Este verano boreal, los peatones de San Francisco se dividen en dos categorías: residentes acostumbrados y ya indiferentes a los automóviles sin conductor, y turistas atónitos que buscan sus teléfonos inteligentes para capturar lo que perciben como escenas de ciencia ficción.
"Asegúrate de pedirle permiso al conductor", bromea un transeúnte con otro que está filmando el coche autónomo en el que acaba de subir Katherine Allen, una abogada de 37 años.
La pasajera cierra la puerta trasera y el Jaguar blanco se adentra con cuidado en el tráfico de un concurrido barrio donde abundan peatones y ciclistas.
La abogada testea los taxis robot de Waymo de forma voluntaria desde finales de 2021. Al principio, siempre encontraba a bordo un empleado de esta filial de Alphabet (matriz de Google) para tomar el volante en caso de ser necesario.
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Pero una noche, hace unos meses, el automóvil llegó vacío.
"Estaba muy nerviosa la primera vez, pero no tanto como para no subirme. También estaba emocionada", recuerda.
"Durante los primeros dos tercios del viaje, unos veinte minutos, estaba realmente asustada. Y de repente, pareció normal, lo cual es raro, porque ¡no era normal!".
Los vehículos en San Francisco son operados por Waymo y Cruise, propiedad de General Motors. Ambos recibieron, a principios de este verano boreal, permiso de un regulador de California para operar las 24 horas del día, los siete días de la semana, en toda la ciudad excepto las autopistas.
Esto convirtió a San Francisco en la primera ciudad importante con dos flotas de vehículos sin conductor en pleno funcionamiento, algo que las empresas esperan que impulse su expansión en otros lugares de Estados Unidos.
”Sin charla”
La semana anterior, acompañado por la AFP, Isaac Smith, residente de San Francisco y amo de casa de 50 años, encargó su primer viaje en la aplicación de Cruise.
El vehículo, llamado "Percussion", llegó rápidamente. Pero en lugar de tomar la ruta directa que habría llegado al supermercado en menos de cinco minutos, tomó un largo e inexplicable desvío.
"Es fascinante que el volante gire (solo)... Es un poco fantasmal", comenta Isaac.
“De hecho, estoy impresionado. Frena bien, no acelera locamente. Es agradable”.
El pasajero también prueba el cuestionario de conocimientos generales que se ofrece en la pantalla que tiene delante.
Pero no está de acuerdo con la respuesta sobre el mejor sándwich mexicano de San Francisco. "Conduce bien pero no sabe nada de burritos", dice Isaac.
Veinte minutos y diez preguntas después, Percussion finalmente llega a su destino. Estaciona bastante lejos de la tienda, probablemente debido a obras en la carretera.
Nada que desanime a Isaac: "Fue fantástico. Lo volvería a hacer", afirma. "Es tranquilo, no hay charlas, no hay música al azar en la radio (...) Lo elegiría porque soy algo antisocial"
“Muy prudente”
En su Waymo, en hora pico, Katherine Allen ya no avanza.
Acaba de probar el botón de parada de emergencia y el coche se ha detenido en la acera, pero está luchando por reintegrarse al tráfico.
Los vehículos conducidos por humanos lo adelantan, ignorando su señal de giro.
El ordenador de abordo “es muy prudente, lo que puede ser molesto para los demás conductores”, señala Allen, apreciando la calma de un coche que “no es propenso a alterarse”.
Hasta el momento, la mayoría de los incidentes registrados se produjeron con vehículos detenidos en la vía, bloqueando el tráfico.
Sin embargo, las autoridades de tráfico pidieron a Cruise que redujera a la mitad su flota en San Francisco (a 50 coches activos durante el día y 150 por la noche), mientras investiga dos colisiones ocurridas la semana pasada, incluida una con un camión de bomberos.
Los taxis robot dividen. Los ecologistas los acusan de perpetuar el reinado del coche individual, las asociaciones de discapacitados no los encuentran suficientemente adaptados a sus necesidades y los sindicatos temen la pérdida de puestos de trabajo.
Pero otros los consideran positivos para estas causas.
Y la excitación existe: Waymo dice que tiene más de 100.000 personas en lista de espera.
Después de disfrutar de muchos viajes gratis, Allen tendrá que pagar en el futuro. ¿Seguirá usando Waymo?
“Dependerá del precio y del tiempo... Los coches autónomos son casi siempre más lentos”.