Durante poco más de una década en que operó la primera planta de ensamble y prueba de microprocesadores de Intel, entre 1998 y 2014, el impacto se midió por el vaivén de las exportaciones de chips. Pero hubo otros impactos. ¿Cuál será ahora el efecto del reinicio de la fábrica?
La firma anunció oficialmente este 30 de setiembre el reinicio de la operación de su planta, en un área de 26.000 metros cuadrados y con más de 1.000 plazas (tiene aún 100 vacantes). Intel informó que ya realizó su primera exportación. La inversión es de más de $600 millones, según Intel.
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“Hay dos canales por los cuales el reinicio de la operación de Intel en ensamble y pruebas puede beneficiar a Costa Rica”, afirmó Ricardo Monge, presidente de Academia de Centroamérica y economista que ha estudiado el impacto de la firma estadounidense en el país.
Ricardo Monge indicó que hay un potencial impacto en la productividad y en la operación de empresas proveedoras locales con las que se establezcan relación, gracias a que Intel es una empresa de alta tecnología que genera derrames de conocimiento hacia las empresas locales. Eso ocurriría mediante la transferencia de conocimientos en gestión empresarial (proveeduría, capacitación a trabajadores, control de calidad y acceso a financiamiento, entre otros).
El otro impacto potencial sería en otras empresas costarricenses públicas y privadas que contraten trabajadores de Intel, los cuales adquirieron conocimientos y habilidades que no son específicas a las actividades de Intel y que pueden ser utilizados por estos trabajadores en sus nuevos puestos en empresas costarricenses.
El aumento de la productividad de las empresas locales es un reto, en comparación al nivel de las empresas de Estados Unidos (25%) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos u OCDE (33%), indicó Monge.
Para la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), con el reinicio de la operación de Intel, el país refuerza su posicionamiento de décadas como un aliado estratégico para las operaciones de firmas en el mismo huso horario (nearshoring), apalancándose del talento humano como el principal elemento diferenciador y se da en un contexto de aprovechamiento de la plataforma comercial de acceso que se ofrece e inserta al país en las cadenas globales de valor.
“El reinicio de operaciones de la planta de ensamble y pruebas de Intel, es una muestra de la resiliencia que ha podido demostrar Costa Rica ante la pandemia y su capacidad de respuesta, reconversión e innovación”, resaltó Jorge Sequeira, director general de Cinde.
Algunas de las externalidades e impactos positivos ya se detectaron en las dos etapas anteriores de Intel en el país, de 1998 a 2014 con la primera fábrica y de 2014 a 2020 con las operaciones que la firma mantuvo en el país: el Centro de Servicios Compartidos y el Centro de Investigación y Desarrollo.
La decisión
Intel, que fue creada en 1968 y presentó su primer microprocesador en 1971, se convirtió en una de las firmas más valiosas de 1995, un año antes de anunciar la operación en Belén.
En esta década inició el periodo de incremento de las ventas de computadoras personales y el auge de Internet con las puntocom, empresas emergentes en ese momento enfocadas en la venta en línea.
El anunció oficial de la decisión de instalar su planta en Costa Rica ocurrió el 13 de noviembre de 1996, motivado por la necesidad de ampliar su capacidad de producción, diversificarse geográficamente instalándose en un sitio donde no tuviera operaciones y con suficiente mano de obra con cierto nivel de calificación y bajo costo, recuerda Ricardo Monge en su estudio Ascendiendo en la cadena global de valor: el caso de Intel Costa Rica.
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La firma evaluó diferentes plazas, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, para su planta intensiva en mano de obra, con un espacio de 400.000 pies cuadrados (más de 37.000 metros cuadrados) para 2.000 personas. Costa Rica no aparecía como un fuerte candidato. ¿Qué cambió su valoración?
“El fuerte cabildeo de la Agencia Costarricense de Atracción de Inversiones (Cinde)”, indica el informe, que venía cortejando a la firma desde 1993, y a otras grandes empresas del sector electrónico de Estados Unidos y destacó las ventajas comparativas para atraer inversión extranjera de esa industria, en especial la disponibilidad de trabajadores calificados y bilingües, así como “su bajo costo relativo”.
Intel evaluó, además, la estabilidad económica y política del país, que la estructura de costos fuera razonable (mano de obra, impuestos, aranceles), el ambiente pro-negocios, infraestructura logística y tiempo de fabricación apropiados, y proceso expedito de permisos para la edificación de la planta.
Al final, Intel redujo su lista de candidatos de 12 a siete. Costa Rica fue elegida por encima de Indonesia, Tailandia, Brasil, Argentina, Chile y México. Al país le favoreció las positivas recomendaciones de otras firmas externas presentes en el país, las apreciaciones del equipo evaluador de Intel y la agilización de los trámites y la coordinación interinstitucional propiciadas por la Administración Figueres.
Impacto
Intel se convirtió en un importante referente para la atracción de inversiones externas en las últimas dos décadas. “Intel reveló al mundo a mediados de los 1990 que Costa Rica era una localización atractiva para empresas multinacionales de media y alta tecnología”, destaca el estudio de Monge.
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La empresa también contabiliza otros impactos positivos en la economía costarricense.
