es posible desactivar la cuenta en caso de muerte o incapacidad del usuario, pero en las nuevas redes como TikTok y Snapchat no se ofrece, de momento, ninguna alternativa en un eventual fallecimiento o incapacidad del usuario.
Es preciso planificar no solo porque “detrás de cada tuit, blog o correo electrónico hay un ser humano”, como dijo recientemente el consultor de mercado estadounidense Chris Brogan, sino porque detrás de cada cuenta acechan delincuentes de todo tipo.