El confinamiento de la ciudad de Shenzhen, la “Silicon Valley china” donde se producen videojuegos y teléfonos inteligentes para todo el mundo, amenaza la buena salud de la economía del gigante asiático y preocupa a los mercados.
Ante el peor brote de COVID-19 en el país en dos años, el ayuntamiento de la ciudad, convertida en símbolo de la China moderna, cerró el transporte público e instó a los 17,5 millones de habitantes a permanecer en sus casas.
También pidió a las empresas que teletrabajen, algo que no pueden hacer los cientos de fábricas de la ciudad, cuyo cierre interrumpirá seguramente las cadenas de suministro mundiales.
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Exportaciones en suspenso
Shenzhen, la tercera ciudad de China en términos de PIB y fronteriza con el territorio semiautónomo de Hong Kong, es la sede de los gigantes chinos Huawei (telefonía, 5G) y Tencent (internet, videojuegos).
Por ello un confinamiento prolongado tendría consecuencias.
"Para China, es un centro de manufactura y un centro tecnológico", dijo a la AFP Hong Hao, de la empresa de servicios financieros Bocom International.
El gigante taiwanés Foxconn, principal proveedor de Apple, ya ha tenido que suspender sus operaciones en Shenzhen. Otros, como el fabricante chino Netac (que fabrica discos duros o tarjetas de memoria), también han detenido parte de su producción.
Los productos electrónicos y mecánicos representan alrededor del 80% de las exportaciones de la ciudad.
"El confinamiento es significativo y no creo que hayamos evaluado aún completamente el impacto que tendrá", dijo Hong.
Shenzhen es conocida como la "Silicon Valley china" por el número de empresas de alta tecnología que hay en la ciudad y el ecosistema local, que facilita su desarrollo.
Estas empresas punteras atraen a algunos de los mejores especialistas chinos y extranjeros, así como a muchos jóvenes que buscan trabajar para los grandes nombres del sector.
“Efecto dominó”
Según Zhiwei Zhang, economista de Pinpoint Asset Management, durante un confinamiento el consumo se ve "rápida y gravemente afectado" y le siguen la producción y la inversión.
"Hay un efecto dominó", dice Hong Hao, de Bocom International, que cree que otras partes de China que dependen de los bienes producidos en Shenzhen también podrían verse afectadas.
Shenzhen acoge al menos seis empresas que proveen a Apple y a otras como el fabricante chino de coches eléctricos BYD.
Las restricciones impuestas en toda China podrían afectar además al objetivo gubernamental de crecimiento del PIB para 2022, en torno al 5,5%, que ya es el más bajo de las últimas décadas.
Preocupación por el puerto
Shenzhen también tiene uno de los mayores puertos del mundo, el de Yantian, por donde pasan el 10,5% de los contenedores utilizados por el comercio exterior chino, según los economistas.
En brotes anteriores de COVID-19, el puerto se vio obligado a suspender la carga y descarga de contenedores, provocando retrasos. Por eso el confinamiento actual no hace sino aumentar la preocupación por el ya elevado precio de los envíos.
Por el momento el puerto parece funcionar. Sin embargo se prevén interrupciones si el personal da positivo en los test de coronavirus. Según los economistas, el impacto dependerá de la duración de las restricciones.
Zhaopeng Xing, analista del banco ANZ, cree que las autoridades podrán “deshacerse de ómicron”, la variante dominante del coronavirus, en aproximadamente un mes, como ocurrió con brotes anteriores. “El choque será efímero”, apunta, y cree que no debería haber impacto a largo plazo.