1. Inversión — Intel estimó inicialmente que invertiría entre $300 millones y $500 millones en su planta, pero en 1999 la cifra había aumentado a $390 millones y la planilla era de 2.200 personas con salarios promedio más altos que posiciones o profesiones similares en otras industrias. La firma continuó realizando inversiones en los años siguientes, especialmente en maquinaria y equipo, así como en mejoras en los edificios.
2. Producción — A partir del inicio de la operación, la participación de Intel en la producción osciló entre 0,29% y 0,90% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, para un promedio del 0,61% de la economía costarricense. “No hay otra multinacional que opere bajo el régimen de zonas francas, que por sí sola tenga un peso relativo tan alto como el que tiene Intel Costa Rica en el PIB de este país”, destacó el informe de Ricardo Monge.
3. Empleo — La planilla de la firma se mantuvo relativamente estable en un inicio, posteriormente creció (entre 2004 y 2013) y finalmente decae con el traslado de la planta a Asia en 2014, que implicó el despido de 1.500 personas. La reducción neta de puestos fue de 975, pues Intel aumentó la contratación en el Centro de Servicios Compartidos y el Centro de Investigación y Desarrollo. En 2016 el número de puestos en el primer centro fueron 1.435, mientras el segundo tenía 750 plazas.
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4. Especialización — Cambió también el tipo de colaboradores, pues entre 2013 y 2016 bajó la contratación de operarios y aumentó la contratación de ingenierías para el Centro de Investigación y Desarrollo, así como de personal para transporte, logística, mercadeo y ventas para el Centro de Servicios Compartidos. Según Monge, esto mostró “un cierto patrón de especialización hacia actividades de mayor valor”.
5. Salario — La inversión en la planilla de Intel Costa Rica aumentó cada año, pasando de $20 millones en 1998 a $140 millones en 2014. El principal salto ocurrió en el 2011, época para la cual ya estaba operando el Centro de Servicios Compartidos.
Comparativamente, además, el salario promedio pagado por la firma es tres veces más alto que el salario promedio en el sector manufacturero del país. La diferencia se incrementó también a partir del 2011, de forma que en 2016 un salario era 6,5 veces superior al que se pagaba en otras fábricas ubicadas en Costa Rica.
6. Exportaciones — Las exportaciones de Intel representaron entre el 17,5% y el 38,5% de las ventas externas del país desde 1998 a 2014, periodo durante el cual operó la planta de ensamblaje y prueba de microprocesadores.
En 2016, dos años después de cerrada la planta de ensamblaje y prueba, los servicios compartidos y el Centro de Investigación y Desarrollo sumaban $204 millones en ventas, el 44% aportadas por este último.
Posteriormente, la empresa mantendrá una participación relevante (60% en 2015) en exportaciones de servicios de investigación y desarrollo, donde mantuvo un centro y un laboratorio. Intel se constituyó, de hecho, “en la principal fuente de este tipo de exportaciones”.
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7. Valor agregado — Considerando las actividades productivas de Intel en Costa Rica, el monto total de salarios, las cargas sociales y las compras de insumos (bienes y servicios) a empresas e instituciones locales, el valor agregado doméstico de la operación pasó del 18% en 2013 al 44% en 2016. Eso significa que por cada dólar exportado se quedaron en el país de 18 a 44 centavos.
8. Compras locales — Durante el periodo 1998 a 2013 la participación de las compras domésticas (a través de encadenamientos productivos) no fue significativa. Cuando operaba la fábrica, los tres insumos más importantes comprados por Intel en el país eran servicios de electricidad, mantenimiento y nitrógeno. Otros insumos relacionados directamente con el core de la actividad de ensamblaje y prueba, como las obleas de silicio, se importaban.
Con la transformación estructural de fábrica a centro de servicios y de investigación y desarrollo, aunque disminuyó la cantidad (de 190 a 150) de suplidores locales, aumentaron las compras de insumos locales (pasaron del 26% en 2013 al 69% en 2016 de las compras totales de Intel).
Cambió también el tipo de proveedores domésticos: aumentó la contratación de servicios de construcción, mantenimiento y energía eléctrica, las consultorías, los servicios de tecnologías de información y de investigación y desarrollo (software, logística, entrenamiento y consultoría).
9. Cambios de calidad locales — Los proveedores locales de Intel implementaron cambios en calidad de productos, servicios y operaciones para responder a los requerimientos, estándares y prácticas de la firma en materia de seguridad ocupacional, ambientales y capital humano.
El impacto se ve reducido, sin embargo, por las limitaciones a nivel institucional para facilitar encadenamientos, financiamiento, infraestructura de telecomunicaciones, innovación, desarrollo de talento, inversión, comercio exterior y políticas industriales.
No alcanza, sin embargo, a empresas de baja productividad, innovación y producción y de poca participación de trabajadores calificados.
10. Impacto por movilidad laboral — Tanto Intel como otras firmas externas generan una fuerza laboral con habilidades y conocimientos más sofisticados de los existentes en el país anteriormente, a través de capacitación, educación, experiencia laboral e incluso la ubicación de colaboradores en puestos fuera del país.